Un nuevo ecosistema se ha hecho mayor en nuestro planeta. Es la llamada plastiesfera, que acoge maternalmente en el mar y en la tierra los vertidos de residuos plásticos en fragmentación constante. Los terrestres acaban en el aire, en el mar o en el acuífero. Los marinos se agrupan y desagrupan al albur de las corrientes que los
unen y separan. Y dan forma a caprichosos mapas de nuevos continentes.
Hace ya tiempo se dio la voz de alarma para detener el constante crecimiento de este nuevo ecosistema. La solución pasaba por dejar de alimentar la plastiesfera con más residuos fragmentados. Pero llegó la pandemia y el plástico de un solo uso está recuperando el terreno perdido. En nuestras vidas y en la plastiesfera.
Un ejemplo visible es el de las mascarillas, que se han convertido en protagonistas de las vidas de cientos de millones de personas en el mundo. ¿Cuántas se usarán al día? No vamos a perder ni un segundo en hacer el cálculo. Simplemente nos preocupa y apena no tener necesidad de hacerlo, porque el resultado se nos viene a los ojos paseando por las calles y plazas de los pueblos y ciudades. O echando un vistazo a las noticias del mar. En estos tiempos de pandemia, no cesan de publicarse avisos sobre la creciente cantidad de mascarillas, guantes y otros artículos derivados de las medidas de protección ante el virus, que se desechan y se observan en las playas. O se ven flotar en el mar. Plásticos de un solo uso emergen en la plastiesfera. Y nos los estamos bebiendo
La doble cara de las monedas que usamos en todos los ámbitos de nuestra vida. La cara buena, es la protección que, salvo para los negacionistas, suponen. Es decir, los contagios que evitan. La mala, los vertidos que se acumulan por doquier. Porque para evitar contagios, casi todo lo que tocamos deben ser artículos de un solo uso. Volvemos otra vez al usar y tirar. Y eso es lo que apreciamos a simple vista en nuestra vida cotidiana. Que afortunadamente se usan pero también que desgraciadamente se tiran en cualquier lugar.
Esta realidad coincide en el tiempo con la presentación, por parte de la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos, de una exhaustiva relación de sustancias que pueden formar parte de materiales que entran en contacto con el agua potable. Con el objetivo de que, en un próximo futuro, solo se permita el uso de las sustancias contenidas en ella.
El “cuándo” lo determinará la aprobación de la nueva Directiva sobre agua potable. Porque en ella se incluirá una relación de productos seguros que se integren en grifos y canalizaciones con los que contacta el agua que llega a nuestras casas para beberla con la máxima seguridad. Unas 1500 sustancias se prevé que conformen la lista, que adoptará la Comisión Europea dentro de 4 años. Y que serán evaluables en continuo en la siguiente quincena de años
Antes de observar con preocupación las negras nubes que se ciernen sobre los mares debido a las mascarillas, vamos a iluminar el artículo con algo esperanzador. Las novedades sobre la incipiente Directiva de agua potable. Porque su redacción se acordó en 2109, momento en que comenzó a recorrer el largo y sinuoso camino que la llevará a su aprobación
Los hitos que marcan su recorrido son la aprobación del Parlamento Europeo y del Consejo, y su esperada publicación en el Diario Oficial de la UE, para entrar en vigor 20 días después.
En ella, las sustancias permitidas para entrar en contacto con el agua potable serán la clave para su éxito y nuestra tranquilidad. Porque representarán nuestro mejor aliado para luchar, entre otros, contra esos materiales plásticos a los que la pandemia ha vuelto a poner en el candelero. Tras años luchando contra su difusión y vertido, en pocos meses, se han convertido en el mejor escudo protector para tratar de frenar los contagios. Junto con el lavado de manos. Y también en la armadura que protege a los sanitarios Y que les suministra herramientas seguras para usar en el hospital, en la ambulancia, en la consulta o en el laboratorio. Plásticos buenos emergen en nuestras vidas, cuando hasta hace poco creíamos que todos eran malos. Pero todos acaban en la plastiesfera
¿Cómo hemos llegado a esto? Por el progreso. La parte buena del plástico es que evita la tala de bosques y reduce extracciones mineras. Sustituye madera y metal en la construcción de estructuras y utensilios. La parte mala, es que sus residuos son un problema ambiental..
Hoy por hoy es imposible dejar de usar plásticos en la producción de materiales hospitalarios. Y no digamos en la fabricación de vehículos y en la edificación. Además, el plástico de un solo uso está presente en nuestras vidas desde que nos despertamos hasta que nos dormimos. Y con la COVID-19, aún más. Hasta ahora, se ha ido aumentando la conciencia ambiental del primer mundo en estos aspectos. Todo comenzó con la regla de las tres erres. Para reducir al máximo este tipo de plásticos, reciclarlo y reutilizarlo. Un descanso para las malas conciencias de los modernos con su sempiterno botellín de agua mineral en la mano.
Ya hemos debatido aquí ampliamente las escasas posibilidades de éxito del reciclado y la reutilización en estos ámbitos de la plastiesfera. Aunque todo ayude. Pero ahora, se incrementa el uso por la pandemia. Paso atrás.
También tratamos sobre la presencia de microplásticos en el agua que bebemos. Dicen que si la concentración es baja, se eliminan sin problemas. Si no, ahí tenemos a un enemigo de nuestra salud que nos invade por el agua que ingerimos.
Recordemos que los micro y los nanoplásticos se engloban en la clase de partículas de material plástico de tamaño inferior a 5mm de diámetro y, a menudo, microscópicas. Se conviene que los microplásticos son una mezcla heterogénea de partículas con diámetro de entre 0,1 y 5000μm. Por su parte los nanoplásticos tienen al menos una de sus dimensiones entre 0,001 y 0,1μm. Todos ellos son plásticos muy fragmentados . Es decir cualquier tipo de poliímero sintétiico, como el polietileno, el polipropileno y el poliestireno
¿Qué van a hacer los envasadores? Parece que sustituir los microplásticos por nanoplásticos. Y esta es la batalla que está a punto de comenzar. Porque ahora el foco está puesto por la OMS en los nanoplásticos. Y es que no hay estudios solventes sobre sus secuelas. Ya los que hay, no entran a aclarar las dudas sobre las consecuencias para la salud humana que puede suponer el uso de estas partículas.
Al final, siempre bebemos mayoritariamente agua envasada en plástico, con partículas de mayor o menor tamaño disueltas. Aquí se cierra el círculo y conectamos con la directiva del agua potable y su lista de sustancias. Futuro del agua en estado puro (aunque con partículas invisibles en él y ella)
En un interesante artículo publicado en el número 93 de la la Revista Española de Salud Pública, Clara Bollaín Pastor y David Vicente Agulló, resumen el debate con toda nitidez.
Para ellos, los plásticos, “además de las consecuencias sobre el medio ambiente, tienen un efecto directo sobre los seres vivos, ya sea por ingestión o por toxicidad. También, pueden actuar como vehículos de especies invasoras y adsorber en su superficie otros contaminantes. Como los BPC, HAPs o DDT. Incrementando así el efecto tóxico propio debido a los componentes que poseen tales como plastificantes, aditivos, metales pesados, etc”
Existe disparidad en los resultados publicados en cuanto a la presencia de microplásticos. Tanto en abastecimientos como en agua de consumo y embotellada. No existe una metodología normalizada de métodos analíticos. Tampoco rigor en la definición y descripción de los microplásticos que permitan la comparación de resultados.
Ante la falta de evidencia científica, es necesario profundizar en el estudio sobre la presencia de estos. Y de sus efectos potenciales en la salud para ser considerado como un parámetro a vigilar en las aguas de consumo humano.
Dejan muy claro en tan excelente artículo lo siguiente: “El único origen de la contaminación de las aguas por plásticos es la actividad humana. Bien primaria, cuando “se elabora en forma de microesferas en el sector cosmético (en la formulación de exfoliantes, pasta de dientes, etc.). O como materia prima para la producción de plásticos (granza).
O secundaria, “cuando se producen como consecuencia de la degradación física o química de plásticos o fibras de mayor tamaño, que llegan al medio ambiente por una mala gestión de los residuos”
Algo hay que hacer ante la presencia de minúsculos fragmentos de plástico y fibras en el agua que bebemos. Sobre todo, polímeros como tereftalato de polietileno y el polipropileno. Cierto es que se consideran de baja toxicidad. Pero corremos el riesgo de que en ellos se encuentren monómeros y aditivos disgregados. Además, partículas de plástico pueden productos químicos hidrófobos que pululan por el aire o el agua. Entre ellos, compuestos orgánicos persistentes. Los temidos pesticidas, insecticidas organoclorados, herbicidas y bifenilos policlorados. Esos que resisten las tres degradaciones. La fotolítica, la biológica y la química
Así que el futuro del agua potable pasa, entre otras muchas decisiones, por la de publicar esa directiva. Pero deberá dejar muy claro si se pueden usar microplásticos o nanoplásticos. Y definir claramente ante todo, qué es un microplástico
Si la Unión Europea persiste en su intención de prohibir los microplásticos en productos cosméticos y pinturas, la prohibición no sería efectiva hasta dentro de diez años. Pero quizás ya sea demasiado tarde. Y esa década, además, permitiría ganar tiempo para proceder a la sustitución del microplástico por el nanoplástico.
Por otro lado, si se prohíben, se evitaría algo importante. Que entre 10.000 y 60.000 toneladas de plástico acabasen en la plastiesfera cada año. Por eso, la Comisión Europea solicitó a la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA) la redacción de una propuesta de argumentario prohibicionista. Pero, en el centro de la polémica está la definición “maldita”. La de que son materiales constituidos por partículas sólidas que contienen polímeros con un diámetro inferior a 5 milímetros. A las que se pueden haber añadido aditivos u otras sustancias.
La organización de la industria química europea CEFIC enfatiza la necesidad de evidencia científica sobre los peligros. También sobre los riesgos de los microplásticos agregados intencionalmente. Para justificar una propuesta de restricción. Por eso, para ellos, el impacto de los microplásticos en el agua o el suelo primero debe investigarse más. Y luego regularse.
Desde el otro lado de la trinchera, la propuesta de la UE podría inspirar a la industria química a reemplazar los microplásticos por nanoplásticos. Y estos últimos, pueden provocar efectos y bioacumulación aún peores que los de los primeros. Porque las partículas tan minúsculas pueden entrar fácilmente y dañar las células. Pero los nanoplásticos están actualmente excluidos de la prohibición.
La Comisión Europea declaró algo importante en su Informe del Paquete de Economía Circular. Que la evidencia europea de los riesgos potenciales para la salud y el medio ambiente de la contaminación por microplásticos justifica restringir el uso de microplásticos añadidos intencionalmente.
Y en este contexto se inserta la petición de la Comisión a la Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos. Instan a preparar la antes mencionada propuesta sobre microplásticos añadidos intencionalmente a los productos cosméticos y detergentes. Y a minimizar su liberación en tejidos, neumáticos, pintura y colillas de cigarrillos.
Por su parte, la OMS considera que todavía sigue teniendo prioridad la eliminación de patógenos microbianos,. Y también químicos del agua potable. Y qu,e por ello, los operadores del abastecimiento deben asegurarse de que las medidas de gestión sean eficaces. Incluyendo la optimización de los procesos de tratamiento del agua para la eliminación de partículas. También la seguridad microbiana. Indican que así también se ayuda a eliminar microplásticos. Aunque hoy por hoy, no considere necesario el control rutinario de su presencia en el agua potable.
Así están las cosas en la plastiesfera. Como siempre, el tiempo dirá cómo va a ser el futuro del agua, también en estos aspectos. Esperemos que la remisión de la pandemia ayude a que la proliferación de plásticos de un solo uso disminuya otra vez. Y mientras, gestionemos bien lo que hacemos con guantes, mascarillas y otros adminículos preventivos e contagios. Pero por favor, cuando tiren una mascarilla, córtenle antes las gomas.
Lorenzo Correa
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