Reutilización sostenible : el caso del lago Atitlán


Pasados los fastos del Día Mundial del Agua, no podemos olvidar su lema de este año, que reiteramos por su importancia:» Aguas residuales, ¿por qué desperdiciar agua?» Y para continuar en su estela vamos a aplicarlo a un caso concreto, el del estado de las aguas del maravilloso lago Atitlán, la perla de Guatemala, que concentra la mayoría de su turismo.

Un lago entre volcanes, rodeado de pintorescos pueblitos donde aún se puede disfrutar de la naturaleza, la calma y la “harmonices mundi” de Kepler. Todavía, porque el vertido directo de esos pueblitos al lago está provocando que las cianobacterias tiñan de verde sus transparentes aguas y que la posible extracción de energía geotérmica prevista para el futuro preocupe a los ribereños.

Porque el fósforo y nitrógeno de las aguas residuales  acelera la eutrofización de las aguas y los gérmenes patógenos son una amenaza directa para la salud pública y la degradación de la calidad del agua, lo que pone en peligro la estabilidad económica futura de la región.

Parece asumido “urbi et orbe” que dentro de 8 años la escasez absoluta de agua será una realidad diaria para unos 1.800 millones de personas, mientras que desde los desagües se vierten al medio ingentes volúmenes de agua contaminada o mal tratada, que lleva en su seno  carbono y nutrientes que, convenientemente tratados podrían ser fuente de suministro de  agua, fertilizantes y energía. Esto ya es una realidad en Singapur, pero todavía más del 80% de todas las aguas residuales vertidas al medio lo afectan gravemente, como es el caso de nuestro lago de hoy, en el que el 12% de la población no está conectada a ningún tipo de sistema de saneamiento  y, como ya hemos indicado, las plantas de tratamiento existentes a duras penas consiguen recoger las aguas residuales y enviarlas al lago sin tratarlas correctamente.

Hay que actuar rápido por el futuro del  lago y por el crecimiento previsto de las ciudades  pequeñas y medianas de Sudamérica, pues su población se duplicará en este continente para el año 2032 y se volverá a duplicar para el año 2050.

Guatemala es un país de 108.900 km², similar en su superficie a Cuba o Islandia, muy pequeño si lo comparamos con los 17 millones de km² de Rusia  o los casi 10 millones de EEUU, China  o Brasil. De sus casi 14 millones de habitantes, cerca de la mitad son indígenas que mantienen sus costumbres y tradiciones y viven, como el 60% de la población, lejos del mundanal ruido de la capital en condiciones de digna pobreza, que alcanza límites menos dignos en más de 2 millones de guatemaltecos, extremadamente pobres.

Como en cualquier lugar del mundo, los pobres de Guatemala no tienen acceso a redes adecuadas de abastecimiento y saneamiento. Si en los núcleos urbanos,  4 de cada 5  habitantes se sirven de una red de abastecimiento (de agua potable o no ), en el mundo rural, solo tienen acceso la mitad de ellos. Peor es el caso del saneamiento, pues mientras que el acceso urbano a estas redes es el mismo que en el caso del abastecimiento, en los núcleos rurales solo un 17% de la población dispone de él. En cualquier caso, solo el 15% del agua doméstica está potabilizada. Por todo ello, la mitad de las enfermedades tiene su origen en la carencia de agua de calidad y mueren por ellas el 5% de los niños, con una enorme incidencia de la diarrea. Además, ir a buscar agua se convierte en la tarea prioritaria de los niños, lo que les impide su escolarización regular, sobre todo en el caso de las niñas.

Así las cosas, vamos ya a visitar el lago Atitlán y comprobar la calidad de sus aguas. El lago más profundo de América Central, con 130 km² de superficie y 18 km de diámetro, está rodeado de una cadena volcánica, «Los Chocoyos», con 3 volcanes San Pedro (3.020 msnm), Tolimán (3.158 msnm) y Atitlán (3.537 msnm). Todo se formó hace 84.000 años cuando una violenta erupción volcánica arrojó cenizas que llegaron  hasta Ecuador, dejando un inmenso cráter entre los 3 volcanes. Al enfriarse el magma,  se formó el lago a una altura de  1.560 msnm. Quien no lo haya visto, puede imaginar la belleza del entorno y las condiciones naturales de enorme calidad y transparencia de sus aguas. Pero…

Resulta que 15 municipios de su entorno vierten al lago desde 11 depuradoras que no funcionan correctamente, generando desde 2009 la aparición de cianobacterias que van tiñendo sus cristalinas aguas de verde de tal forma que se ha comprobado que si la transparencia del agua en 2009 llegaba a 18 m desde la superficie, ahora se ha reducido a 5 metros. Por esta razón las voces más pesimistas proclaman que al lago le quedan seis años de vida si no se consigue que los vertidos lleguen a él correctamente tratados o dejen de llegar en buena parte, por su adecuada reutilización, siguiendo el lema del Día Mundial del Agua.

En Guatemala, la competencia en depuración y saneamiento es local y la ley obliga a los ayuntamientos a implementar depuradoras que funcionen antes del año 2019.  Los alcaldes quieren hacerlo pero no disponen de presupuestos para ello y se los piden al Gobierno que tampoco dispone… déjà vu en muchos lugares del mundo. Pero los ingresos turísticos de la zona superan los 300 millones de quetzales anuales, unos 41 millones de USD. Sin agua de calidad, los dólares volarán como vuela el quetzal, pero mucho más lejos. Además, esta contaminación puede afectar la salud de las 350.000 personas que usan el agua del lago, personas que viven de la recolección del café de primerísima calidad que abunda en sus alrededores, ganando 100 quetzales diarios (unos 14 US$) o en la construcción y servicios turísticos, ganando 60 al día (unos  8 US$)… lo que no da para muchos lujos

En diciembre de 2013, varias universidades guatemaltecas y estadounidenses, agrupadas bajo el sugerente título de “Unidos por el lago Atitlán” publicaron un documento titulado “El estado ecológico actual del lago Atitlán y el impacto de la entrada de aguas residuales: recomendación para exportación de las aguas residuales de la cuenca para restaurar el lago

En él recomendaban que las depuradoras existentes dejaran de enviar sus vertidos al lago como medida garantizadora de la ausencia futura de contaminación y de restauración del  estado ecológico de sus aguas, ahora deterioradas por el aumento de las concentraciones de algas y la reducción de claridad del lago provocado por el exceso de carga de nutrientes de las actividades humanas en la cuenca.

El documento concluye lo que aquí transcribimos literalmente:

Los estudios de caso presentados anteriormente demuestran que la  desaceleración o reversión de los procesos de eutrofización en un lago sólo se puede conseguir evitando el vertido de aguas residuales. Las plantas de tratamiento existentes carecen del diseño adecuado para eliminar totalmente nutrientes o patógenos. La de Santa Catalina solo elimina remueve materia orgánica, la de Panajachel, materia orgánica y cierta cantidad de fósforo pero no nitrógeno. Actualmente no elimina fósforo ya que el operador no cuenta con la capacitación para dosificar sulfato de aluminio y lograr precipitar el fósforo, ni un laboratorio para monitorear continuamente la dosificación y las eficiencias de eliminación. Ninguna planta de tratamiento fue diseñada para eliminar patógenos, lo que es extremadamente difícil en tratamientos de aguas residuales con efluentes sin buena calidad. En toda Iberoamérica se estima que menos del 10% de las aguas residuales generadas reciben algún tipo de tratamiento, y únicamente el 4% recibe tratamiento secundario (OMS/UNICEF, 2013). Los  tratamientos terciarios necesarios para eliminar nutrientes en aguas residuales no existen en Iberoamérica y son comunes en Estados Unidos únicamente en la región de los Grandes Lagos, Florida y Chesapeake Bay

Una alternativa factible a las depuradorases la adoptada en  Lake Tahoe con un alcantarillado a presión para bombear las aguas residuales a un área de tratamiento biológico (lagunas de estabilización) fuera de la cuenca, donde se puede generar metano. Los beneficios adicionales serían la generación de electricidad en los tramos descendentes de la red de alcantarillado, así como la reutilización de agua tratada rica en nutrientes para irrigación de cultivos. Se espera que la exportación de aguas residuales, conjuntamente con el tratamiento y la reutilización, reduzca significativamente la eutrofización del lago de Atitlán. Será sostenible con la generación de energía positiva de las plantas hidroeléctricas usando aguas residuales y la valorización de metano, además de la reutilización de los nutrientes valiosos (nitrógeno y fósforo) para la agricultura, en lugar de ser vertidos directamente al lago. Esta solución eliminaría patógenos de las aguas residuales para usarse como fertilizante, cumpliendo con las normas de la OMS para la reutilización y la valorización de los nutrientes.

Nada de esto se hizo desde que se publicó hace ya 4 años. Pero hay otra solución más sencilla y económica.

En el caso de nuestro lago, aunque esto también sea aplicable a las ciudades pequeñas del continente sudamericano) una de las ventajas más importantes para aplicar soluciones de saneamiento y reutilización es que hay disponible mucho terreno libre de urbanización en el que pueden llevarse a cabo las técnicas de depuración conocidas como “lagunaje”, baratas y sencillas de construir y mantener, los conocidos humedales artificiales, los riñones de la tierra, que permiten que la fauna de la zona tenga en ellos cobijo, mientras que por debajo de las plantas que los cubren se está efectuando un tratamiento natural de las aguas residuales domésticas acompañado de producción de energía, lo que supone un descanso para las familias (y para el bosque nutriente), en su incesante labor de búsqueda y recolección de leña o de estiércol para cocinar. Además, el vertido producido se reutiliza en el riego. Solo hace falta terreno libre para su ubicación (lo que sí hay en el lago y no hay en los suburbios de las megápolis), el resto es sencillo y económico. Y ya funcionan más de 5000 humedales artificiales en Europa y 1000 en EEUU .

Esta puede ser una solución factible para garantizar la calidad de las aguas del lago y todos lo que de ella se deriva, pues con su clima y tipo de terreno, se podrían regar hasta 45 ha al día con agua residual del humedal artificial, con la ventaja de no tener que hacerlo con agua dulce y de reducir el coste energético del bombeo gracias a la energía producida, con lo que 60 personas, utilizando una superficie de 0,01 ha producirían más de media tonelada de  biomasa seca al año que a su vez generaría una energía de 2,8 MWh al año, solo 8  veces menos de lo que necesita una comunidad etíope de 60 personas (12 cocinas) para cocinar al año. Por todo ello, el biocombustible producido por el humedal artificial puede cubrir el 12% de las necesidades de combustible para cocinar de una comunidad, que con esta ayuda dejaría de talar media ha de bosque al año.

En este sentido, el Grupo Intereses Ecológicos del Lago Atitlán ya está buscando  zonas para reforestar en 10 municipios de la cuenca, y el Comité de Tuleros contribuye abogando por la siembra de tul una especie que sirve de filtro natural del agua, pues tiene propiedades oxigenantes del manto acuífero y es hábitat de varias especies acuáticas. Esta planta es utilizada en la elaboración de petates, alfombras y otras artesanías.

Otra solución más sencilla y que exige también solo disponibilidad de terreno es la de depuración por lagunaje convencional, en pequeñas plantas dispersas y construidas a la medida del volumen y características de las aguas residuales a tratar, que ahorran la red de saneamiento al tratarse in situ proporcionando agua limpia y no contaminante para el medio receptor, y son beneficiosas para los seres humanos y la fauna silvestre al filtrar vegetalmente y atrapar los contaminantes que adquieren formas menos solubles absorbibles por las plantas o se vuelven inocuos.

Este es el camino a seguir para garantizar un esplendoroso futuro del agua en lago Atitlán y en tantas otras comunidades rurales de pequeño y medio tamaño. Solo hace falta una buena planificación y un adecuado mantenimiento de unas instalaciones que garantizan que el agua usada deja de ser peligrosa para el medio y se transforma en una fuente inagotable de energía sostenible y de nutrientes.

 

Lorenzo Correa

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