Como “poeta del mar”, de Puerto Rico, es conocido nuestro vate amigo de este miércoles. Que no es otro que Evaristo Ribera Chevremont. Y haciendo honor a su alias, nos regala un soneto sobre el mar.
Nadie en la preciosa Borinquen ha escrito tanto sobre el Caribe, el mar de Puerto Rico. Evaristo le dedicó dos libros de poemas. Porque él, como buen isleño, nació rodeado de agua por todas partes. Por eso cantó al agua del mar, a su espuma, a sus olas, a su luz… Y sacó de su pasión marina mucha poesía dedicada a los mitos oceánicos ya ese misterio cósmico que identifica y caracteriza a su obra.
Escribió una gran variedad de “Sonetos del mar”, de Puerto rico, por supuesto. No en vano fue un sonetista de raza. Que contemplaba sus mares desde su experiencia humana, con amor y con una enorme capacidad de interpretación y aprendizaje.
Hoy nos deleita con el soneto de los “comos”. E interpreta, a partir de sus respuestas a lo que se pregunta cuando observa, la realidad abismante del mar. Del fondo a la superficie. Y así conecta el mito con el agua y el cielo. La luz con el infinito.
Tanta agua contenida en el mar, infinita también, permite a un poeta llevarnos de lo clásico a lo cósmico. Y utiliza con maestría y oficio las herramientas del hispanoamericano modernismo y del ultraísmo. Consigue así integrar su obra poética en un universo de ternura, no exento de vigor y exuberancia.
Puro Caribe, donde el agua es fuente inagotable de color. Donde las olas generan una espuma chispeante y fosforescente. Ya sabemos que ahora hay muchos sargazos. Pero jamás podrán resistir un poema sobre el antillano mar de Evaristo.
Porque su mar, nuestro mar, siempre será un espectáculo de luz y color, con constantes variaciones de matices y formas. El Caribe, mar de Puerto Rico. El piélago de Evaristo Ribera Chevremont, el que siempre despeja sus interrogantes para que todos sepamos cómo es.
Lorenzo Correa
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