y agua suficiente  para hacerlo posible

Y lo hace con su poema ‘Lied Marino’, aprovechando la misteriosa sensación del crepúsculo en el mar, el fragor de las olas en el acantilado y la visión impactante del horizonte infinito que tiene toda alusión al mar para evocar a la que amó y ya no está.

Porque de ella sólo queda su nombre y porque se desvaneció en el piélago siguiendo a veloces peces cual sirena fugitiva que ya no responde al clamor de su amado y dejándolo en una angustiosa soledad potenciada por el agua sin futuro y por  el rumor periódico de las olas.

Preludio de muerte del amor ahogado en esa agua infinita que nos invita a meditar y a recogernos con el grato sonsonete que quien medita entona al escuchar un “lied”, el lied marino.

Que nos incita a reproducir la poética imagen de la amada en el agua, suspendiendo nuestra atención en un instante eterno, que pierde su eternidad cuando se deshace el hechizo acuático y musical al caer a la espuma del mar.

Que la impele a huir mar adentro convertida en pez, encontrando en el océano la energía suficiente para resucitar muy lejos de allí, en otra playa… cuando alcanza el horizonte de menta y sombra.

Todo está en este lied marino, lean a Álvaro Mutis: