El agua es bendita es la que, previa intervención del sacerdote ejerciendo sus funciones, se utiliza tanto por la iglesia como por sus fieles.
Los primeros cristianos debían mojar con ella su cara y manos antes de entrar en el recinto sagrado. Esta prescripción previa ya estaba contenida en la ley judaica para los ceremonialmente impuros. Agua bendita, usada desde la época de Tertuliano a finales del siglo II. Elogiada tanto por San Jerónimo como por las Constituciones Apostólicas.
Cuando llueve después de un prolongado período de sequía, nos parece que el agua que cae del cielo no es como la que todavía resiste en algunos hoyos. Ésta tiene un aspecto que podríamos calificar también como impuro. Por eso. la que cae huele y sabe a bendita. Y renueva la calidad del aire, limpiando y nutriendo a la tierra seca. También arrastra consigo todos los polvos acumulados. Para convertirlos en lodos.
Como hacen los católicos al entrar en la iglesia, nos apetece santiguarnos con ella. Y asperjándola, ahuyentar los espíritus insanos de la sequía. También podemos bautizar con ella a la tierra yerma. Porque tendremos asegurados 100 días de indulgencia. Los necesarios para no pasar sed en el verano, si tenemos la suerte de que el agua bendita nos llegue del cielo en primavera.
Celebremos su llegada esta primavera con un poema, mientras la escuchamos cantar su canción alegre e imaginamos cómo estará siendo recibida por agricultores y gestores de embalses.Bendita agua que trae la vida y se lleva los fantasmas de la escasez. Esa que borra las huellas de la enfermedad y la tristeza. ¡Bienvenida agua bendita!
Lorenzo Correa
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