50 años de la useña Ley de Agua Limpia. Luces y sombras de su aplicación.



En las últimas semanas, las redes se han hecho eco de una noticia. Es muy poco agradable para la imagen pública de la gestión del agua en España. La leímos en el  diario El País ,a comienzos del mes de abril de 2022 .

En 133 aglomeraciones urbanas españolas, las aguas residuales de entornos domésticos e industriales se vierten sin recibir un tratamiento adecuado para proteger el medio ambiente. Esta situación, prolongada en el tiempo, ha hecho que la Comisión Europea acabe llevando a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea”

Como es lógico, este tipo de noticias derriban en unos minutos todo lo que pueda haberse estado construyendo durante años. Para amainar algo el huracán desatado, echemos la vista al otro lado del charco. Comprobaremos como están las cosas en el país de referencia en cuanto a que fue pionero en la legislación ambiental. Y concretamente en los aspectos a los que se refiere la noticia. Veremos que en todas partes cuecen habas y en algunas, a calderadas

Hace ya la friolera de 72 años, se promulgó la primera ley ambiental del mundo. Fue la Ley Federal de Control de la Contaminación del Agua de los EEUU. Como su nombre indica, su objetivo era luchar contra la contaminación de las masas de agua estadounidenses. Su desarrollo posterior provocó un clamor social. Para que la legislación federal ampliara su campo de acción a todo aquello que pudiera beneficiar la mejora del medio ambiente. Y en 1972, se presentaron múltiples enmiendas a la ley vigente. Que dieron lugar a la flamante Ley de Agua Limpia.

Ha pasado medio siglo. Y además de celebrar su 50 aniversario, conviene repasar el impacto que ha producido tanto en la sociedad norteamericana como en el resto del mundo. En el primer lugar por su aplicación y desarrollo. En el segundo, por conocer la repercusión que por emulación ha supuesto en todos los países que han hecho de ella su guía para legislar sobre los aspectos ambientales. Además también es bueno conocer el grado de agradecimiento que el agua debe tener a los legisladores. Y  por supuesto, a los que la cumplen y hacen cumplir. Porque el agua es una de sus grandes beneficiarias.

Ante todo, debemos recordar que la citada ley fijaba una fecha límite para que todas las masas de agua superficiales de los EE. UU. fueran «aptas para pescar y nadar». Y esa fecha hace ya 40 años que pasó. Pues bien 4 décadas después, el desideratum se ha cumplido solo en la mitad de estas masas. Por lo que la otra mitad siguen estando contaminadas.

El seguimiento del estado de cauces y lagos se encomendó a los responsables del llamado Proyecto de Integridad Ambiental (EIP). Y estos son los resultados que caba de presentar con ocasión de la conmemoración de la efeméride.

Se fijan en un estado tipo en cuanto a contaminación de las masas de agua superficiles.Y lo hacen en Iowa, paradigma de los estados cuyos ríos reciben un enorme volumen de escorrentía procedente de los sobrantes del riego agrícola. .

En su caso, un 93 % de masas de agua superficiales no pueden declararse aptas para nadar y bañarse. La responsable de esta situación es la presencia en sus aguas de bacterias fecales y otros contaminantes. Y ocurre así porque en este Estado, más del 85 % de sus tierras están dedicadas al cultivo. Son las que ocupan esa franja de casi 500 km de anchura que se extiende entre el río Missouri y el Missisipi. Pero no solo hay plantas de máiz de más de 2 m de altura. También habitan en el estado de Iowa 23 millones de cerdos. Como sabemos bien en España por nuestros problemas con los purines, estos simpáticos y sabrosos animalitos producen allí tantos excrementos como 83 millones de personas. Y ya tenemos la combinación perfecta para que las aguas no bajen limpias.

El problema es que la maravillosa y ya cncuentenaria Ley de Agua Limpia tiene un vacío legal. Y es que que exime casi por completo de controles a la industria agrícola y ganadera. Por eso pasa allí lo que pasa.

Y por ello,entre los fastos del cumpleaños feliz, se han filtrado voces de personas que claman al cielo por sus carencias. Piden (cómo no) más fondos más regulación legal y un mejor control de la escorrentía agrícola. Porque solo así se comenzará a resolver el problema. Queren que se otorgue tanto a la gran administarción púbica ambiental que es la EPA como a las correspondientes de cada estado de la Unión las herramientas que necesitan para terminar el trabajo iniciado hace medio siglo.

Además, aportan más datos complementarios que abundan en la razón de sus petciones: más de la mitad de la superficie de los lagos estadounidenses y la cuarta parte de sus bahías y estuarios se encuentran en mal estado ecológico. Y por ello no se puede nadar, bañarse o pescar. Recordemos que este era el objetivo de la ley.

Veamos, ya que estamos sacándole los colores a los gestores de la Ley, cuáles son os incumplimientos más flagrantes detectados, 50 años después: Nos cuentan que la EPA ha fallado en su obligación de hacer cumplir la Ley por no haber revisado y actualizado periódicamente, de acuerdo con los avances tecnológicos que se han ido presentando. Concretamente los relativos a los sistemas de control de la contaminación del agua utilizados por las industrias. En 2022, dos tercios de los límites de contaminación del agua específicos de la industria fijados por la EPA no se han actualizado desde hace más de 30 años. Y eso que la legislación exige revisiones cada lustro.

La consecuencia es una cada vez mayor carga contaminante de los gases vertidos por refinerías de petróleo. Y de los vertidos de las plantas químicas, mataderos y otras industrias que vierten a las masas de agua superficiales

Si observamos los estuarios, Luisiana bate el record de deterioro. El 92% de las aguas de los ubicados en este estado sufren un mal estado ecológico. A Florida le sucede algo similar en el caso de los lagos. Y California ocupa el primer lugar en los EE. UU. respecto a masas de agua con problemas de potabilización y el tercero en aguas tan deterioradas que no se pede pescar

Por su parte Indiana tiene los ríos con zonas de baño en peor estado y Delaware tiene el porcentaje más alto de sus ríos y arroyos clasificados como deteriorados para cualquier uso. El 97% de ellos no son aptas para cualquier uso.

La situación actual en EEUU 50 años después de la aprobación de la ley es  ambigua. Por una parte, ésta ha sido la herramieta fundamental para progresar en la mejora ambiental en general. Y también en la la calidad del agua en particular. La otra cara de la moneda advierte de que casi la mitad de las masas de agua superficiales carecen de buen estado ecológico. Pero es que estos datos corresponden sólo a los tramos controlados. Y por ello la situación puede ser mucho peor en realidad. Es necesario que las administraciones ambientales de los estados aumenten sus redes de de control. Y las inversiones para que esta vigilancia sea efectiva.

Como ocurre en todas partes, los gestores estatales no disponen de personal cualificado suficiente para analizar todas sus aguas dentro de los plazos establecidos. Que van de los 6 a los 10 años. La consecuencia es que el 73 % de las masas de agua superficiales de cauces no se estudiaron durante el ciclo de evaluación más reciente. En el caso de los lagos, el 49 %. Y en el de las aguas litorales, estuarios y bahías, el 24 %

Las soluciones a este problema, que como vemos trasciende de un páis concreto como es el caso de España, son las siguientes:

  1. Que la EPA seponga las pilas en el cumplimineto de los mandatos legales. Sobre todo en lo que se refiere al control de los vertidos industriales. Si la ley indica que cada 5 años deben revsarse los límites de vertido, no puede aceptarse que las industrias químicas más contaminantes continúen con los límites establecidos en la década de los 70.

  2. El Congreso tendrá que apostar por el apoyo sin fisuras de la Ley de Agua Limpia. Hay que terminar con la laguna legal que afecta a los vertidos de los sobrantes de riego. Y a la contaminación puntual de la agricultura. También con la situación de los vertidos de los mataderos. Porque suponen graves problemas cualitativos en los cauces, lagos y mares a los que van a parar. Hay que aplicar la misma reglamentación que al resto de las industrias

  3. Tanto la EPA como el Congreso deben definir límites claros de los parámetros que provocan el deterioro de los ríos y arroyos. Y serán iguales para los 50 estado. También deben medir los niveles nocivos para la salud de contaminantes clave como el nitrógeno

  4. En el caso del Congreso deberá vigilar y  controlar en última instancia el cumplimiento de los artìculos clave de la Ley de Agua Limpia. Incluidos los planes de regeneración ecológica que definan el caudal máximo de vertido diario permitido al medio hídrico.

  5. Cuando los estados reciban los fondos federales previstos evaluados en varios miles de millones de dólares y recentemente aprobados por el Congreso, los deben destinar también al control de la contaminación del medio hídrico

  6. Además, el Congreso y las agencias ambientales estatales deberán aumentar los presupuestos destinados a dotar de personal a sus administraciones del agua. Para realizar el mejor control de calidad posible y desarrollar e implementar los planes de restauración de cuenca necesarios para qe la Ley cumpla su objetivo. El de que todos puedan bañarse o  pescar. Y que sea potabilizable el agua de los ríos y lagos.

Sabido es que no será fácil ni quizás factible lleagr al 100% del cumplimiento de estos objetivos. En EEUU y en cualquier otro país. Pero no hay más remedio que los políicos y las agencias ambientales correspondientes se comprometan. Para no retroceder ni un paso en el camino que lleva al objetivo. Estableciendo metas nacionales provisionales en plazos deterninados. Y planificando con criterio racional para lograr reducir al máximo la contaminación.

De esta manera, ostitulares de los medios de comunicación no tendrán excsa. Y podrán suavizar algo la dureza de los términos que hasta ahora vienen empleando

Lorenzo Correa

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