INTRODUCCIÓN
Desde el inicio de los tiempos, los usos a los cuales el hombre destina el agua, en la parte de su ciclo perenne que discurre por los cauces, han intentado resolver las necesidades específicas que en cada momento de la Historia tenía la sociedad.
Inicialmente, el agua servía para asegurar el imprescindible sostenimiento del ser humano, que es agua en una gran parte de su cuerpo, y sin la dosis suficiente, muere; según la civilización iba alcanzando estadios superiores, los usos a los cuales se destinaba el agua se dirigían, en primer lugar a asegurar la alimentación de las personas, (agricultura y ganadería), mediante el cultivo de las tierras, complementado las piezas cobradas mediante la caza y la pesca, y más tarde en fomentar su riqueza y bienestar transformando las materias primas en los diversos procesos industriales; hoy, los usos lúdicos cada vez tienen una importancia mayor, a medida que va aumentando el tiempo que en las sociedades llamadas avanzadas, el ser humano dedica al ocio.
El arte de usar el agua, de la forma más adecuada a las necesidades del hombre en cada época, se puede llegar a entender a través de las obras hidráulicas, que han hecho posible, de una forma continuada, a lo largo de los siglos, que sucesivas generaciones de muy diversas culturas y procedencias, usasen este recurso imprescindible, creando riqueza y bienestar.
El azud de Xerta, podría ser el paradigma de este razonamiento, puesto que desde tiempo inmemorial, con menciones específicas desde hace casi 1.000 años, ha hecho posible la captación y derivación de las aguas del río Ebro, caudales que han servido para garantizar que los recursos hídricos derivados
pudiesen resolver las necesidades antes mencionadas: agricultura y ganadería; riego de las tierras; pesca y navegación, manteniendo el tramo de río en buen estado de conservación; usos industriales, desde molinos harineros a generación de energía mecánica y eléctrica; usos lúdicos, mediante la esclusa recientemente construida que permite recuperar, un siglo más tarde, la navegación, ahora turística por el río, haciendo efectiva una aspiración secular, cuando menos, en un tramo de 118 km entre la desembocadura del Ebro y Ribarroja.
Este azud, obra de ingeniería, tantas veces averiada, reparada, reconstruida y mejorada a lo largo de nueve siglos, siempre permanece, firme, ufano e inamovible, siendo un privilegiado espectador, desde una perspectiva única e inmutable, del paso de la historia y formando parte del paisaje que le rodea, al cual imprime un carácter único, en su función de testigo del pasado, realidad útil e imprescindible del presente y protagonista de los fallidos intentos que pretendían la derivación de las aguas del río Ebro hacia Valencia, Murcia, Barcelona y Almería. La Generalidad de Cataluña acordó el día 12 de marzo de 2002, la declaración de bien cultural de interés nacional, en la categoría de monumento histórico, a favor del Azud de Xerta, en Xerta, Tivenys y Benifallet.
En dos entregas sucesivas , trataremos del pasado, presente y futuro del azud de esta barrera hecha en el río con el fin de facilitar el desvío de parte del caudal para riego y otros usos.
SITUACIÓN
Esta obra hidráulica, comenzada en levantar sobre el Río Ebro en la época musulmana, es actualmente el punto de convergencia de tres términos municipales, Xerta, situada aguas abajo, en el margen derecho, Benifallet, y Tivenys, que se ubican en el margen izquierdo, dentro de la comarca tarraconense del Bajo Ebro.
En su ubicación, rodeada de reminiscencias prehistóricas, como son la Cueva del Siscar, el poblado ibérico de la Roca Roja, y el enclave ibero de Ossicerda, el azud detiene las aguas del río, inmediatamente aguas abajo de la desembocadura del Barranco Hondo en los confines de los riscos de Somos, rodeado de terrenos de formación reciente constituidos por gran cantidad de aluviones fluviales. Algunos insisten en considerar que el Delta del Ebro comienza en el azud de Xerta, versión corroborada por la pendiente del río y por las características de las aguas. Antes de la gran transformación de la cuenca de la última mitad del siglo XX, (riegos intensivos y embalses), era posible encontrar y pescar especies marinas alrededor del azud. La accidentada topografía de la zona circundante, da lugar a la existencia de gran número de barrancos, con un río, que en las inmediaciones del azud, tiene un trazado meandriforme, que se crearon antes de la formación de las cordilleras litorales catalanas.
El azud también está rodeado de espacios naturales protegidos: la sierra de Pándols-Cavalls, los Puertos de Beceite, los barrancos de Sant Antoni, Lloret y La Galera, la sierra de Montsiá, el delta del Ebro y la Sierra del Cardó, disponen un círculo natural que le rodea y protege.
Continuando Ebro abajo, una vez pasado el azud, encontraremos los núcleos de Xerta y Tivenys, que se vigilan perennemente uno a cada margen, la isla de Audí, los núcleos de Roquetas y Tortosa, la Isla de Vinallop, la Isla de Gràcia, Amposta, portal del delta tradicional, Deltebre, Sant Jaume de Enveja, y, finalmente, el mar.
EL RÍO
El curso de agua más caudaloso de la Península Ibérica, (que toma su nombre precisamente de este río), por la extensión de su cuenca vertiente, de casi 85.000 km2, y su longitud, 910 km, puede tratar de igual a igual a cualquier otro río europeo, y dispone de este privilegio, único entre el resto de los ríos peninsulares. Su nombre, “Iber”, “Ebre”, “Ebro” o “Ibre , proviene de una voz indoeuropea que significa “río”.
Desde la cántabra montaña donde nace, discurre, tras atravesar las productivas tierras de Reinosa, por el extenso valle de Miranda de Ebro, por las gargantas de la Conchas de Haro, por la fértil Rioja, entre la Cordillera Ibérica y las sierra de Cantabria; atraviesa Navarra, por Castejón y Tudela, entra en los marjales de Aragón, llegando finalmente a Catalunya, donde se produce su encuentro con el mar, después de haber recogido las aguas de las subcuencas de nueve Comunidades Autónomas.
La máxima anchura de su cuenca es de 270 km, de Andorra a Cantavieja, y su longitud total en línea recta, de 520 km, de la Peña Labra a la Isla de Buda.
Con tales características geográficas, físicas y topográficas, es obvio que la máxima aspiración secular de sus ribereños, ha sido, en primer lugar, la de conseguir que su cauce fuera navegable, permitiendo un transporte rápido y seguro de mercancías y personas, transporte casi imposible en otros tiempo por medios terrestres convencionales. En segundo lugar, el regadío de los terrenos de su cuenca también ha sido y es prioritario, por lo que la agricultura de regadío se extiende por una superficie total próxima a las 800.000 ha.
La pesca ha sido también una ocupación constante de los ribereños, que disfrutan de la gran diversidad de especies de la zona, y, por último (sobre todo a lo largo de los dos últimos siglos), los usos industriales, primero generando energía mecánica y posteriormente hidroeléctrica y nuclear, se han convertido en protagonistas del destino de les aguas de este río, que entró en el siglo XXI, habiendo sido escogido como único donante del recurso hídrico necesario para mantener la riqueza de otras zonas de la Península con menos aportaciones y para ayudar a garantizar estos recursos en la Catalunya más poblada, aunque al final la donación no se haya hecho efectiva.
Bajo los cimientos del azud existen estructuras antiguas, de un indiscutible interés arqueológico, con superposición de los restos de las sucesivas actuaciones, que han hecho de este lugar el punto de convergencia de la mezcla de diferentes culturas y etnias que han dado como fruto la actual composición física y humana de los habitantes y las tierras del Baix Ebre, con su idiosincrasia y talante perfectamente diferenciado. A este interés debe añadirse el interés histórico de la obra, tanto bajo el punto de vista industrial y de obra civil que ha resistido el paso del tiempo y se proyecta al futuro, como desde la perspectiva de la creación de riqueza y bienestar permanente en las Tierras del Ebro, que se pueden regar y desarrollar aprovechando a su existencia.
EL AZUD Y SUS CARACTERÍSTICAS CONSTRUCTIVAS
Antes de conocer su historia, definamos claramente el concepto: azud, de toponimia árabe, palabra que ha resistido el paso del tiempo, como esta obra, llegando hasta el siglo XXI, sigue siendo un concepto de plena actualidad sobre todo en el a su uso coloquial. Según el diccionario, azud proviene del árabe as-sudd, que quiere decir el burladero o la toma.
Tanto este azud, como otros del río Ebro, son considerados obra consolidada por los musulmanes, con una existencia inmemorial. Construido en diagonal sobre el río, tiene una longitud de 310 m, una anchura de 3,50 m en coronación y de 35 m en la base, con 6 m de altura. La toma o barrera que conforma el azud forma un ángulo de 45º entre el paramento de aguas abajo y el margen derecho, y de 150º con la izquierda. Esta disposición diagonal, da un aspecto original a nuestro azud, puesto que la mayoría de estas tomas son situadas de forma perpendicular a los márgenes.
Así se resuelve la estabilidad de la estructura, situando los estribos en la zona más apropiada por su estabilidad de cada margen. El acierto de la ubicación del azud está demostrado por la supervivencia de su cimentación a lo largo de los siglos.
Su disposición geométrica en planta, permite la derivación por cada margen de los caudales necesarios por el riego. Toda el agua sobrante, que no penetra a los canales, es evacuada mediante el gran aliviadero central, que ocupa toda su longitud y da un aspecto majestuoso a la obra. Este aliviadero es del tipo libre, pues la lámina vertiente tiene una forma de caída natural, y tiene suficiente afluencia de aire para mantener la presión atmosférica, con un nivel aguas abajo suficiente para garantizar la normal circulación de les aguas vertidas, En cada estribo se sitúan las compuertas, que cada año se cierran el día de Todos los Santos, fecha en la cual finaliza la temporada de riego y se abren el día de San José, iniciando el ciclo periódico de irrigación.
Estas compuertas, también funcionan cada vez que, a causa de avería o necesidad de mantenimiento de los canales, es preciso dejarlos en seco y, cuando viene una gran avenida, puesto que en estas circunstancias, las aguas bajan llenas de sólidos en suspensión, finos y gruesos, que afectarían gravemente a los canales si se depositasen a lo largo de su trazado o los hiciesen desbordar.
Los dos canales que alimenta el azud son conocidos respectivamente como de la derecha y la izquierda del Ebro. El actual canal de la derecha fue inicialmente utilizado como canal auxiliar del canal de navegación Amposta-San Carlos de la Rápita. Es en la margen derecha donde se han ubicado siempre todas las instalaciones necesarias para gestionar y garantizar el normal funcionamiento del azud: La Casa de la Toma, la Casa del Canal, la esclusa antigua y la nueva, y la Casa de los Guardas, elementos fundamentales e indispensables para resolver con eficacia esta buena gestión, tanto hasta hace 50 años, cuando la navegación era importante, como cuando el riego pasó a ser el protagonista, como ahora en que la navegación turística vuelve a tener su importancia.
Es ésta la margen más importante, pues por ella discurre la carretera, ahora conocida como el Eje del Ebro y antes discurría el Ferrocarril del Valle de Zafán a Tortosa.
En la margen izquierda se ubicaron las fábricas, (como era la Harinera de los González) y los molinos más importantes.
HISTORIA DEL AZUD
La milenaria historia documentada del azud, se inserta en la perenne lucha de los ribereños para aprovechar y dominar las aguas del caudaloso río Ebro, en cuatro aspectos fundamentales:
Agricultura, navegación, pesca y usos industriales.
La ruta navegable del Ebro, entre Zaragoza y Tortosa, ya se menciona en la Nuzha, (libro de caminos y riendas) del geógrafo andalusí Al- Idrisi, en 1.164.
- Construcción
Las primeras obras documentadas del azud de Xerta comenzaron poco después del año1148, cuando Ramon Berenguer IV, logró conquistar Tortosa, con el apoyo de los genoveses. Los almorávides, expulsados de la ciudad, se refugiaron en les montañas. La inseguridad reinante provocó el abandono de las obras, que aunque fueron reanudadas por iniciativa del Obispo tortosino D. Pedro de Luna, se vieron de nuevo paralizadas debido al traslado del Obispo a Toledo. Finalizaron bajo el Obispado del cardenal Ot de Montcada el año 1441, contando con el morisco Musa Alami como responsable de les obras. En aquellos tiempos, en su tramo final, el Ebro era una importante vía navegable, usada sobre todo por los almadraberos, patrones de barcos de río, con cofradía establecida en Zaragoza, como está documentado por las reclamaciones que éstos dirigieron los Consejeros de Barcelona, debido al mal estado del puerto y del azud de Flix, el año 1445.
La finalidad del azud era, por una parte derivar aguas destinadas a molinos harineros, (documentados en cada margen, desde el siglo XIII) y por la otra, la más importante, regar los terrenos de la margen izquierda. Para resolver dar garantías a este riego se iniciaron, en 1452, las obras del Canal de la Izquierda del Ebro. Cualquier obra de regadío que pretenda derivar importantes caudales, tiene un coste muy elevado, y ésta fue la razón por la que, cuando murió el Obispo, que impulsaba desde todos los puntos de vista la ejecución de las obras, se detuvieran hasta que su sucesor al Obispado, Alfonso, acordase, con el visto bueno del nuevo Capítulo de la Ciudad, Vecinos y Pueblos del Término General de Tortosa, su continuación con la previa contribución de 9.000 sueldos durante tres años, encargando el proyecto a Ochoa de Bermeo, que tuvo que proyectar las obras necesarias para poner en regadío todas las tierras del Ebro, con los caudales derivados desde el azud, inicialmente por su estribo izquierdo, y más adelante por la derecha.
Nunca ha sido sencillo realizar obres públicas de gran envergadura financiadas por el erario público, sobre todo en épocas en las que una historia tan convulsa como complicada, dejaba sin recursos humanos y económicos en el país. No es de extrañar, pues, que las obras del canal se parasen y reanudasen en diversas ocasiones, con el consiguiente perjuicio de que supone éste hecho, pues no ayuda en absoluto a garantizar el matenimiento y hasta la supervivencia de las obras ya efectuadas, que se van deteriorando y deben repararse constantemente cada vez que se reanudan, menguando los recursos económicos dirigidos a continuar la construcción del canal.
Durante uno de éstos periodos de inanición, el Emperador Carlos V giró visita a Tortosa, en 1540. Cuando fue informado que las obras estaban paralizadas, ordenó a los Procuradores su reanudación, en intento frustrado por las circunstancias, puesto que la realidad demostró que aún faltaban cuatro siglos para que estos canales funcionasen con normalidad
- Obras adyacentes
Las obras de embocadura de los canales están documentadas desde el siglo XIV, y tanto las posteriores, como las actuales, en las diversas modificaciones efectuadas a lo largo de los siglos, han respetado la derivación original.
El edificio del Molino adyacente al azud, en la margen derecha, aún se conserva y presenta una base de sillares bien trabajados, con una lápida esculpida que lleva en el centro las armas de la Ciudad de Tortosa y a cada lado una leyenda alusiva a la fecha de construcción, 1575, con los nombres de los procuradores y de los notarios. El molino fue reformado en múltiples ocasiones, hasta que a finales del siglo XIX, fue utilizado como central eléctrica. En su interior se puede contemplar el sistema de transformación de la energía hidráulica en mecánica y posteriormente en eléctrica, con sus correspondientes ruedas dentadas y turbinas, que desgraciadamente se encuentran cubiertas por los sedimentos depositados por las sucesivas riadas, la última de las cuales, en octubre de 2000, ha sido especialmente activa en esta zona. Así pues, el molino y sus instalaciones anejas, como son el canal de captación, el de salida y las ruedas dentadas, es una construcción de indudable interés, perteneciente al último tercio del siglo XVI, del que se conserva el documento de acuerdo municipal para su construcción, de septiembre de 1569 y diversas anotaciones referentes a los gastos que originó la misma, quedando como uno de los escasos edificios industriales ejemplo de la época del renacimiento en Catalunya
El otro gran edificio que se puede considerar como instalación complementaria y aneja al azud, testimonio de su importancia secular, es el situado en la margen izquierda, conocido como “Harinera de los González”, del que sólo quedan como mudos testigos de su anterior esplendor las fachadas de piedra, mampostería y ladrillo que aún conservan su forma original.
La semana que viene continuaremos avanzando en la historia del azud hasta nuestros días, para acabar esta seginda entrega vislumbrando su futuro
Lorenzo Correa
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Lorenzo, me encanta tu sapiencia, y me gusta seguir aprendiendo. Gracias !
Gracias maestro. Yo también escribo para aprender y es un honor que me lean y por supuesto que me leas