Cómo acabar con el estrés hídrico y no perecer de sed en el intento.


Lo único anárquico de la Naturaleza es la meteorología» Esta frase de José Pla sigue aguantado como ninguna el paso del tiempo. El ser humano intenta, día tras día,  humanizar a esa naturaleza recreando paisajes poco complicados. Fáciles de transitar por los meteoros. Levanta presas y encauza ríos con la esperanza de que puedan admitir toda el agua que puedan llevar.

Construye infraestructuras de abastecimiento y saneamiento con la ilusión de que resuelvan los problemas de carestía y calidad del líquido elemento. Recarga acuíferos con la fe de que ayuden a los embalses para guardar y poderla usar cuando no viene del cielo. El objetivo, acabar con el estrés hídrico

Loables intenciones de pretender que nuestros deseos de que el clima sea estable, se cumplan en la realidad. Pero la meteorología es tan anárquica que le dan igual nuestros deseos. Y así, vamos pasando los días quejándonos del clima. Y como éste no se da por aludido, victimizamos al ser humano por haber hecho maldades sin cuento para que decida no portarse bien. Pasamos de la sequía inédita en su lugar de residencia para cualquier lugareño a la inundación jamás vista por ninguno de ellos. Cada nueva noticia es siempre la peor noticia. No hay agua  o hay tanta que nos ahogará. Falte o sobre, estamos condenados al martirio.

En España, los dos primeros meses del año fueron los de la sequía extrema. Imágenes de embalses vacíos, terrenos yermos  y agrietados y agricultores quejándose de la posible pérdida completa de sus cosechas colmaban los noticieros. Dos semanas después del anuncio de esas calamidades, algunos embalses de las zonas más estresadas de la península tenían que abrir sus compuertas por haber descargado sobre sus cuencas borrascas dantescas. Los noticieros hablaban de playas borradas de la faz de la tierra por el mar bravío y de pueblos enteros arrasados por la furia de las aguas. Se volvía a  demostrar que la frase de Pla era tan contundente como razonable

No hace tanto que los avisos fueron muy fuertes. Ocurrió al otro lado del mundo en nuestra emblemática, por incluida en nuestros artículos, India. Hace solo 3 años, las noticias hablaban de la crítica situación de los embalses que abastecen a la ciudad de Madrás. Ya escribimos aquí sobre ello. Se trata de la sexta ciudad más grande del país y en ella se adivinaba otro Día Cero como el que casi acontece hace ahora 4 años en Ciudad del Cabo. Estos son solo dos ejemplos emblemáticos del pasado reciente de verle las orejas al lobo a causa de sequías prolongadas en megaciudades. Pero hay muchas más.

Tantas que a veces nos preguntamos si la culpa de que esto suceda tan a menudo es del cambio climático o también de una nefasta planificación antediluviana del urbanismo y la captación de recursos para las megápolis del mundo. Y como ahora la tecnología de la modelización hidrológica nos permite investigarlo todo, comprobamos que hay datos fidedignos que avalan que las derivaciones de recursos hídricos en el mundo se han más que duplicado en los últimos 50 años. Y que esta tendencia no hay quien la pare.

Así lo atestiguan los datos del proyecto Aqueduct del Insituto de Recursos Mundiales (WRI). Como saben, utiliza los datos más actualizados para producir mapas mundiales de riesgo hídrico. Con ellos, permite a los afectados analizar los retos  y marcar objetivos del futuro del agua. También identifican las estrategias más asequibles e identifican para reducir la presión en los lugares con carencias de abastecimiento y saneamiento.

Hoy hemos recogido los datos más inquietantes relativos al estrés hídrico. Y observamos que en 17 países, do habita una cuarta parte de los seres humanos, el estrés hídrico es extremadamente alto. Porque  los recursos destinados al abastecimiento doméstico, al riego agrícola y a los procesos industriales suponen el 80 % de la disponibilidad de agua anual.

En segunda línea de riesgo se encuentran nada menos que otros 44 países, donde mora una tercera parte de la población mundial. Aquí los niveles de estrés “solo” son altos. Porque consumen anualmente más del 40 % de los recursos disponibles.

A la vista de esta cruel realidad, se comprende muy bien que las crisis de sequía sean cada vez más frecuentes y peores. Porque casi la mitad de los habitantes del planeta viven en lugares donde la distancia entre la oferta y la demanda es muy pequeña.

Ante esta situación podemos echarle la culpa de todo al cambio climático, porque sabemos que no se va a ofender. No habla nuestro idioma y además el clima es anárquico. O reflexionar sobre lo que no hacemos bien para modificar nuestro comportamiento al respecto. Porque nada cambia si nosotros no cambiamos.

En cualquier caso, lo cierto es que debemos adaptarnos y acostumbrarnos en vivir dentro  o en los límites del estrés hídrico. Y sortear sus amenazas con habilidad. Teniendo en cuenta que son muchas  y que cada mazazo que da la sequía, suponen un golpe en cascada para la agricultura y la industria. No podemos frenar el incremento de la población mundial. Tampoco el deseable en muchos aspectos crecimiento económico. Y mucho menos la gran lacra que supone en los aspectos que tratamos, la urbanización. Si dejamos de mirar al pasado y nos centramos en el presente, observamos tres alarmas encendidas.

La primera en Oriente Medio  y África del Norte. Es la conocida MENA, la zona con mayor estrés hídrico del mundo. En ellas se encuentran 12 de los 17 países líderes. Es hasta cierto punto lógico, porque se trata de una región cálida seca. Nunca ha habido recursos hídricos sobrantes. Pero ahora la demanda ha crecido exponencialmente. Tanto que hasta el Banco Mundial ha avisado de un efecto demoledor. Porque aquí se dan las mayores pérdidas económicas derivadas de la sequía endémica. Y dentro de solo 25 años pronostica que estarán entre un 6 y un 14% del PIB. Podemos entender con estos datos la desbandada de migrantes hacia otros países con menos estrés hídrico.

Y también que sea aquí donde hay que actuar con arrojo y creatividad tan extrema como el estrés. Por ejemplo, aquí más del 80% de las aguas residuales se vierten al medio sin reutilización alguna. Y algunos países de la zona con posibilidades económicas están empezando a tratarlas. Es el caso de Omán que ocupa el lugar 16 en la lista de los más estresados. Ellos ya depuran todo efluente doméstico del país y reutilizan el 78 % de las aguas tratadas

Los países de la zona que pueden, como es el caso de los integrados en el Consejo de Cooperación del Golfo (Bahrein, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos) tratan el 84% de sus aguas, aunque todavía reutilizan nada más que el 44%. Menos es nada

Con tan buen sabor de boca como el que nos deja parte de la zona MENA, viajemos de nuevo a la India, segunda de las alarmas encendidas.  Si el problema solo residiera en Madrás, podríamos estar más tranquilos. Pero la situación es muy grave. Y los datos de 2021 de la Institución Nacional para la Transformación de la India (NITI Aayog) lo corroboran. Nos dicen que el país sufre la peor sequía de su historia. Por ello, están en grave peligro millones de vidas y haciendas. India está en el fatídico número 13 de la lista. Pero su población triplica la de la suma de la del los 16 países que la acompañan en la lista negra.

Ahora ya se puede saber, con herramientas como la citada Aqueduct, que en India el estrés hídrico engloba a todos los tipos de masas de agua. Sobre todo a los acuíferos, que son quienes proporcionan mientras pueden el agua a los regantes. Por desgracia hay datos. Y dicen que en el norte el nivel freático ha descendido  más de 8 centímetros al año entre 1990 y 2014.

Para afrontar la situación, lo primero que han hecho ha sido crear en  2019 el Ministerio Jal Shakti para sanear la cuenca del Ganges. Pero también lo usan para dirimir disputas internacionales o nacionales que afecten a las masas de agua. Mediante el proyecto Namami Gange se pretende depurar las aguas de la cuenca del Ganges  para dotar de agua potable a millones de personas. Además lanzan continuamente campañas informativas motivadoras para que los indios se conciencien sobre el uso racional y eficiente del agua. La inclusión  de soluciones basadas en la naturaleza del saneamiento integral y de la reutilización deberá luchar contra las creencias religiosas ya que el Ganges está considerado como sagrado  y sus aguas  milagrosas

La tercera alarma se enciende en países con bajo estrés hídrico general. Aunque Sudáfrica y Estados Unidos ocupan los puestos 48 y 71 en la lista, su situación está empeorando.

Dos ejemplos. La provincia de Western Cape, cuya capital es Ciudad del Cabo es uno. El otro, el estado de Nuevo México. Ambos sufren un estrés hídrico cada vez mayor. Tanto, que ambas regiones la situación es equiparable a la de India o la zona MENA. Pero en estos casos, la solución pasa por realizar una adecuada gestión de los recursos. Porque dinero hay.

Un ejemplo esclarecedor es el de la ubérrima en petrodólares Arabia Saudita. Ocupa el puesto octavo en la lista. Allí han puesto un precio al agua lo suficientemente elevado para que disuada el despilfarro. Y han implementado el programa Qatrah («gota» en árabe), cuyo principal objetivo es el de reducir a la mitad el uso del agua en la próxima década.

Otro es el de Namibia, uno de los países más áridos del mundo. Allí llevan ya 50 años depurando las aguas residuales para luego potabilizarlas. También se hace notar el caso de Australia. Alli han conseguido reducir a la mitad el consumo para evitar llegar a su Día Cero. Porque ellos también tuvieron su “sequía del Milenio”. El esquema de comercialización de agua del país, el más grande del mundo, permite la asignación inteligente de agua entre los usuarios frente a suministros variables.

¿Cómo reducir en general el estrés hídrico de tantos países del mundo? Cambiando nuestra manera de enfocar el problema. El agua se mueve, de arriba  abajo, prescindiendo de la geografía política. Sólo se apañe a la física. En ella destaca la cuenca como reina madre de la gestión. Esto debe de cambiar. Porque si bien la geografía física es la base de la gestión de las inundaciones, en el caso del estrés hídrico, la reina madre debería ser la geografía política. Porque son decisiones las políticas las únicas que pueden aminorar el estrés hídrico. Únicamente los gestores políticos pueden regular legalmente los límites de extracción de agua de un acuífero. O las condiciones y el precio del tratamiento de las aguas residuales. Con una legislación a escala nacional, provincial o estatal.

Hasta ahora los datos a escala de cuenca eran los únicos que utilizaban los científicos para detectar problemas y generar soluciones. Pero de poco o nada le servían a un diputado o un ministro. Por eso, los que realmente tiene la responsabilidad de decidir cómo reducir los riesgos del agua. Para esto, se necesitan datos a escala nacional y regional. Que son los que proporciona el proyecto Aqueduct del WRI.

Comencemos por usarlos para aumentar la eficiencia en el riego. Cultivando lo adecuado para cada clima. Usando semillas que demanden menos agua. Y, por supuesto, regando también con menos, que técnicas hay muchas. Por su parte, los bancos que conceden créditos financieros, tiene que darlos preferentemente a inversores que respeten las premisas anteriores. A regantes que asuman estas ideas y se apoyen en consultoras de ingeniería que apliquen soluciones tecnológicas que mejoren la eficiencia en la agricultura.

Y los consumidores tienen que “comer” mejor, evitando el desperdicio de alimentos. Porque ellos se llevan una cuarta parte de toda el agua agrícola. Estas sencillas normas parecen obvias, son dictadas por el sentido común y ya se aplican el muchos países desarrollados. Por eso, debe extenderse su ámbito de aplicación allá donde sea factible. Una vez conseguido el dinero, hay que emplearlo en infraestructuras tanto grises como  verdes. Hay que lograr que su simbiosis sea algo normal.

Para finalizar, hay que apostar decididamente por el tratamiento, la reutilización  y el reciclaje. Todo ello, en un entorno hídrico de economía circular. Seguir el ejemplo de las depuradoras de Xiangyang,  o de Washington, D.C., entre otras muchas. Ambas reutilizan o venden a terceros los subproductos ricos en energía y nutrientes captados durante el tratamiento de aguas residuales.

Ya tenemos datos. Ahora hay que usarlos para revertir la preocupante tendencia al aumento mundial del estrés hídrico

 

Lorenzo Correa

Safe Creative #1608240244452

¡ Síguenos en las redes sociales !

twitter   fb

¿Te interesa la gestión del agua desde la perspectiva del coaching?

Envía un correo a contacto@futurodelagua.com para más información sobre la participación de Lorenzo Correa en charlas, conferencias, formaciones o debates a nivel internacional.

Recibe un email semanal con nuestras publicaciones

Te das de baja cuando quieras.


Deja un comentario