Casi siempre que vemos un tractor, acostumbramos a estar en el campo. Allí realizan sus labores de arrastre y transporte desde hace mucho. Reemplazaron a los tiros de caballos, mulas, bueyes y otros animales de carga. Sus motores mecánicos sustituyeron a los de sangre. Ahorrando así a los seres humanos y a sus animales domesticados sudor y lágrimas.
Pero aquí escribimos de lo que nos sorprende en los ríos cuando paseamos a lo largo de sus cauces o los cruzamos. Y en ese entorno habíamos visto muy pocos tractores agrícolas como el de las fotos que hoy nos inspiran.
Aunque en los campos de cultivo cercanos al espacio fluvial sea lógico y frecuente observar su presencia, en ellos los tractores se ven “desde el río, pero no “en” el río. Cierto es que cuando éramos más jóvenes, los habíamos viso “limpiando” cauces para recuperar por las bravas secciones de desagüe.
Pero eran pocos, ya que otro tipo de maquinaria de obra pública se dedicaba a esos menesteres. De todas formas, hoy es mejor correr un tupido velo sobre aquellas prácticas, que ya quedan en el pasado. Porque ahora las tareas de limpieza, se hacen de otra manera. Restauración de cauces, les llaman.
Volviendo al presente, ayer paseábamos por una playa amenazada por las nubes de la DANA de turno. Y en la desembocadura de un cauce, vimos tractores. ¡En la playa!
Nos quedamos un buen rato admirando el buen hacer del conductor, que tendía sobre la arena compactada el pijama de rayas con el que pasarían la noche los pescadores y visitantes playeros. Los del otoño, no son bañistas. Y suelen ir de noche.
Entre idas y venidas, comprobamos que el tractorista estaba recuperando el tramo final del cauce, dormido y sepultado en el verano por la arena playera. Y hasta vimos el final del túnel por el que el río es obligado a transitar en las desembocaduras de villas turísticas.
Suponemos que cuando el lecho fluvial emergió de las sombras, le debió costar mucho acostumbrarse a lo que en el pasado era normal. Una desembocadura modesta pero siempre iluminada por soles y lunas.
Afortunadamente, ahora los municipios hacen caso a las predicciones meteorológicas. Y cuando éstas advierten de borrascas otoñales, gotas frías y DANAs, actúan con diligencia.
Para ello, envían a los tractores a desnudar y despertar a los tramos finales de los cauces playeros. Para que puedan verter al mar toda el agua y los sedimentos que la DANA les aporte.
Menos mal que no hay bañistas para quejarse. En cualquier caso, sirvan estas líneas y fotos para recordar a los que lo saben, e informar a los que no, de que debajo de sus sombrillas y toallas de agosto, duerme un cauce que suele despertarse en otoño.
Y para que se despierte sin sobresaltos están los tractores
Lorenzo Correa
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