Las botellas de agua mineral usada, son un problema ambiental de primerísimo orden. Es difícil que ninguna persona conectada a las redes sociales en el mundo, no sea consciente de la magnitud del problema. Un residuo difícil de eliminar es lo que queda después de habernos quitado la sed. Un agua saludable, curativa y beneficiosa para nuestra salud, se envuelve en un plástico letal. Los mares pronto tendrán más plástico que peces. Los vertederos ya no pueden acoger más envases. Porque solo uno de cada cinco envases se recicla. Y se embotellan cada año 223 hm³. La producción no para, porque el consumo aumenta en un 400% en las tres últimas décadas. Problema grave.
En futurodelagua.com ya hemos informado y opinado sobre la situación actual y sus posibles soluciones. Hoy estamos algo más esperanzados. Porque en la prensa hidráulica hemos encontrado una noticia halagüeña al respecto.
Viene de Panamá, un país pequeñito, bellísimo y exuberante. Que goza de un medio ambiente pleno y diverso. Que dispone normalmente de mucha agua. Pero que también tiene, como todos los países, retos a asumir para mantener el medio en buen estado. Y para disponer de agua de calidad. Aunque, sobre todo (como todos los países también), debe luchar para mitigar la pobreza de sus habitantes. Y dotarles de una vivienda digna y segura cuando el agua sobra.
Residuos plásticos, agua, pobreza, urbanismo y preservación del medio. Este es hoy nuestro tema. ¿Qué pueden aportar las botellas de agua mineral usadas una Smart City ?
La ciudad de Panamá es una mezcla urbanística de estilos. Un casco antiguo del siglo XVII limita con tres barrios muy distintos entre sí. Uno, muy precario, el Chorrillo en el que residían los que trabajaban para los gestores norteamericanos del canal en la llamada “Canal Zone”. El de la propia «Canal Zone», auténtico barrio residencial useño. Y el nuevo Panamá, trasunto de Miami, con sus altísimos rascacielos. Por la costa urbana, cose los barrios la Cinta Costera. A esta caótica conurbación se adhieren los barrios satélites, heterogéneos y poblados por personas de extracción humilde.
Para ellos, la vivienda es un problema. Para ellos, las botellas de plástico de aguas minerales usadas, son una oportunidad
En nuestra época, cuando la economía circular está de moda, lo ideal sería reutilizar todo lo que usamos y no tirar nada. Uno de los objetos que más usamos y tiramos son las botellas de plástico de agua mineral. ¿Para qué podrían utilizarse una vez usadas? Antes de responder, pensemos en cuántas personas que viven humildemente no tienen vivienda digna. Entonces, ya podemos responder: Usaremos las botellas de agua mineral como materia prima para construir casas para estas personas.
Esto es lo que están haciendo en Panamá. Usar 10.000 botellas usadas del agua mineral Bambito para levantar una sede vecinal para que los vecinos de un barrio del poblado satélite de Arraiján, se reúnan. Es una prueba piloto que servirá para cobijar las reuniones vecinales y para concienciar del drama de las botellas de plástico
Las ONG TECHO y Fundación Trenco, comenzaron hace unos meses a pedir a los usuarios que les entregaran sus botellas vacías de agua mineral. La primera, desplegada en 19 países hispanoamericanos, tiene como objetivo aliviar las estrecheces habitacionales de miles de familias vulnerables. Desde el año 2010, ha construido casi 1000 viviendas en Panamá, donde cuenta con más de 15.000 voluntarios.
La segunda colabora en este país en proyectos de desarrollo sostenible. Actúa en los ámbitos de restauración ambiental y reciclaje) y dedica mucho tiempo a las labores pedagógicas.
Ambas ONG decidieron trabajar concretamente en Panamá. Porque hay desgraciadamente, masa crítica para ello. No en vano uno de cada cuatro panameños se encuentra en situación de pobreza. Y a los que no lo son, fue destinada la campaña, cuyo lema es “Un Bambito x un Techo”. Pedagogía del reciclaje unida a la posibilidad real de construir un centro vecinal cuyas paredes se han formado con botellas de agua mineral usada.
Este es el primer logro de un proyecto que se adentra en el futuro con diversas actuaciones. El objetivo es dar techo a 64 familias que ahora no disponen de él. El prototipo que ahora se inaugura es el primer local de reuniones comunitario de “plástico” en Centroamérica.
Sus modestos 36 metros cuadrados de superficie, llenan de orgullo a sus constructores y por supuesto a sus futuros usuarios. En la construcción su usaron, además de 10.000 botellas de plástico de un tercio de litro, madera y hormigón armado. Las botellas, rellenan el encofrado de madera y en ellas se vierte hormigón para rigidizarlas y convertirlas en un muro resistente, translúcido e impermeable. Todo se cubre con un techo de PVC reciclado con perfiles galvanizados
Por desgracia en Panamá, aún queda mucho camino por recorrer para llegar a una gestión adecuada de los residuos. Las calles de las ciudades y pueblos, los ríos, las carreteras y las playas son testigos de la enorme cantidad de basura vertida por doquier. Los datos indican que solo la vigésima parte de la basura se recicla. Por ello, encontrar botellas de agua mineral es muy sencillo. Están por todas partes. Y lo que se intenta ahora es que los usuarios del agua Bambito depositen sus botellas en contenedores especiales dedicados a recolectar materia prima para futuras casas.
La casa está en Arraiján. Comencemos por explicar la etimología del toponímico local. Al ser una barriada situada en el margen derecho del Canal de Panamá, cuando los futuros obreros querían enrolarse en su construcción y preguntaban a donde debía ir para hacerlo, los norteamericanos les indicaban que podía hacerlo a “right hand”. Y con Arraiján se quedó.
Allí, a la derecha de la salida pacífica del canal, se empezó a construir la casa en el mas de abril de 2018. Ahora Arraiján es una ciudad situada a veinte kilómetros al oeste de la capital.
Un lugar muy necesitado de ayuda: sin agua corriente en las casas, ni calles asfaltadas ni recogida de basuras, y con un “enganche” semi legal al suministro eléctrico de la barriada vecina.
La desigualdad inherente a la sociedad panameña tiene aquí su fiel reflejo. Hay que sobrevivir con 400 $ al mes.
Una desigualdad evidente entre los urbanitas de la City. Ellos, disfrutan de los beneficios de que su país lleve diez años liderando el crecimiento económico de Centroamérica. Pero los compatriotas que viven en los suburbios, en zonas rurales o en comunidades indígenas están un 20% por debajo de la tasa de pobreza media del país. Son un 20% más pobres que los pobres.
A este colectivo pertenecen los habitantes de Arraiján beneficiados por la construcción. Pronto tendrán un lugar donde reunirse, aprender, leer y vacunarse. Hasta ahora para recibir esa inyección tan común para la mayoría de nosotros, debía caminar durante una hora para llegar al lugar de vacunación más cercano.
Con el clima panameño, celebrar fiestas al aire libre es muy duro. O te abrasas bajo el sol vertical que quema sin descanso o te ahogas bajo la intensa lluvia que dejan las tormentas en la estación húmeda. Ahora, podrán celebrar sus festividades, desde el día de la madre a la navidad, bajo techo, a la sombra y en seco.
Arraiján ya tiene su lugar de reuniones. El “be water, my fríend”, se ha hecho realidad. La amistad se consolidará entre botellas de agua mineral. Y el mar recibirá menos. Avances interesantes de reseñar en el camino hacia el futuro del agua.
Vean aquí, un resumen de todo lo realizado:
https://www.facebook.com/FundacionTrenco/videos/271973473523949/
Lorenzo Correa
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