El pacto del agua, entre la razón y la empatía


Los trasvases son el escollo a salvar desde tiempo inmemorial para conseguir un razonable grado de convivencia entre los afectados por la política de gestión del agua en España, es decir entre todos los españoles. Hay razones a favor y en contra, pero no hay emociones que generen empatía.  El anuncio recién proclamado por parte del gestor del agua español del objetivo máximo de su gestión, no es otro que el de que para el verano se llegue a un acuerdo, consensuado y refrendado por una amplia mayoría parlamentaria, ya que “el agua debe ser una auténtica política de Estado, consensuada, que dé estabilidad a las decisiones en materia de gestión más allá de cada ciclo de planificación y más allá de los cambios de Gobierno”

Tan inobjetable objetivo suena tan bien que a muchos nos entren ganas de preguntar ¿y eso cómo se hace, desde la razón o desde la emoción?

Nos dan respuesta desde las alturas y los medios de comunicación se hacen eco de que los gestores declaran solemnemente haber celebrado 120 reuniones desde el pasado verano con las comunidades autónomas y las principales entidades y asociaciones representantes de los usuarios del agua para avanzar en el acuerdo y que próximamente iniciarán las negociaciones con los distintos grupos políticos que culminen en el pacto.

Llegados hasta aquí en la lectura y el conocimiento de la declaración de intenciones de los gestores máximos, el veterano lector, gato escaldado, plantearía una cuestión de confianza, es decir se preguntaría si esta vez se lo cree, porque en su vida esto ya le ha ocurrido muchas veces y seguimos lo mismo, con el escollo del trasvase, de los trasvases, con la demonización del enemigo, con las interpretaciones de la realidad y la solidaridad dependiendo de cada quien.. y ahora además con lo del cambio climático y las teorías de los desastrólogos que predecían la desertificación de Galicia y de la cornisa cantábrica hace dos meses y ahora no saben donde meter la nieve acumulada. País, paisaje y paisanaje, ¡Cómo recordamos a Don Miguel de Unamuno y su impecable artículo periodístico, del que ya nos hicimos eco en otra ocasión!

El reto de los hispanos gestores para el verano de 2018 es el de conseguir un uso más eficaz, solidario, sostenible e integrado de los diferentes recursos hídricos existentes en España. ¿Quién se negaría a ello? No conocemos a nadie. ¿Se conseguirá? Conocemos a muchos que lo dudan, algunos que lo niegan y a uno que dice cómo lo va a hacer. Este último es el gestor y lo va a hacer así:

“El futuro Pacto Nacional por el Agua se basa en cuatro ejes fundamentales:

  • El cumplimiento de los objetivos ambientales para la adecuada conservación de nuestros ríos y ecosistemas acuáticos, adoptando medidas destinadas a atender todos aquellos objetivos ambientales asociados al saneamiento y depuración en todos los ámbitos competenciales. En el ámbito del Estado, enmarcado en el Plan de Medidas para el Crecimiento, la Competitividad y la Eficacia (Plan CRECE) que garantiza unas inversiones de unos 1.200 millones de euros hasta 2020. Llegando a acuerdos medioambientales para la protección de espacios emblemáticos en los distintos territorios y avanzando en la concertación de los caudales ecológicos.
  • Atención de los déficits hídricos, haciendo hincapié en las infraestructuras, la optimización de los regadíos, y la adopción de medidas encaminadas a conseguir un mayor ahorro de agua.
  • Puesta en marcha de los Planes de Gestión del Riesgo de Inundación, para mejorar la adaptación al cambio climático y llevar a cabo las actuaciones estructurales en infraestructuras hidráulicas comprendidas en sus programas de medidas, poniendo en marcha una línea ambiental para impulsar proyectos de adaptación.”

Y dice que esto se consigue a través de estimular en positivo la gobernanza del agua, que garantizará el cumplimiento de los compromisos políticos y jurídicos asumidos con la Unión Europea, especialmente aquellos que doten al sistema español del agua de la suficiente estabilidad económico-financiera

No está mal la declaración de intenciones, menudo reto. Ante esta declaración tan solemne, aunque no sabemos si suficientemente seductora y confiable para el vulgo, demos nuestra opinión, aunque nadie la haya pedido.

Los gestores optan por explicar todo lo que quieren hacer con la debida antelación a todos los interesados. Optan por trabajar en un sistema social humano, en principio muy buena idea, por las interacciones y las relaciones. Pero tanto las interacciones como las relaciones que no consigan la aceptación mutua entre los sistemas vivientes que atraen y reúnen no son relaciones o interacciones sociales. Por eso, hasta ahora no se ha avanzado nada por este camino y prima la desconfianza en seguir optando por recorrerlo de esta manera.

Un ejemplo del nulo avance es la noticia que el Diario de Tarragona publica el 8 de febrero de 2018 en la que nos informa de la intención de la Plataforma en Defensa del Ebro de “crear una presión ante la amenaza del nuevo pacto nacional del agua”, impulsando una nueva plataforma de ámbito peninsular en defensa de los ríos y del agua pública. Para ello se asocian con la Fundación Nueva Cultura del Agua, prestigiosa ONG académica conocida por su firme oposición al trasvase del Ebro, además de contar con cien firmas del ámbito universitario, técnico y de las ONG. Este vistazo a la prensa demuestra que las interacciones llevadas a cabo por los gestores del agua, al menos en este caso, suponen relaciones que no consiguen la aceptación mutua entre algunos de los sistemas vivientes que atraen y por ello no son relaciones o interacciones sociales. Malas perspectivas, aunque ojalá nos equivoquemos.

 

Lo que ocurre es que cuando un observador ve que la conducta de algunos miembros de un sistema social humano supone la negación de otros bajo la apariencia de aceptación, detecta inmediatamente hipocresía y carencia de sinceridad en ellos. Enjuicia hipocresía, destila desconfianza y aquí se acabó todo. Así ha pasado hasta ahora, porque las emociones desatadas han sido muchas pero ninguna la del amor, que es la única que siembra la confianza y el respeto. La hipocresía desestabiliza el sistema, la sinceridad lo afianza.  Por ahí debería ir la nueva cultura de la cultura del agua de tirios y de troyanos, no nos cansamos de repetirlo, por el lado emocional, tan importante como el del cálculo de los caudales mínimos de mantenimiento o las zonas de flujo preferente.

¿Se animarán los consultores de ingeniería y los ambientales a incluir esto en sus ofertas?

¿Alguien se anima a ser profesor de educación en la convivencia hidráulica nacional?

¿Nos aburriremos algún día de escuchar siempre lo mismo y de ver como nadie cambia nada nunca?

Dejemos que el tiempo juzgue si el reto español llega a buen puerto y ampliemos el zoom, que el mundo es muy grande.  La gestión futura del agua será algo común a todos los seres humanos o no será.  En nuestra opinión, ha de basarse  en una  cultura de agua que dimane de una auténtica “educación en la convivencia”, partiendo del principio:  «El agua es de todos y por eso NO es mía. No se puede NO convivir con el agua». En estos «noes» está la clave del futuro,  pero no solo en ellos: añudase el concepto de «responsabilidad» que más adelante interpretaremos

La educación que genera esta cultura es la configuración del “universo agua” como un espacio de convivencia en el que el tipo de agua que queremos disfrutar y usar sea lo que defina lo que hay que hacer en cada país  (mejor en cada cuenca),  en el ámbito educacional acuático.

¿Qué agua queremos? La que nos permita convivir  en el respeto mutuo (no usando bien más que la necesaria, no usando mal ni una sola gota), compartiendo conscientemente la responsabilidad cotidiana de colaborar para que precisamente la usemos de esa manera.

¿Y eso cómo se consigue?: satisfaciendo las siguientes condiciones:

  • Que todos pertenezcamos a la misma cultura, participemos de los mismos valores y deseos fundamentales al mismo tiempo, vivamos en el mismo campo de acciones básicas para poder actuar responsablemente sin necesidad de un control externo, aunque cada usuario haga algo diferente. Esto hay que aprenderlo y para aprenderlo hay que vivirlo antes.

Generando cultura de los valores

  • Que todos seamos responsables de nuestros actos, pues ellos son los que generan el mundo en el que vivimos. Ser responsable es darse cuenta de las consecuencias directas o indirectas que nuestras acciones tienen sobre otros seres humanos y no humanos (agua recurso y agua patrimonio). Y al tener en cuenta si uno quiere o no quiere esas consecuencias, actuar de acuerdo con ese querer o no querer, es decir, reflexionar. Para que haya reflexión, debemos aceptar que no somos dueños de la verdad, cosa nada fácil cuando casi todos creen que ya se la tiene. Por eso, reflexionar es un arte, que hay aprender y para aprenderlo hay que vivirlo antes.

Generando cultura de la responsabilidad

  • Que todos seamos libres en nuestras acciones, entendiendo ser libre como el “darme cuenta de que me doy cuenta” de que quiero o no quiero arrostrar las consecuencias de mis acciones. Libertad, en nuestra interpretación es respeto a uno mismo y al prójimo Para ser responsables de nuestra responsabilidad, primero hay que aprenderlo y solo se aprende viviendo.

Generando cultura de la libertad  

  • Que todos participemos legítimamente de los mismos dominios de acciones, para poder cooperar en la realización de cualquier proyecto común. Debemos potencialmente ser capaces de todo y esto hay que aprenderlo y se aprende haciéndolo.

Generando cultura de la cooperación

Así pues, la cultura del agua que proponemos desde futurodelagua.com se basa en la generación de las culturas de los valores, de la responsabilidad, de la libertad y de la cooperación a través de la experiencia (viviéndolas) y de la acción (haciéndolas).

Estas son las claves del discurso de la deconstrucción de los paradigmas de base antiguos y obsoletos basados en la cultura patriarcal moderna de la competencia, de la irresponsabilidad, del sometimiento a la técnica, al poder, al dinero o a la retórica y de la incapacidad para “hacer” cooperación. Ya no es tiempo de «intentar», sino de «actuar»

No se trata de destruir nada, sino de aprovechar lo mucho válido del pasado (experiencia) y transformar mediante la acción los deseos formulados pero nunca “actuados”. Los intentos. Para llegar a la convivencia, entendida como un espacio abierto de acciones y emociones comunes en el que se enseñe una educación hídrica:

  1. Pública, porque es tarea de la comunidad proporcionar a los recién llegados (educandos), los medios que le permitan usar y disfrutar libre y responsablemente en ella de los recursos y el patrimonio agua, trabajando desde el principio para que esa comunidad sea un espacio legítimo también para los demás.
  1. Universal, porque ha de construir los cimientos de la convivencia que constituye al “universo agua” como una comunidad humana en la que todos los miembros son igualmente legítimos, y
  1. Obligatoria, porque el educando ha de estar protegido de la negligencia  o el descuido de los “expertos” o de los que en cada momento ostenten el poder político o económico

Por lo tanto, nuestra propuesta de acción es :

  • Avanzar en el conocimiento del mundo hídrico, condición sine qua non para poder actuar responsablemente en él, mediante la participación en su construcción cotidiana. Ese es uno de los leitmotiv de este blog. Para cooperar y para participar en la reflexión creativa, es necesario un aprendizaje previo, porque no vivimos en comunidades donde sea natural ni común la participación en la reflexión. Esa es una de las rémoras de la cultura patriarcal moderna. También de la del agua
  • Querer para hacer: para vivir en libertad, en respeto mutuo y en armonía con la naturaleza, tenemos que “hacerlo” y para hacerlo, tenemos que “quererlo”
  • Vivir para querer: para vivir en la reflexión sobre las consecuencias de nuestros actos, tenemos que ”hacerlo”, para hacerlo tenemos que “quererlo” y para quererlo, tenemos que “vivirlo”…desde pequeños, aceptando de buen grado el mundo social que nos acoge y que más tarde contribuiremos a crear, porque la creación jamás se detiene

Estas dos últimas, ya no son tarea de los que compartimos  un conjunto semanal de acciones para aplicar disciplinas concretas del coaching a la gestión futura del agua,  sino de los pedagogos del agua, de la tierra…y de las personas. De los expertos a los que ya les toca hacer, no solo intentar.

Lorenzo Correa

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