Un río sin márgenes, es humanísimo. Cuando soñamos con un cauce en estado prístino, imaginamos márgenes amplias, repletas de vegetación de ribera autóctona para refugio, vivienda y solaz de flora, fauna, pescadores y visitantes hebdomadarios.
Esos ríos están en un altar. Tienen muchos acólitos… y a veces hasta algún fanático. Todo está ya dicho sobre ellos. Solo queda desear que los que así están, así sigan. Y los que no, que lo consigan pronto.
Pero los ríos urbanos están muy humanizados y a veces las márgenes ya no sirven para ejercer su función natural. Porque que también están humanizadas. Colonizadas, invadidas o hasta secuestradas por la humanidad.
Sin embargo,aunque parezca increíble, a veces la naturaleza ayuda.
Hoy nos detendremos en las márgenes de un río humano, el Trejo, que hace poco visitamos en nuestro andariego bregar por los cauces humanos. También conocido como Guadalporcún, es el río de la maravillosa población de Setenil de las Bodegas, en la española provincia de Cádiz.
Bellísimo enclave, con río, pero sin márgenes. Porque el río ha hecho bien su trabajo erosivo y ha excavado una impactante y extraña formación geológica. Nos hace recordar, salvando las distancias al impacto que produce el cercano tajo de Ronda
En Setenil, las paredes rocosas han permitido albergar cuevas. Y la gente que las habita, vive sobre el cauce. De ahí la seductora belleza de su entramado urbano y de la disposición de sus casas, unas bajo la roca y otras sobre ésta. Las cercanas a la ribera, sobre el río. Y todo el pueblo encajado a diferentes niveles de altura.
Recordamos en este río sin márgenes a Gerardo Diego, embrujado cuando lo vio: “Ay Setenil, Setenil, escondido en un pliegue y sin repulgo. Nutria en lecho de anís y almoraduj”
Y es que el Trejo penetra en Setenil como el cuchillo en la mantequilla. Y enfrenta sus márgenes, sembrados de cuevas que solo cierran la pared rocosa para vivir en ella. Unas son de sombra y otras de sol. Todas buscan un abrigo bajo las rocas y sobre el río
Y el río quedaba como punto de encuentro de los setenileños. Allí, entre el margen y el lecho, se lavaba la ropa, se celebraban banquetes familiares, se contaban secretos, se llenaba el cántaro. Sin márgenes en el río, este era la calle principal del pueblo. El lugar geométrico de la vida. Ahora, en el lecho, además de nutrias, hay colectores de aguas residuales. Cosas del progreso, que afortunadamente no ha alterado un ápice la belleza del lugar. No dejen de ir a verlo.
Lorenzo Correa
¡ Síguenos en las redes sociales !
¿Te interesa la gestión del agua desde la perspectiva del coaching?
Ponte en contacto con nosotros para más información sobre la participación de Lorenzo Correa en charlas, conferencias, formaciones o debates a nivel internacional