Tras seis años consecutivos de sequía, pocas restricciones quedan por implementar en la tierra donde los sueños se hacen realidad, en esos bellos paisajes que ilustran e iluminan las películas de nuestra vida. California tiene un problema de difícil solución, porque por muy elevado que sea el nivel de vida de muchos de sus habitantes, no pueden hacer
cosas tan supuestamente sencillas como regar el césped del jardín de su mansión, práctica prohibida desde el año 2015 por el gobernador del estado, Jerry Brown mediante el decreto que obliga a todas las agencias del agua estatales a reducir en un 36 % por ciento el uso de sus recursos, respecto del consumo realizado en el año 2013. Y como quieren regar el jardín y las tierras y tener agua en la playa, pretenden cambiar muchas cosas en la actualización del plan hidrológico vigente correspondiente al año 2018. Y esto es lo que van a hacer cueste lo que cueste (o eso dicen).
CALIFORNIA WATER PLAN
El plan hidrológico californiano tiene su base legal en el Código de Agua de California, que faculta al gobierno estatal para administrar y desarrollar los recursos hídricos en todo el estado y a tomar decisiones informadas para el futuro del agua en ese ámbito. Se actualiza cada cinco años, evaluando diferentes combinaciones de estrategias regionales y estatales de gestión para reducir la demanda de agua, aumentar garantías de suministro, reducir el riesgo de inundación y mejorar la calidad y el estado ecológico de las masas de agua. Otorga a los legisladores la adopción de medidas para autorizar las acciones específicas propuestas y aportar los fondos necesarios para su implementación, para lo que debe contar con una amplia participación y apoyo del publico.
Para responder a los problemas reales, establece tres objetivos «mayor garantía de suministro, restauración de especies y hábitats y generación y explotación de recursos sostenible para afrontar las inevitables e imprevistas presiones en las próximas décadas. Los retos que enfrenta obligan al Estado a adoptar un enfoque integral, multi-agencia y práctico para la gestión de los recursos hídricos, porque ya asume que su implementación total con las acciones definidas para mejorar la sostenibilidad requerirán inversiones por encima de los presupuestos previstos y que por ello se necesitarán fuentes de financiación múltiples y más estables para mejorar la protección contra inundaciones, dar garantía de abastecimiento , restaurar los ecosistemas y lograr una gestión sostenible del agua. Y lo focaliza en la actualización del año 2018, en la que ahora se trabaja mediante diversas iniciativas estatales, como la Ley de Gestión Sostenible de Acuíferos, la de respuesta estatal a la sequía y las estrategias de lucha contra inundaciones. Y por primera vez, en esta actualización, define resultados específicos y mediciones concretas que informen en tiempo real sobre su desarrollo y prioricen las acciones e inversiones estatales a corto plazo, recomendando la adopción de las vías de financiación más estables e informando en continuo del resultado de los debates públicos y las decisiones de ellos derivadas. Esta es la teoría. Veamos ahora qué hace falta para llevarla a la práctica.
DEL DICHO AL HECHO
Cuando el agua falta o sobra durante un largo período de tiempo, lo que en un principio se toma como un problema administrativo económico y académico en cuanto a la búsqueda de soluciones técnicas se refiere, se convierte en un problema político, en una patata caliente que nadie quiere sostener en sus manos, mientras un coro de quejicas enojados le rodean. Este es el caso que nos ocupa y por ello el gobierno del estado ya no puede retrasar por más tiempo la asunción de un nuevo paradigma de base de la gestión, porque ya, ni las llamadas al ahorro, ni la coerción punitiva en el uso, ni el anuncio de más reutilización, de desalinizadoras gigantescas, de redes captoras de niebla y otras virguerías académicas pueden solucionar POR SÍ SOLAS los problemas derivados de la sequía prolongada, los obsoletos y despilfarradores hábitos de los usuarios y el aumento de la población residente en un ámbito en el que el regadío tradicional exige la detracción de grandes recursos de los que se destinan al abastecimiento y los usos industriales y ambientales. Hay que cambiar el paradigma de base
Cuando nos referimos al paradigma de base, partimos del término propuesto por Thomas S. Kuhn en su obra “La estructura de las revoluciones científicas”. Cuando Kuhn habla de paradigma, apunta a un núcleo central de definiciones y reglas al interior de una disciplina, a través del cual se configuran no sólo el objeto de análisis, sino también las preguntas pertinentes y las formas aceptadas de responder a ellas. Lo que es válido al interior de una disciplina, remite, a su vez a un núcleo todavía más fundamental del que la propia disciplina es tributaria. Las soluciones universales que conforman el “paradigma” kuhniano, en el ámbito de la gestión del agua son harto conocidas: esta cultura tiene su matriz de distinciones primarias a través de las cuales se define lo que es real, nuestra capacidad de conocimiento, el sentido de la existencia y las posibilidades de la acción humana, los criterios de validez argumental, la estructura de nuestra sensibilidad. Los «paradigmas de base», han cambiado en Europa (Directiva marco del agua) y en California, como ahora veremos. La aportación del conocimiento científico transdisciplinar a los grandes temas del agua, la adopción de tecnologías inocuas ambientalmente y eficientes económicamente y la “participación ciudadana» (el entrecomillado es nuestro), suplieron a los paradigmas del siglo XX. Véase como los paradigmas han sido distintos en un mismo momento para sociedades diversas, según sea la radicalidad de sus diferencias culturales.
Ahora observamos como se ha alcanzado un importante punto de quiebre en los presupuestos primarios, en los «paradigma de base» de la gestión del agua, a a causa de la desconfianza generalizada en los sumos sacerdotes de cualquier creencia y en la politización del discurso. Por ello nos encontramos ante signos inequívocos que apuntan hacia la emergencia de un «paradigma de base» radicalmente diferente, que comprometa a la filosofía (que agrupa los paradigmas kuhnianos con sus distinciones derivativas: metafísica, epistemología, lógica, ética y estética) con el sentido común (que agrupa las distinciones primarias)
El paradigma de base de la hidrocultura configura un núcleo (que define la propia posibilidad y carácter del quehacer científico), muy anterior al de los paradigmas disciplinarios de que nos habla Kuhn para las ciencias. Representa el núcleo de nuestra obviedad y la estructura primaria de nuestra mirada o disposición hacia las cosas del agua, define la posibilidad del quehacer científico, compromete y determina el conjunto de la existencia y de la acción humanas y representa lo que nos parece incuestionable.
LAS AGENCIAS DEL AGUA
Volvamos a California: antes que los usuarios, el cambio de paradigma debe corresponder a los organismos gestores, que en California se cuentan por casi medio millar: son las agencias del agua locales.
¿Cómo se organiza la gestión del agua en el Estado? A través de la “Asociación de Agencias de Agua de California (ACWA), enorme “pool” de agencias públicas locales del agua, con nada más y nada menos que 430 asociadas, responsables de gestionar el 90% del agua suministrada al ámbito doméstico, al regadío y a las industrias, es decir las que tienen como clientes a nada menos que 34 millones de personas. Es importante conocer sus orígenes, ya que como en casi todas partes, el primer uso para el que se decidió administrar y gestionar el agua, fue el agrícola y ganadero. Así ocurrió también aquí, creándose en 1910 el embrión de la ACWA, destinado a gestionar el riego de cinco zonas regables, organismo al que se denominó “Asociación de Distritos de Riego (IDA)”. Y no fue hasta 1973, cuando los problemas de abastecimiento y saneamiento adquirieron consistencia, que se modificó el nombre por el actual de ACWA.
La Asociación proclama como objetivo el de ayudar a sus miembros a promover el desarrollo, la gestión y el uso racional de agua de buena calidad al menor coste posible, sin afectar al medio hídrico. Y para ello, prioriza los aspectos más importantes de la gestión para los diferentes usos y genera, procesa y publica la mejor información científica y técnica disponible al público y a los responsables políticos. Por lo tanto planifica desde el consenso, exige una legislación firme y clara y promueve las agencias locales de servicios como el medio más eficiente de proveer servicios de agua.
Para llegar a tomar la decisión de cambiar el paradigma de base la ACWA ha tenido que definir claramente los nuevos objetivos a la vista de los problemas de enorme magnitud a los que se enfrenta y para ello ha adoptado una férrea postura “política” de apoyo a las soluciones integrales a los problemas de agua de California.
Todo comenzó en 2005, cuando la ACWA publicó su “manifiesto” sobre política de agua que exigía un conjunto integral de inversiones y acciones para asegurar que el estado tuviera el abastecimiento de agua que necesitará en las próximas décadas. El documento, titulado «No hay tiempo que perder: el plan hidrológico de California», fue desarrollado con la contribución de los organismos miembros de ACWA en todo el estado con un objetivo claramente definido: mejorar la sostenibilidad de las cuencas sistema y el suministro de agua en el estado, definiendo las inversiones en infraestructuras estatales, incluyendo embalses y canalizaciones, eficiencia en el uso del agua, reutilización, almacenamiento de aguas subterráneas y desalinización, pero asegurando el cumplimiento estricto de un resultado equilibrado que asegure tanto la salud ambiental como la garantía de suministro de agua e implementando programas de recursos locales y respondiendo a los desafíos del cambio climático.
Además, ACWA emprende iniciativas políticas enfocadas a promover la gestión local de las cuencas de aguas subterráneas, promover una política sólida en los mercados del agua / transferencias de agua, y promover decisiones reguladoras que faciliten los intereses de los miembros y saneen su economía.
Por todo ello, cuando se apruebe la actualización del plan en 2018, se asignará a cada agencia de agua local un presupuesto proporcional al volumen necesario para atender a sus clientes, basado en diversas variables y calculado por sus técnicos: demografía – población, economía, temperatura media de la zona, número de árboles e incluso la tasa de evaporación del agua. Si no disponen de la tecnología adecuada, algunas agencias locales deberán adquirir equipos de detección de fugas (grandes y pequeñas) en las redes y contratar analistas de datos para registrar e informar exhaustivamente sobre el el uso del agua. La ACWA prevé un coste superior a los mil millones de dólares para llegar a tener operativas todas estas especificaciones. Bueno es saberlo de antemano, porque cuando no se sabe, los ingenuos creen que se paga con la “pólvora del rey” y como ya no hay pólvora y quedan pocos reyes, al final nada se hace porque no hay fondos para hacerlo.
Saliendo de la ciudad y yendo al campo, los acuíferos preocupan, sobre todo ahora que hay quien asegura que se están extinguiendo en muchas zonas del mundo y les dan a algunos 25 años de vida. Por eso, primera vez, las explotaciones agrícolas y ganaderas californianas tendrán que justificar y medir cada gota que extraen de los acuíferos y usar esos caudales en regar cultivos adaptados a la zona, olvidándose de los muy ávidos de agua como las almendras y el arroz inapropiados para tan áridos paisajes
CAMBIANDO EL PARADIGMA: UN LEMA
Todo el “paradigma de base californiano” se resume en un lema «Hacer de la Conservación del Agua un Estilo de Vida«, que ahora se publicita en diverosos debates públicos y legislativos que se irán celebrando hasta el año 2018, está teniendo un efecto mágico como es el de reunir tars la misma bandera a extraños compañeros de viaje como hasta ahora eran la ACWA y grupos ambientales como California Coastkeeper Alliance, muy beligerante con ella. Estas cosas suelen ocurrir cuando el mensaje qiue emite la administración gestora es, además de potente en sus argumentos técnicos y económicos, seductor, aunque la interpretación oficial es la de que este cambio radical de paradigma se debe a las lecciones aprendidas durante la sequía. Y el nuevo mensaje de la ACWA a sus agencias es el de “si no agotáis el presupuesto, felicidades. Si lo hacéis, intervendrá el estado”. Ahí se abre un atractivo espacio para la negociación, con un nuevo camino a recorrer. Actuando sobre aspectos que increíblemente estaban dejados de la mano de Dios: no había regulación de las fugas, nadie sabía cuánta agua se estaba perdiendo en las redes de riego, pues los regantes no estaban obligados a informar de los caudales subterráneos extraídos en sus explotaciones.
Aceptamos sequía como animal de compañía. Bienvenida sea para ayudar a cambiar el paradigma. Dicen los científicos que no saben cuando acabará, pero que ya ha hecho desaparecer más de 100 millones de árboles, ha aumentado el riesgo de incendios forestales, ha destruido decenas de granjas, ha secado extenso tramos de ríos y amenaza la pesca del salmón del estado.
El condado de San Diego construyó la planta desalinizadora más grande de EEUU y Santa Bárbara está siguiendo el ejemplo, tratando de recuperar el casi agotado Lago Cachuma como embalse de aguas desalinizadas procedentes de la también recuperada planta desalinizadora
El cambio de paradigma con la definición clara de unos presupuestos serios y de quien debe pagar en cada caso, supondrá un enorme trabajo técnico en el estado más poblado de EEUU, que, antes de la sequía, era uno de los más irresponsables en lo que respecta a la gestión del agua. Acabamos con un ejemplo urbano para asombro de los lectores: hasta hace muy poco las grandes ciudades, incluyendo la capital, Sacramento, no obligaban a tener contadores ni a los usuarios domésticos ni a las industrias. Ahora hay que realizar un enorme esfuerzo para instalarlos y combinar tecnología de satélites y datos aéreos para estudiar la topografía del estado y detectar qué áreas tienen más pavimento, césped e incluso más sombra para determinar cuánto riego necesitan.
Un ejemplo más de deconstrucción del discurso de la gestión del agua, en este caso en el país más próspero del globo, que también tiene que resolver ya su futurodelagua.
Lorenzo Correa
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Bueno, la afirmación de que los EEUU sea el país más próspero del globo es discutible… El clima de California es variable y propenso a la sequía. Las partes costeras y del sur del estado tienen un clima mediterráneo, con algunas lluvias en invierno y veranos secos. La influencia del océano generalmente modera las temperaturas extremas, creando un invierno más templado y substancialmente veranos más fríos, especialmente a lo largo de las zonas costeras. El desarrollo urbanístico es todo un reto en California. En su momento las autoridades prestaron poca atención al tema de la Gestión del agua. En general, no es nada fácil garantizar el suministro del agua a todos los habitantes y «alimentar » la agricultura y la industria en condiciones «normales». Imagínese con la sequía que dura ya más de 6 años…Tengo unos amigos que residen allí, en concreto en un sitio denominado Palo Alto. Ellos dicen que la escasez del agua se nota muchísimo,
Pero vamos a ver. Una cosa es la sequía y otra es la política de la Gestión del agua deficiente. Lo primero es algo que sucede de forma natural, no lo podemos prever ni controlar. Lo segundo es la desidia de las autoridades y la esperanza de que los problemas se arreglen solos. En las condiciones «adversas» lo segundo se hace evidente. Efectivamente, los EEUU también tienen un largo camino, en cuánto a la gestión de recursos hídricos, a recorrer …
Aquí, en uruguay, el agua se puede tomar directamente de la canilla.
¿Es común eso en otros países?
Un abrazo.
Y, hablando de California, ahora se les ha acabado la sequía , las fuertes lluvias de los últimos días provocan desprendimientos e inundaciones…
http://cnnespanol.cnn.com/2017/02/13/el-muro-de-agua-que-amenaza-a-los-residentes-de-california-cerca-de-la-represa-oroville/
(188.000 personas fueron evacuadas de las ciudades que rodean la presa hidráulica de Oroville por el miedo a las inundaciones a causa de posibles fallos estructurales de la presa).
Este hecho pone en evidencia la necesidad de estudios e inversión en las infraestructuras hidráulicas en un país cómo EEUU también. Nadie es perfecto…
Siempre se acaba la sequía, lo que no se sabe es cuando. Las incertidumbres en la gestión del agua son múltiples y las variables que intervienen también. Es bueno saberlo para valorar el mérito de hacer las cosas bien y entender que es fácil que salgan mal…