China está en el ojo del huracán mediático desde que comenzó el año 2020. El coronavirus ha situado a este enorme país en todos los noticieros. Y ha generado enormes problemas de supervivencia, de convivencia, sanitarios, higiénicos y económicos a sus habitantes. Y de rebote, económicos y sanitarios, a toda la humanidad.
Pero esos problemas, sin duda de enorme magnitud, se suman a los que ya existían. Y el agua, en China, como ya hemos indicado aquí, es un problema de presente y, sobre todo, de futuro. Además, el agua también es una herramienta fundamental para enfrentar al virus de Wuhan. Poca importancia se le está otorgando a este hecho. Nos dicen que lavarse las manos es necesario y que hay que hacerlo continuamente para prevenir el contagio. Pero, cuando el virus llegue a países donde lavarse las manos es un auténtico lujo… ¿qué sucederá?
Para lavarse las manos hay que disponer primero de acceso a instalaciones adecuadas y a jabón. Pero ese acceso solo es factible para el 60% de la población mundial y, desgraciadamente el virus no distingue entre quién tiene acceso y quién no.
Aunque la proporción es engañosa, porque en los países del primer mundo, prácticamente todos tienen acceso. Pero en los demás, que son los más, solo el 28% disponen de él. Y tampoco con esto nos aclararemos, ya que hay unos cuantos países en los que solo el 1% de la población tiene acceso a estas instalaciones. Es el caso de Liberia, que ni siquiera se ha liberado de la suciedad manual. Entonces, cuando llegue el coronavirus por allí, ¿será posible cumplir la “orden” estricta de lavarse las manos muchas veces al día?
Solo por esto, ampliar el número de manos limpias es una cuestión urgente y prioritaria. Porque todavía quedan muchas manos por limpiar. Y es que, en 42 países, menos de la mitad de la población tiene donde lavarse las manos en su casa. Por su parte en otros 17, más de 10 millones de personas no tienen instalaciones para lavarse las manos.
Además, hay que añadir que solo la mitad de las instalaciones de lavado son fijas. Mala noticia, porque mantener jabón y toallas en una instalación móvil es casi imposible. Por lo tanto, en las móviles se lavan bien muchas menos manos…o directamente no se lavan. Y el coronavirus se aprovechará de ello.
También es muy importante que, aunque se disponga de instalaciones teóricamente adecuadas, en ellas haya agua y jabón. Aquí los datos varían mucho. El último lugar lo ocupa Etiopía, donde solo el 0.1% de los hogares dispone de agua y jabón en su lavabo. Y el primero, Irak, donde todo está bien en el 91% de los hogares
Pero lavarse bien las manos debe ser posible tanto en el ámbito urbano como en el rural. El reparto también es muy desigual, incluso en un mismo país. En Gambia, por ejemplo, solo el 12% de los hogares rurales puede disponer de lavabo en regla, mientras que en zonas más urbanizadas el porcentaje asciende hasta el 68%. Y en Túnez los rurales tienen la mitad de acceso a instalaciones que los urbanos
En general, solo el 34% de los residentes rurales tienen acceso a una instalación básica de lavado de manos. Aviso para navegantes. ¿Qué pasará cuando el coronavirus obligue a lavarse las manos con profusión para evitar su contagio?
Peor están en Sierra Leona, donde solo la cuarta parte de los que viven en el campo tienen acceso a agua y jabón. Además, el acceso solo al agua también es muy complicado
Estos datos son muy preocupantes, porque, antes de la explosión del virus, no se llegó a conseguir avanzar casi nada, en siete años, en la equiparación de acceso a instalaciones adecuadas entre el mundo urbano y el rural.
Y todo ello sin olvidar que en el ámbito urbano también hay una gran diferencia entre el acceso existente en los barrios pobres y el que disponen en los barrios residenciales. Como es lógico, una persona con mayor poder adquisitivo puede procurarse su jabón y mejorarlo o cambiarlo cuando le plazca. Eso no ocurre en el caso de los pobres. O lo hay, o no lo hay.
Por lo tanto, los ricos se lavan las manos más que los pobres. Mucho más, si comparamos lo que ocurre en Nepal. Allí todos los ricos se las lavan, pero solo un 40% de los pobres lo hace. Otro argumento más de peso para luchar incansablemente en la reducción de la brecha de la desigualdad. Y además se las pueden lavar cuantas veces lo consideren necesario. Y esto abre aún más la brecha.
Si abordamos los sectores de la población, ancianos y discapacitados, se llevan la peor parte. Y, como todos sabemos, los ancianos son el mayor grupo de riesgo para el coronavirus. Por ello, es primordial que se trabaje duro en este campo para incentivar su participación en programas de incentivación del lavado de manos. Porque ahora, casi no se las lavan, ya sea por desconocimiento de las virtudes de la higiene o por dificultades de acceso a las instalaciones.
Tampoco es suficiente con disponer de ellas. Además, hay que hacerlas también accesibles para estos colectivos. Porque un 15% de la población está impedida físicamente de autonomía de movimientos. Y necesitan ayuda para acceder a la higiene básica. Si no la tienen, aunque a duras penas puedan acceder, es fácil que tomen contacto con elementos sanitarios “sucios”. Y esa es una vía terrible de contagio de enfermedades, también a la que ahora nos preocupa, a la que una persona independiente y autónoma no está expuesta.
Por ley de vida, todos los que estamos vivos hoy, sabemos que en 30 años seremos más viejos si seguimos vivos. Y eso no nos pasará solo a nosotros, sino a toda la gente. Por ello, en 2050, la proporción de la población mundial mayor de 60 años pasará del 12% al 22%. Razón suficiente para avanzar en disponer de instalaciones accesibles para ancianos, que conformarán una importante parte de clientela de usuarios. Y diseñarlas para que puedan construirse en todas partes de forma adecuada y homologada. Para que los ancianos también puedan tener las manos limpias.
Todo esto ya está definido por la ONU en el compendio de tecnologías de bajo costo para mejorar la accesibilidad de las instalaciones domésticas de agua, saneamiento e higiene, conocido por el acrónimo de WASH.
Este compendio está diseñado para ser utilizado por todos los que trabajan directamente con comunidades en áreas rurales del África subsahariana: trabajadores de salud, técnicos y voluntarios. Define tecnologías de bajo costo para mejorar la accesibilidad de las instalaciones domésticas de agua, saneamiento e higiene. En este marco, también define los diseños actuales de instalaciones de lavado de manos. Gracias a esta información homologada, quien tenga la posibilidad de mejorar la situación de las manos de cualquier ser humano, tiene la herramienta adecuada. Y aquí se incluyen los humanos más vulnerables, como son los desplazados por conflictos y catástrofes naturales, los pueblos indígenas y los migrantes. Que son, precisamente los más expuestos al contagio y la expansión tanto del coronavirus como de la temible diarrea.
Tan temible que asusta conocer los datos relativos a refugiados que huyen de conflictos. Concretamente, los de los niños. Porque donde hay guerra o allá donde llegan sus secuelas, los niños menores de 5 años están 20 veces más expuestos a morir por culpa de la diarrea que a ser víctimas de proyectiles o explosiones.
Porque uno puede buscar protección de estos últimos. Pero no puede comprar jabón, conseguir agua limpia y construir una instalación adecuada para tener las manos limpias. Con mucha suerte, puede accederse en un campo de refugiados a una instalación común de estas características. Pero lo más normal es que el jabón haya sido robado o que se desperdicie cuando se usa. Y la consecuencia es que, aunque haya instalación, no hay jabón.
Y es que el jabón es un capítulo aparte en esta historia. Por desgracia, hay que distribuirlo en grandes cantidades y por ello no suele ser de buena calidad o no es el adecuado específicamente para dejar las manos limpias. Y si lo es, los usuarios lo reservan para ducharse o bañarse. No para lavarse las manos. Por eso, la elección del jabón es muy importante. Para las manos uno y para la ducha otro, sería lo ideal. Y ambos adecuados, porque si el jabón reseca la piel o no tiene un aroma adecuado, deja de usarse.
Otro aspecto interesante es el de conocer las razones que impulsan a las personas a lavarse las manos o, por el contrario, las que les quitan las ganas. Las sociedades afectadas por una crisis, económica o bélica, provocan evidentes problemas depresivos en sus integrantes. Y esos problemas llegan a afectar a la salud mental. En estos casos, se quitan las ganas de lavarse las manos. Les da igual tener manos limpias o sucias. Un dato importante a tener también en cuenta.
Tampoco es nada fácil dar buen servicio con instalaciones adecuadas a los pueblos aborígenes que viven aislados y por supuesto lejos de las grandes ciudades. Difícil así mantener instalaciones en buen estado y con jabón suficiente. Como también lo es que asuman que este tipo de medidas higiénicas es necesario en su caso
Finalicemos este repaso a las manos del mundo con la situación en las escuelas y hospitales. En las primeras, el dato es de “vaso medio lleno”. Porque solo la mitad de las escuelas del mundo ofrecen lavado de manos seguro y constante a sus alumnos. Por eso, mirando la otra cara de la moneda, casi mil millones de niños escolarizados no tienen posibilidad de tener las manos limpias.
En cuanto al acceso, es más fácil en cuanto mayores son los alumnos y mayor en las escuelas urbanas que en las rurales. Sirva como ejemplo impactante que, en la India, el 5% de las escuelas disponen de instalaciones, pero solo funcionan cuando los alumnos traen el agua de casa. No hay agua en esas escuelas
Respecto a los hospitales, sus instalaciones deben ser algo más sofisticadas que las demás. Porque al agua y al jabón, debe añadirse desinfectante alcohólico. Y siempre en un radio máximo de cinco metros del inodoro.
Y el vaso vuelve a estar medio lleno. Porque solo la mitad de los centros de salud del mundo dispone de instalaciones básicas de higiene de manos en el punto de atención. Aunque aún se ve más vacío cuando observamos lo que sucede en 54 países pobres. En ellos, la tercera parte de sus hospitales no dispone de instalaciones de manos limpias.
Sirva esta recopilación de datos, con motivo del día mundial del lavado de manos para reflexionar sobre la importancia de diseñar programas de implantación de lavabos adecuados, conforme a los modelos homologados en todas partes. Sobre todo, en escuelas y hospitales. Además de esta tarea faraónica, aunque imparable, hay otro compromiso. El de mantenerlas con el jabón adecuado y dotarlas de agua de calidad. Este es el más difícil y el que nos debe llevar a seguir luchando porque en el plazo más breve posible, se acabe la discriminación de las manos limpias en el mundo. Higiene, también, para todos.
Ojalá que, dentro de la desgracia que supone la eclosión de una nueva enfermedad desconocida y contagiosa, su irrupción sirva para despertar conciencias en este ámbito. Porque así se conseguirán los recursos económicos necesarios para avanzar en la factibilidad para el mayor número de personas posible, del simple hecho de lavarse bien las manos.
Sería uno de los pocos, o el único, buen recuerdo que nos dejará el coronavirus.
Lorenzo Correa
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