WASH: Abastecimiento, higiene y saneamiento. Por unas actuaciones duraderas en los campos de refugiados


Vivimos semanas de tribulación. Otra guerra, esta vez en el corazón de Europa, genera millones de movimientos de personas que huyen despavoridas de su Ucrania natal. Para ponerse a salvo del fragor de las bombas. Los refugiados se extienden por todos los países que les acogen  y les ofrecen ayuda. Y el agua, como siempre, es una de las principales protagonistas de su bienestar. La que más puede aliviar su situación espiritual y física para compensar, al menos en lo que a salud y bienestar se refiere, la tragedia que la guerra ha provocado en sus vidas.

Porque los servicios de agua y saneamiento, junto con los alimentos y la vivienda, son las necesidades humanas más importantes en estas situaciones de emergencia. Por ello, las agencias y organizaciones internacionales se ocupan de que funcionen en situaciones tan calamitosas como las que ahora vive Europa.

Por desgracia, su experiencia es enorme, ya que los conflictos de este tipo se producen por doquier en nuestro planeta. Así lo demuestran los datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Nos indican que hasta 2013, 80 millones de personas habían sido desplazadas en todo el mundo a causa de conflictos, desastres naturales y crisis socioeconómicas. Pero, esta cantidad ha aumentado a 167 millones en 2020.

Estos desplazamientos provocan que la mayoría de los que huyen se agrupen en campos de refugiados. Y en ellos toda incomodidad tiene su asiento. De esas incomodidades proceden los problemas sanitarios originados por infecciones y enfermedades derivadas de consumir un agua en malas condiciones cualitativas y de no tener acceso a redes de saneamiento adecuadas ni a una higiene digna.

Como confirma la actual situación, estas situaciones no solo no disminuyen con el paso del tiempo, sino que empeoran. La duración de la estancia de los refugiados en los campos ha aumentado. De 9 años en 1993 a 17 años en 2003. Como recordatorio anterior a la estampida ucraniana tenemos Turquía y Líbano.

Ambos países han sido el destino más importante para los refugiados sirios desde el año 2011. Por ello ACNUR ha enfatizado la necesidad de avanzar hacia el encuentro de soluciones duraderas para los refugiados. Además de las intervenciones más resilientes, innovadoras y sostenibles en el sector WASH. El acrónimo en inglés de las destinadas aamejorar el abastecimiento, la higiene y el saneamiento .

Las pruebas más importantes se han realizado para mejorar la situación de 1,5 millones de refugiados sirios en el Líbano. De ellos, todavía hoy, 160.000 de 272 000 que residen en asentamientos informales, dependen del reparto de en camiones cisterna sin ningún tipo de regulación en su captación.

El agua procede de cualquier fuente de aprovisionamiento. Ya sean pozos incontrolados o pinchazos en redes de abastecimiento precarias. Por lo tanto se desconoce su calidad. .

Recientemente se ha realizado una encuesta a expertos internacionales conocedores de la situación en el Líbano. De ellas podemos extractar que las intervenciones duraderas de WASH, generalmente se implementan de 3 a 6 meses después del comienzo de una crisis. Generalmente se refieren a la conexión de los “hogares” a redes de abastecimiento y saneamiento.

Pero en muchas ocasiones hay que intervenir con urgencia. Son entonces los camiones cisterna los que proporcionan la solución más usada. Y se complementa con la eliminación de vertidos humanos y la distribución de kits de higiene. Se hace tanto en asentamientos informales como en unidades de alojamiento individuales y barracones colectivos. Obviamente, sus beneficios en la salud de los refugiados son inmediatos y duraderos.

El principal problema es la coordinación. Porque están involucrados diversos actores gubernamentales. Y no existe un “manual” detallado desde el nivel del poder político central. En el caso de Líbano, la relación y el nivel de autonomía entre los establecimientos de agua y aguas residuales y el Ministerio de Agua y Energía (MAE),  no siempre ha sido fluida. Y ello dificulta aún más la participación en actividades de emergencia y/o resilientes.

No fue hasta el año 2014 que comenzaron a ponerse en marcha actuaciones serias en el ámbito WASH en los campos de refugiados para sirios. Y en el ámbito de las comunidades de acogida libanesas. Afortunadamente el gobierno libanés a través del MAE  hizo un gran esfuerzo para aplicar los Programas WASH hasta el año 2017 en asentamientos informales.

Estas actuaciones se resumieron en alumbrar agua subterránea mediante el suministro de bombas hidráulicas, perforación y equipamiento de pozos. Continuaron reparando y ampliando redes de abastecimiento y construyeron depósitos reguladores en todas las aldeas que pudieron

Estas intervenciones humanitarias no estuvieron exentas de tensiones con  ONG’s de atención a los refugiados. Y con agencias de ayuda, comunidades  de donantes y el propio gobierno libanés. La razón es muy sencilla. Cada entidad tenía su “librillo”. En él se fijaban actuaciones prioritarias y lugares en los que las actuaciones no debían ser de emergencia sino duraderas. Las opiniones eran encontradas.

¿Qué gobierno emplea sus exiguos presupuestos en construir redes que podrían quedar sin usuarios si los refugiados vuelven a sus países en un futuro próximo?. ¿Y quién se arriesga a implementar actuaciones provisionales de emergencia, si el conflicto se eterniza?. Como era de esperar los “librillos” de cada entidad eran muy diferentes.

Además, Líbano no firmó  la Convención de Refugiados de 1951. En su texto se indica que “Los gobiernos de acogida asignan terrenos para la instalación de los campamentos y asentamientos de refugiados y suministran la infraestructura local necesaria para atender a la población refugiada”

“Los parlamentarios deberían instar al respectivo gobierno a planificar y financiar, dentro de los límites de sus recursos disponibles, las instituciones los procedimientos y los programas para satisfacer las necesidades de los solicitantes de asilo y los refugiados.

El ACNUR asesora a los gobiernos interesados en potenciar su capacidad de asistencia a los refugiados, y apoya directamente esas actividades, o ayuda al gobierno a encontrar nuevas fuentes de financiación.

Los gobiernos también deben establecer una entidad encargada de todas las cuestiones relacionadas con los refugiados».

En este caso, al no firmar Líbano la Convención, las agencias están bajo presión para atender las necesidades vitales de WASH de los refugiados sirios, porque no hay de fondos suficientes para ejecutar intervenciones duraderas de WASH. Ni siquiera pueden responder a las necesidades inmediatas a través de una intervención de WASH de emergencia

Sin embargo, al principio, el gobierno libanés dio la bienvenida a los refugiados sirios, en virtud del acuerdo que habían firmado en 1990. En él se permitía la residencia y la propiedad. Así, Líbano pudo tener mano de obra siria en el campo y en la construcción. De entrada, Líbano permitía establecer campos de refugiados sirios directamente en sus fronteras o en territorios propios cercanos a ellas. Pero estas opciones eran inaceptables para ACNUR debido a la proximidad física a las fronteras y los problemas de protección que pueden surgir. El terrorismo acechaba en la frontera.

Y el gobierno libanés aplicó la política de «no campamento». Fue la consecuencia de sus experiencias pasadas con los refugiados palestinos de la guerra árabe-israelí de 1948. Provocó que los refugiados estuvieran en campamentos libaneses durante  70 años. No querían ni oír hablar de nacionalizaciones ni de nada que pudiera alterar el equilibrio secular existente. Porque el gobierno libanés no controlaba los campamentos, solo a quién entraba y salía de ellos.

En 2016, hubo que actuar. Porque no había un gobierno formal constituido a nivel nacional. Y no cesaban las amenazas terroristas. Entonces, decidieron superar su enfoque de ‘laissez-faire’ y acordararon limitar las intervenciones duraderas que animasen a los refugiados sirios a residir en el Líbano.

Como no cesaban de aumentar, las agencias internacionales decidieron a su vez apoyar al Líbano. Para  realizar  intervenciones WASH de emergencia no solo para los refugiados residentes en asentamientos informales. también para los habitantes de entornos urbanos y rurales. Pero una  crisis de financiación, solo permitió realizar  actuaciones de bajo costo para atender a los colonos informales temporales.

Sin embargo, en 2018 las agencias de ayuda recibieron fondos adicionales. Venían para extender los programas WASH duraderos a los no alcanzados. Los refugiados sirios comenzaron a migrar a Europa. Y este hecho provocó que se pudieran comenzar a hacer las intervenciones WASH duraderas. Hasta hoy, el ritmo de actuación depende de la dinámica cambiante entre las agencias de ayuda, los donantes y el Gobierno del Líbano.

Además, todo va muy lento debido a la tradicional ausencia de liderazgo político y a la limitada capacidad institucional general. Para paliarlo, las intervenciones de emergencia en WASH han recibido apoyo más allá de los límites normales, incurriendo en costos adicionales sustanciales.

En cualquier caso, con gran retraso, en 2017, empezó a beneficiarse del desarrollo de intervenciones WASH más duraderas. Como el Proyecto de Abastecimiento de Agua de Líbano (LWP), financiado por USAID, que invirtió  65 millones de dólares entre 2015 y 2020. Gracias a él, se dispone de agua en cantidad y calidad adecuada, con acceso a mejores recursos hídricos. Y, lo más importante, se puede atender las necesidades hídricas del colectivo de refugiados sirios.

Estas actuaciones se enmarcan en lo incluido en dos proyectos. Uno, la Agenda de Resiliencia del Mar Muerto para proyectos financiados y elementos del Fondo Fiduciario Regional de la Unión Europea en Respuesta a la Crisis Siria.El otro, el Fondo Madad, que anima a construir puentes que unan las actuaciones humanitarias con el desarrollo. Todo a  través de alianzas potentes y duraderas entre países anfitriones, donantes, agencias y ONG’s .

La hoja de ruta para que el Líbano consiga con éxito realizar intervenciones más sostenidas y eficaces en el ámbito WASH, está ya diseñada. Y debe hacerse efectiva dotando tanto a los refugiados sirios como a las comunidades de acogida, de modelos y proyectos diseñados teniendo en cuenta los enfoques de resiliencia y sostenibilidad a largo plazo.

Para ello, establecer compromisos más amplios de las partes interesadas, es fundamental. Para que los proyectos se alineen con las necesidades e intereses de los refugiados sirios y de los libaneses. Porque si las intervenciones son duraderas, se reducirá la dependencia de las ayudas. Y será el mejor ejemplo para resolver la situación que ahora acaba de comenzar en algunos países de Europa no suficientemente desarrollados, derivada de la guerra de Ucrania

El futuro está en realizar intervenciones WASH duraderas. Los gobiernos de los países de acogida deben actuar con premura. Líbano no lo hizo así y ya hemos visto las consecuencias. Y diseñar una estrategia lo suficientemente flexible para convertir un reto en una oportunidad. Sólo así, las intervenciones WASH duraderas beneficiarán tanto a los refugiados como a las comunidades de acogida.

La planificación deberá hacerse de manera proactiva y preventiva. Teniendo siempre en cuenta los enfoques de resiliencia y sostenibilidad a largo plazo. Y considerando el interés y el apoyo de diferentes partes interesadas lo antes posible para permitir una programación efectiva.

Y  las organizaciones y los donantes deberán desarrollar estrategias que aumenten la inversión en soluciones duraderas. Tanto para los países receptores de refugiados como en situaciones de conflicto.

Sobre todo los que están en una precaria situación económica y vital, como es lógico. Y en particular los ubicados en el Sur global.

Con este fin, las agencias de ayuda deben considerar, defender y apoyar de manera efectiva y proactiva un cambio radical hacia la ejecución de intervenciones WASH duraderas

Lorenzo Correa

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