Si todas las actuaciones comprometidas en el acuerdo climático de París (COP21), del pasado mes de diciembre para reducir los gases de efecto invernadero se cumplieran, que no se cumplirán, continuarían existiendo enormes riesgos de no alcanzar las mínimas garantías necesarias para atender el riego de los cultivos básicos en las principales regiones «granero» del mundo y el abastecimiento de agua necesario para la mayor parte de la población de la tierra .
Este inquietante preámbulo no es nuestro, sino que corresponde a la conclusión a la que han llegado los investigadores del Programa Conjunto del MIT sobre Ciencia y Política del Cambio Global en la edición de este año de su publicación anual «Perspectiva 2016 sobre Alimentos, Agua, Energía y Clima » que por primera vez amplía su campo al ámbito de los desafíos globales en el sector de los recursos agrícolas y en el del agua.
http://globalchange.mit.edu/research/publications/other/special/2016Outlook
Recordemos los compromisos COP21:
- Objetivo Prioritario: evitar que el incremento de la temperatura media global supere los 2ºC respecto a los niveles preindustriales, promoviendo esfuerzos adicionales que hagan posible que el calentamiento global no supere los 1,5ºC.
- Trazar una vía de reducción de emisiones a medio y largo plazo, coherente con un escenario de neutralidad de carbono en la segunda mitad de siglo (equilibrio entre emisiones y absorciones de gases de efecto invernadero).
- Cada cinco años, todos los países comunicarán y mantendrán sus objetivos de reducción de emisiones y pondrán en marcha políticas y medidas nacionales para alcanzarlos.
- Ciclo de revisión desde 2023, con balance del estado de la implementación del Acuerdo respecto al objetivo prioritario de los 2ºC
- Adaptación a nivel de país a los efectos adversos del cambio climático, estableciendo un objetivo global de aumento de la capacidad de adaptación y reducción de la vulnerabilidad
- Ir hacia modelos de desarrollo bajos en emisiones, movilizando 100.000 millones de dólares anuales, a partir de 2020, a través de distintas fuentes. Objetivo revisable al alza antes de 2025.
- Los países en desarrollo proporcionarán financiación voluntaria.
- Creación de un Comité para el fortalecimiento de capacidades (Comité de París)
Además, en París se decidió ser ambiciosos en materia de mitigación pre-2020 (ambición pre-2020), identificndo acciones que posibiliten la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero adicionales a las ya comprometidas por los países e iniciando un proceso similar para considerar acciones urgentes en materia de adaptación.
Partiendo de la base de que los compromisos nacionales firmados en París para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero se quedaron muy cortos para asegurar el objetivo prioritario de la COP21 , el informe presenta diversos escenarios de emisiones compatibles con el logro de dicho objetivo.
Según los autores, el cumplimiento del objetivo requerirá cambios drásticos en la matriz energética mundial y por ello exploran lo que esos cambios podrían implicar, desde el Programa Conjunto del MIT “Iniciativa de Energía y Proyecto de Reforma de Innovación Energética” , cuyos investigadored han señalado los obstáculos actuales para la comercialización de tecnologías y sistemas adecuados y las actuaciones necesarias para hacerlos técnica y económicamente viables.
Para proyectar los impactos ambientales globales de los escenarios planteados en COP21 y de los modelo de emisiones acordes con el objetivo 2º C, los investigadores han utilizado sus propios sistemas mundiales integrados de modelización, que simulan los cambios ambientales globales derivados de actuaciones humanas y además las últimas estimaciones de la población mundial de las Naciones Unidas.
Implicaciones para la agricultura y los recursos hídricos en el escenario definido en COP21
Suponiendo que las emisiones globales sean las previstas en COP21, el Programa Conjunto utiliza modelos estadísticos en los que introducen estos datos y les permiten definir la futura productividad de las regiones «granero» de la Tierra. La prognosis indica que hasta el año 2100 aumentarán los rendimientos de la producción de maíz en los EE.UU. y del trigo en Europa y que dichos aumentos probablemente provocarán una migración hacia el norte de las zonas de cultivo actuales. También se prevé un aumento de la producción de arroz de secano en el sudeste asiático y de soja en Brasil, con aumentos y disminuciones del rendimiento en estas enormes regiones.
Curiosamente, gran parte de los beneficios en el rendimiento de los cultivos en el escenario previsto de cambio climático, se deben a los aumentos en las concentraciones de dióxido de carbono, que actúan como un fertilizante y mejoran la eficiencia del uso del agua en los cultivos. Sin embargo, los expertos señalan que estos aumentos de rendimiento pueden ir acompañadas de reducciones en el contenido de nutrientes y proteínas. También advierten que, si bien el cambio climático puede suponer grandes ventajas en algunas zonas, el calor extremo y la sequía vinculada al cambio climático es probable que aumenten la frecuencia de magras o nulas cosechas. Además, las diferencias significativas en los cambios de rendimiento en todas las regiones granero, podrían suponer el acometer costosas reubicaciones de zonas de cultivo. Por último, los modelos de cultivo en que se basan los modelos estadísticos de este informe constituyen un avance importante, pero reciente, y requieren más trabajo para representar mejor los rendimientos actuales, si queremos confiar plenamente en las prognosis de futuro.
Pero lo más preocupante para el futuro del agua es que también en este estudio se vaticina que índice de estrés hídrico (IEH), que relaciona el uso del agua con su disponibilidad, se incremente en la mayoría de regiones debido al aumento de la demanda provocado por el crecimiento demográfico y económico (especialmente en los países en vías de desarrollo) , así como por los cambios en el clima. El aumento relativo más grande en el IEH se dará en África, impulsado principalmente por el aumento de la población y el crecimiento económico.
Para los investigadores este incremento añadirá 1.500 millones de personas más a las que ya sufren condiciones de estrés hídrico en todo el mundo para el año 2050. De ellas, 1.000 millones padecerán un acusado índice de este tipo de estrés
La incertidumbre en las conductas del patrón del cambio climático afecta doblemente a los estresados hídricos, porque les faltará agua y porque no saben en qué nivel de estrés estarán, o sea cuánta les faltará. Porque las conclusiones del informe del MIT dejan muy claro que aunque se llevasen a cabo las acciones de mitigación de los efectos del cambio climático del COP21, no serían suficientes para reducir todos los riesgos de la creciente escasez de agua a nivel mundial a mediados de este siglo. Y que para disminuir el riesgo de no poder abastecer de agua a amplios sectores de la población mundial en el año 2050, muchos países tendrán que implementar amplias medidas de adaptación que aumenten la eficiencia del consumo de agua, así como múltiples actuaciones para incrementar el potencial de almacenamiento de agua: Más embalses, recarga de acuíferos, protección contra la intrusión marina… el análisis coste-beneficio indicará cuáles son las más eficaces. Pero hay que acometerlas, no valdrá solo con la reutilización, la desalinización o desalobración de agua salada o salobre, el ahorro en el consumo y la eficiencia en las redes de transporte del agua…
Implicaciones para la energía y el clima aunque se cumplan las condiciones de COP21
La perspectiva del MIT del año 2015, revisada y actualizada en el informe de 2016, reitera que aunque las promesas del COP21 se cumplieran y se siguieran aplicando en el período posterior al año 2030, se prevé que la temperatura media de la superficie de la tierra aumente entre 3 y 5 º C para el año 2100 sobre la que había en la era preindustrial . Este umbral es mucho más alto que el de los 2º C, que fue fijado por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático como imprescindible para evitar los impactos más graves del cambio climático, desde el aumento del nivel del mar al aumento de la intensidad de las lluvias y de los incendios forestales. El aumento de la precipitación media global variaría del 3.9 al 5.3 % en 2050 en relación con el nivel pre-industrial, y del 7,1 a 11,4 % en 2100.
Según los cálculos del Programa Conjunto MIT, con el cumplimiento de las condiciones sobre emisiones del planeta de la COP21, la atmósfera tendrá unos niveles de gases de efecto invernadero (GEI) que superarán con creces los máximos fijados en el objetivo 2º C del Acuerdo de París. Incluso con una baja sensibilidad climática a las emisiones de GEI, la meta de 2º C será alcanzada poco después de 2050. Por ello la Perspectiva 2016 presenta tres hojas de ruta de posibles emisiones globales en función de que las variables climáticas observadas presenten baja, media o alta sensibilidad a los niveles atmosféricos de efecto invernadero. Las tres son capaces de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2º C. Después analiza las soluciones más económicas y el uso de tecnologías energéticas de bajas emisiones de carbono que podrían apoyar cada una de los tres escenarios definidos.
Las cuestiones energéticas derivadas del Acuerdo de París, cuyo objetivo requiere un sistema de energía basado en un mix de combustibles radicalmente diferente que lo que se ha desarrollado hasta ahora, son claves para conseguir llegar a la meta fijada. El MIT en su informe demuestra que el momento de este cambio y la contribución exacta de una tecnología en particular dependerá de muchas variables económicas y políticas. Tal incertidumbre sobre los costes y las tecnologías futuras apoya la conclusión de que los gobiernos no deberían tratar de elegir a los «ganadores”, sino realizar un enfoque de las políticas y de la inversión orientado a la reducción de emisiones de cualquier fuente de energía.
Perspectivas de bajo costo y tecnologías energéticas de bajo carbono
La evolución tecnológica, los vaivenes de la política y los altibajos de la economía generan un estado de opinión en la gente. De ellos y de su evolución depende la decisiva “opinión pública”
Y es ella quien debe sancionar (con su voto al programa político que elija) de entre la gran variedad de tecnologías energéticas (nuclear, renovables, biomasa, captura y almacenamiento de carbono…) cuál es la llamada a desempeñar un papel dominante para conseguir que las emisiones sean coherentes con el objetivo 2º C.
Par hacérselo más fácil, el informe hace un análisis detallado de las tecnologías energéticas en las que la innovación podría facilitar un futuro con menos carbono. También examinan las barreras técnicas y económicas y tiene en cuenta los esperados avances en la energía nuclear, biomasa, energía solar, almacenamiento de electricidad, redes eléctricas, y la captura del carbono y su almacenamiento.
En función de los datos aportados por estos análisis, los investigadores del Programa Conjunto estudian las diversas combinaciones de costes de actuaciones y costes de tecnologías estimados por la Agencia Internacional de la Energía, diseñando escenarios en los que alguna de estas tecnologías avanzadas desempeña un papel dominante, cuyo valor es meramente ilustrativo, sin estar necesariamente ligados a los avances específicos descritos en las perspectivas presentadas.
Como es impredecible cuál de estos avances tecnológicos será el adecuado, hay que seguir invirtiendo y trabajando duro en I + D para poder ver pronto avances significativos y reducciones de costos para que la estabilización de gases de efecto invernadero se reduzca al aplicarse técnicas económicamnete asumibles por los países respectivos. Eso es política climática, un nuevo concepto, al que también va ligado el futuro del agua.
Lorenzo Correa
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