La piel le debe mucho al agua. Un relato de belleza y salud


Tener algo “a flor de piel”, significa que está sensible, fácil o rápido para manifestarse. Solemos tener así los nervios en muchas ocasiones. O los sentimientos. Según lo que sea, se incrementará  la belleza o se acentuará la fealdad del que lo tenga. Y precisamente el agua, puede ayudarnos a resaltar lo más hermoso de nuestro aspecto y situarlo “a flor de piel”.

Porque la piel es  órgano de mayor superficie que poseemos en nuestro cuerpo. También el más pesado y además se encuentra siempre en un proceso constante de renovación. Es nuestro abrigo, nuestro disfraz y nuestro regulador de temperatura al mismo tiempo. El que nos protege de las infecciones y de las lesiones. Aunque cuando no puede hacerlo, se abre en canal y nos deja cicatrices indelebles. Además, sintetiza la vitamina D, regulando el metabolismo de los lípidos

Con el paso de los años, como todo, se deteriora. Pero también se ensucia si la manchamos. Por eso necesita el agua para limpiarse por fuera y para limpiarnos por dentro. De ahí la importancia de su hidratación. Epidermis, dermis e hipodermis son sus tres capas constituyentes. Y la primera, por ser la exterior, es la que más cuidados necesita si queremos aparecer jóvenes, sanos y bellos ante el espejo y ante nuestros semejantes.

¿Qué hace el agua para que nuestra piel luzca brillante tersa  y sana? Hidratarla, ayudarla a encontrar su grado de humedad óptimo. Y ese es el mejor camino para la belleza se sitúe a flor de piel.

Ya hemos escrito en estas páginas sobre las ventajas que una ingesta adecuada de agua tienen sobre el organismo. Adelgazar es una de sus ventajas, pero beber agua también ayuda a mejorar el aspecto y la salud de nuestra piel. Porque reduce la flacidez, equilibra el pH, disminuye la producción de grasa que produce el acné y hace desaparecer las arrugas al aumentar el grado de humedad y por ello la elasticidad de la epidermis.

Aunque la piel ocupe todo nuestro cuerpo, es en la cara donde mejor luce. Por eso, muchas perdonas se preguntan si beber mucha agua provocará el milagro de rejuvenecer su cutis. Y en realidad, es una buena pregunta, porque no hay suficiente investigación al respecto como para creerlo a pies juntillas. De todas formas, lo que sí que es indudable es que no beber suficiente agua, envejece y provoca que las arrugas invadan el rostro

Lo mejor es que averigüemos cuánta agua necesitamos al día, al menos para que el rostro no envejezca y la piel se mantenga tersa. Como ocurre con todo lo que se refiere a la ingesta de agua, la cantidad depende del peso de cada persona y de su género. En general, puede afirmar que los hombres necesitan beber más agua que las mujeres para mantener su piel en buen estado, lisa y brillante.

La principal razón por la que beber agua embellece y cuida la piel es que sus células “son” agua. Tanto lo son, como que un un 80% de su composición lo es.  Y casi todas están en la dermis. Sin embargo, donde más agua se necesita es en la epidermis. Porque al ser la capa de fachada, es en ella donde se a través de la vista se advierte el grado de elasticidad  y mediante el tacto de comprueba lo suave que es. Cuanta más agua haya, menos rozamiento habrá entre fibras y más lubricación en las capas superiores. Y así funcionará de manera óptima la barrera que la piel supone antes agresiones externas.

Pero el agua hidratante también alimenta los tejidos formados en su mayor parte por colágeno de la fascia, esa membrana fibrosa que recubren los músculos que yacen bajo la piel.  Aquí el agua también significa un 70% de su composición. Y cuando la fascia está en perfectas condiciones, sus tejidos consiguen mantener unidos, estabilizados los tendones, ligamentos y músculos. Y éstos pueden unirse y separarse sin tensiones. Por eso, un sistema fascial  bien hidratado garantiza la suficiente flexibilidad y la correcta elasticidad necesaria para que la piel que los cubre luzca en su mejor estado.

Que la piel agradece que bebamos suficiente agua, ya ha quedado demostrado. Pero no es suficiente, solo necesario. Además hay que controlar el nivel de estrés y hacer ejercicio físico. Sin olvidar que el clima y la contaminación ambiental también influyen

Con estas pautas, podemos estar más tranquilos respecto a nuestro aspecto externo. Porque a todos nos gusta ser queridos  y a nadie le gusta el rechazo social. Y la apariencia física, tiene su principal aliado en el rostro. Nos tenemos que animar a beber agua también para lograr esa belleza exterior que da una piel sana y tersa. Si no la bebemos, corremos el riesgo de que se presente la temida crenación, con lo que todas nuestras expectativas de belleza se habrán desvanecido.

La crenación es la contracción de las células, sobre todo de los glóbulos rojos, debido a la pérdida de agua por ósmosis. Por eso los glóbulos rojos se vuelven duros y pegajosos y adquieren el aspecto de una hoz. Comienzan a tener problemas de supervivencia y acaban muriendo. Entonces la piel se vuelve seca, se atiranta y se desescama. Este proceso es el mismo que sucede cuando exponemos nuestra cara a un viento frío, intenso y seco. O al sol durante espacios prolongados de tiempo

Conocidas las  causas y los remedios para mantener una piel fresca y juvenil, profundicemos en la manera de conseguirla y mantenerla brillante y elástica con la ayuda del agua. Y de qué tipo de agua

No es cuestión de empezar a beber y esperar que los resultados se revelen rápidamente al mirar nos al espejo. Porque el agua no llega a la piel en un breve espacio de tiempo. Al ingerirla, la primero que hace es integrarse en el flujo sanguíneo  y en los demás fluidos corporales. Esos ríos caudalosos, mediante sus canales y acequias recorren todo el cuerpo y alimentan con oxígeno y nutrientes a las células. También a las de la piel, por supuesto. Pero también arrastran consigo todo lo que es susceptible de convertirse en un vertido hasta depositarlo en la vejiga y eliminarlo mediante la micción

Por eso, cuanta más agua ingrese en el cuerpo, más caudal llevará sus arterias de transporte. Y más nutrientes y oxígeno acabarán llegando a la piel. La mejor prueba de haber ingerido suficiente agua es el color de la orina. Su palidez y claridad supone que estamos bebiendo lo adecuado.

Y lo adecuado parece estar en el entorno de los 2 litros diarios. O así lo indican los informes más divulgados. Con esta ingesta, la piel mejora considerablemente y se suaviza al tacto. Sin embargo, los informes no son capaces de afirmar que también se reduzcan las arrugas y los surcos más finos del rostro. En cualquier caso, los que entienden están convencidos de que beber agua provoca sin duda una mejor salud de la piel y por lo tanto, una mejora del aspecto estético de las personas que lo hacen.

Por todo ello, lo que es evidente es que la batalla a ganar es la de la deshidratación. Cuando vence esta última, es decir cuando no somos capaces de rellenar el volumen de líquido que perdemos por sudor y orina, el cuerpo se tensiona. Debe trabajar duro para extraer agua de la sangre y de la vejiga urinaria. Y también de la piel. Porque si no lo hace, algo importante dejará de funcionar adecuadamente.

Es muy importante saber diferenciar entre una piel seca y otra deshidratada. La primera siempre provoca una sensación desagradable en cuerpo y cara. Porque está tensa  y rugosa, produce picor y ardor. Es la típica piel de serpiente.  En resumen, es una piel mal nutrida, porque el cuerpo no produce los suficientes lípidos (sebo), para alimentarla correctamente.

Por su parte, la piel deshidratada es una condición reversible temporal, no crónica como la anterior. La única sensación que da es la de una tirantez localizada y puntual. Por eso, se puede tener una piel poco o nada seca, por estar bien nutrida de sebo y, sin embargo, deshidratada temporalmente por carencias en la ingesta de agua. A la piel seca le faltan agua y lípidos. A la deshidratada, solo agua

No es difícil saber en cada momento el estado de hidratación de nuestra piel. Basta con dar un suave pellizco en la frente  y comprobar si la arruga que se produce permanece un tiempo dejando una mancha brillante. Esa es la señal de la deshidratación. Las células de la piel no tienen suficiente agua y por ello se encogen provocando la arruga. Es el momento de pasar a la acción y comenzar a beber suficiente agua con regularidad.

Sin embargo, si las arrugas persisten, el problema es otro. Y no se solucionará bebiendo más agua. Puede estar ahí a causa de una continuada exposición al sol, o a la contaminación. También a factores hormonales y a nuestros hábitos como fumar o beber alcohol. Por ello, debe quedar muy claro que la ingesta del agua solo reduce las arrugas debidas a la deshidratación.

Finalicemos nuestro recorrido por la piel con una referencia a la calidad del agua que debemos beber. Entraremos de lleno en el debate sobre el agua del grifo y las minerales. Porque, cuanto más rica sea el agua que bebemos en minerales, mejores serán los resultados en nuestra piel.

Esta afirmación se basa en encuestas realizadas entre personas que estuvieron consumiendo suficiente volumen de agua durante cuatro semanas. Unos bebían agua del grifo y otros, agua mineral. Resulta que estos últimos aumentaron el espesor de su piel de manera significativa respecto a los primeros.

Los investigadores creen que este resultado es debido a que los que bebieron agua mineral consiguieron aumentar el flujo del fluido intersticial que yace debajo de la piel. Es el líquido intersticial dérmico, por el que se mueven más células inmunitarias que sangre. Y que, cuando su caudal es suficiente, contribuye a estimular el metabolismo de la piel.

Es importante conocer qué tipo de minerales contenía el agua ingerida. Ante todo, más  magnesio que la del grifo. Y es bueno, porque el agua rica en magnesio se absorbe mejor a nivel celular. Y por eso consigue almacenarse mejor  bajo la piel. Sin contar con que, además,  el magnesio favorece la regeneración y reparación celular.

También contenía silicio, potasio, cobre y zinc. Todos están presentes en la composición de las aguas minerales. Y además mejoran la salud de la piel. Aunque el silicio también fortalece  dientes, huesos y uñas..

Estos datos, aunque no estén confirmados por estudios rigurosos al respecto, nos indican la relación existente entre beber agua mineral y la mejora de la salud de la piel. El agua del grifo es suficiente para hidratarse. Pero las aguas mineralizadas aportan además nutrientes necesarios para el organismo y por ende, para la piel.

Lucir una pile espléndida, digna de un actor o actriz de Hollywood no depende solo de beber agua. Para ello, además hay que llevar una vida activa y saludable. Comer fruta y verdura, por su alto contenido de agua, hacer ejercicios, huir del estrés y vivir en lugares no contaminados. Con todos estos mimbres, seguro que conseguiremos que nuestro aspecto estético sea espectacular. Pero no es nada fácil para la mayoría de los mortales que todas estas condiciones se cumplan a la vez.

Por eso, como mínimo hay que ingerir alrededor de dos litros de agua al día para que la piel y todos los órganos del cuerpo se sientan mejor. Porque si no se ingiere suficiente agua, la deshidratación estará servida.  Esta es la razón por la que la ingesta del agua adecuada en cantidad y composición mineral,, aunque no sea la panacea que solucione todas las carencias, al menos garantiza que nuestro organismo cambie para mejor. Y la piel, también

 

Lorenzo Correa

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