Recolectar agua de lluvia alivia el trabajo de mujeres y niñas


Al futuro del agua que todos deseamos se llega por un camino sembrado de obstáculos. Sortearlos con destreza y donosura es la tarea de los gestores. Pero también de todos los usuarios. Incluidas las mujeres. Ese camino está empedrado de buenas intenciones, de ideas maravillosas y también de corrupción y codicia. Hoy trataremos sobre una de las incertidumbres de futuro más angustiosas. La de poder dotar de agua con garantías cualitativas y cuantitativas a consumidores domésticos que viven al margen de las redes de distribución.

Consumir agua “bendita” es un desiderátum de futuro que obligatoriamente un puede dejar a nadie atrás. Sin embargo, el agua potable doméstica es cada vez más difícil de conseguir en muchísimos ámbitos. Y casi todos corresponden a países poco o nada desarrollados. Por eso debemos fijarnos en ellos. Porque son los que más probabilidades tienen de quedarse atrás. Mala gestión, corrupción, cambio climático o deterioro progresivo de las fuentes de abastecimiento. Culpables hay muchos. Pero lo que interesa son las soluciones

¿Qué puede hacerse en comunidades rurales apartadas del trazado de las grandes redes o en barrios suburbiales marginados de las grandes ciudades? En primer lugar, identificar a quienes más sufren y trabajan para conseguir que en su casa haya agua. Acertaron. Son mujeres y niñas las protagonistas de nuestro artículo.

Porque ellas se ocupan de ir a buscar y traer el agua que sus domicilios necesitan para beber y para vivir. Son las gestoras del abastecimiento, porque nadie más se ocupa de estos menesteres. Pongamos nuestro foco en una megápolis con aspectos históricos, monumentales y sociales maravillosos. Pero con una cara inquietante oculta. La ciudad de México

Sobre el pobladísimo DF se cierne una sequía prolongada. Y en sus numerosísimas colonias periféricas se vive mal. Porque la mitad de la población de la ciudad soporta durascondiciones de pobreza. Unos cinco millones de personas, que viven en las denominadas colonias pobres. La mayoría de los hogares no dispone de un modesto depósito de agua. Por ello, les toca a las mujeres proveer cada día a su hogar del agua necesaria para la subsistencia y la higiene. Ellas gestionan la captación  el transporte, la reutilización y el vertido.

Imagen © Carlos Cazalis/Carlos Cazalis/Corbis

Para ello, necesitan tiempo y esfuerzo. En cuanto al primero, destinan una semana laboral completa a estos menesteres. Cada día más complicados de realizar. Porque más de la mitad de la población mexicana reside en zonas con escasez de recursos hídricos. Y en el caso de la capital, ésta ocupa el tercer lugar en el pódium de estados con más necesidad de agua de la nación

En ciudades abastecidas por grandes redes que llegan a todas las personas que en ellas habitan, el futuro del agua en este ámbito se centra en defender y diseñar las ya famosas soluciones basadas en la naturaleza. Por ahí vamos bien. Pero otra cosa es que su implementación llegue a resolver los problemas de las colonias o barrios más pobres y por ello, vulnerables. ¿Qué pasa con los sectores sociales que quedan fuera del radio de acción de la planificación y ejecución de los gestores de redes?

Que tienen, como vulgarmente se dice, que buscarse la vida. O esperar que el maná les alcance. Y en el DF, ese maná ha tomado forma de programa para aumentar la resiliencia, mediante la reducción de la vulnerabilidad social de las mujeres. Y se pretende lograrlo implantando sistemas de recolección de agua de lluvia. Una más de las infraestructuras verde-grisáceas.

El objetivo último es el de rebajar la enorme carga de trabajo doméstico que las mujeres deben acometer cada día. Tareas de la casa, cuidado de niños…y gestión del agua en hogares con acceso, inseguro, complicado y lejano a ella.

Para lograr realizar esta hazaña cotidiana, deben sacrificar su desarrollo personal y social, sus estudios. Multiplicar el trabajo no remunerado en el hogar ocupándose además de la gestión del agua

Para equilibrar las diferencias entre hombres y mujeres en el ámbito de la gestión del agua en países poco desarrollados, hay que introducir este criterio a la hora de tomar decisiones  y de planificar por parte de los gestores públicos del agua.

Comenzando por aumentar la presencia de mujeres en este ámbito. Porque en estos países solo hay un 17% de ellas trabajando en cualquier estamento laboral del sector. Para solucionarlo hay que trabajar duro en tres frentes. Reduciendo la escasez del recurso, repartiéndolo con más equidad  y asegurando la inclusión de las mujeres en todos los proyectos y obras hidráulicas del porvenir.

Y las infraestructuras verdes están llamadas a ser uno de los protagonistas estelares de este nuevo escenario de futuro venturoso. Porque también pueden ayudar a reducir la brecha de género

La infraestructura verde incluye medidas para proteger, restaurar o gestionar de manera sostenible los ecosistemas naturales para abordar los desafíos sociales. Es una solución que puede fortalecer la resiliencia del agua urbana al mitigar los efectos del cambio climático, como inundaciones y olas de calor, y los riesgos de escasez de agua.

La infraestructura verde, como los bosques restaurados o los sistemas de recolección de agua de lluvia, pueden complementar la infraestructura construida convencional, como presas y plantas de tratamiento de agua, brindándoles flexibilidad y adaptabilidad, extendiendo su vida útil, reduciendo los costos de mantenimiento e incluso brindando otros beneficios colaterales.

En estas páginas hemos relatado con generosidad las virtudes de la infraestructuras verdes aplicadas en países ricos. Recordamos el ejemplo paradigmático de la ciudad de Filadelfia,que  diseñó en 2011 este tipo de medidas para mejorar su drenaje urbano. Hasta hoy, ya se han inaugurado más de 2.800 actuaciones de infraestructura verde.

Y poco a poco, se va convirtiendo en una ciudad esponja con sus parques drenantes, sus techos verdes y sus tanques de tormenta. Por eso, 10 años más tarde más de 10 hm³/año del agua de la lluvia que cae en la ciudad no llega a los cauces públicos en el peor momento, sino que es absorbida por la vegetación, almacenada en los depósitos subterráneos o infiltrada en los acuíferos.

Resultado. Menos contaminación del agua, mayor salud en la cuenca y menor riesgo de inundaciones. Parece fácil pero para conseguirlo hay que tener voluntad política, dinero  y poca corrupción. Justo lo que se echa de menos en países en vías de desarrollo. Tener solo dinero no sirve si hay corrupción,. Ni la iniciativa política, si no hat dinero.

Veamos cómo están copiando lo bueno en el DF. La Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México (SEDEMA) comenzó a captar a los voluntarios que quisieron inscribirse en el programa de cosecha de lluvia durante el pasado mes de marzo.

El programa tiene como objetivo mejorar la garantía de abastecimiento en la gran urbe. Y al mismo tiempo eliminar en lo posible el desequilibrio de género. Actuando en una megápolis de 9 millones de habitantes. En la que el 85% del agua no tiene garantías cualitativas suficientes para garantizar su potabilidad.

Y en cuanto a la cantidad, el acuífero de la cuenca del Valle de México ha perdido la mitad de su agua en 10 años. Algo parecido a lo que la megasequía está provocando en Chile. Inaguantable sobreexplotación de acuíferos otrora exuberantes. Y la cuenca coadyuvante, la de Cutzamala, ofrece el mismo dato. Aunque esta vez, a causa de la sequía.

Cuando el aguan escasea en una gran urbe, ya podemos imaginar a quiénes les afecta más. A los habitantes de las colonias pobre. El emblema es Iztapalapa, una de las una de las 16 alcaldías del DF. Además, es la más poblada, con casi 2  millones de personas de las cuales casi la mitad viven en condiciones muy precarias. Un ejemplo. Casi 7.000 viviendas no están conectadas a ninguna red de abastecimiento  o saneamiento. Y un 35% de la población tiene un déficit de suministro de agua importante . La consecuencia es que las mujeres dedican entre una y cuatro horas a la semana al  transporte de agua a sus hogares.

Para ayudar a mitigar este problema, en 2019 el gobierno de la Ciudad de México implementó el programa “Cosecha de lluvia”. Actúa en hogares situados en zonas con gran escasez de agua. La primera colonia elegida fue Iztapalapa y la segunda, Xochimilco. Por fortuna, el programa funcionó correctamente  y hoy ya son 8 las colonias de actuación.

El programa ayuda a instalar sistemas de recogida de agua de lluvia. Así todas la precipitación que cae sobre los techos y tejados de las casas, es almacenada en una cisterna, que luego se puede utilizar para usos domésticos.  Nada nuevo bajo el sol, ya que así se conseguís disponer de agua en muchos lugares del mundo en tiempos pasados, con aljibes y cisternas. Pero interesante porque significa rescatar una costumbre ancestral  con los  últimos avances tecnológicos incorporados.

Y útil, porque esta recolección, una vez potabilizada el agua almacenada puede resolver el problema del agua en una vivienda durante de cinco a ocho meses al año. En ellos, se acbaraon los viajes a la fuente.

La novedad de este “invento” tan antiguo, que transporta el pasado al futuro del agua, es que se priorizan hogares gestionados por mujeres, madres solteras, indígenas, ancianos  y discapacitados. Precisamente los que siempre se han quedado atrás. Con estas medidas equitativas, se ha conseguido resolver problemas de agua a más de 13.000 mujeres que llevan las riendas de su hogar. Ellas disfrutan del 65% de los sistemas de captación de agua de lluvia instalados.

También se pretende que en el futuro las gestiones de operación y mantenimiento de los sistemas sean realizados equitativamente. Por hombres y mujeres. Actualmente ya más de la mitad de los hogares lo han conseguido. Y también se ha reducido el tiempo que los residentes dedican a garantizar un suministro adecuado de agua para sus hogares.En un porcentaje de entre un 20 y un 30% en los hogares donde las mujeres son las únicas responsables del suministro de agua.

Los nuevos conceptos derivados de todo lo expuesto son mayor resiliencia comunitaria y una más equilibrada perspectiva de género. Para garantizar que cada vez haya más mujeres formadas. Y también responsables e integradas en su entorno social y laboral . En ello, la gestión del agua puede ayudar mucho a conseguirlo

Para eso sirve también, aunque pocos lo imaginaran, las infraestructuras verdes.

Lorenzo Correa

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