Qué hacer para evitar la deforestación en el planeta. Peligran los baños de bosques


El baño forestal en los bosques está cada vez más de moda. Desde Japón llegan sin cesar nuevas publicaciones sobre lo que van descubriendo sesudas investigaciones sobre sus bondades. Sin embargo, no en todas partes puede uno darse un baño de bosque. Aunque solo se necesite una floresta tranquila y centenaria, un caudal de agua cantarina y mucho tiempo. ¡Ah! y, por supuesto, tanto respeto como confianza por parte del bañista

Pero los bosques mundiales no gozan de buena salud, como demuestran los datos que en continuo analiza la herramienta Forest Pulse  para saber cómo está disminuyendo su superficie, al aumentar la deforestación.

Las noticias no son halagüeñas para la aerobiología, esa ciencia maravillosa que estudia las partículas biológicas presentes en el aire. Esporas de hongos y granos de polen,  por un lado. Y gases abióticos que afectan a los organismos vivos, como el plomo, el ozono, y los óxidos de nitrógeno y azufre. El experto  en esta disciplina sabe de alergias, pero también de lo que afecta a los cultivos. Trabaja codo con codo con alergólogos e ingenieros agrónomos. Y hoy está seriamente preocupado

Nos revelan que, solo en el año pasado, los trópicos perdieron 11,1 millones de ha de cubierta arbórea. De ellas, la cuarta parte se ubica en las selvas tropicales primarias. Y esas son las selvas en la que se almacena de verdad el carbono y la biodiversidad prolifera. Y allí ocurre la pérdida del 96% de la deforestación que provoca el ser humano. Los culpables, la silvicultura mal aplicada y los incendios forestales.

El agua y el fuego, se necesitan para extinguir y para evaporar. En un incendio forestal,  hay evaporación de todo lo vivo, emisiones de carbono. También extinción de ecosistemas y pérdida de vidas y hacienda. Se pierden bosques por su culpa. Pero también por las talas y por las nuevas superficies de cultivo. Por eso es importante saber a qué responde cada pérdida de bosque.

Conocemos muy bien cómo los bosques boreales rusos disminuyeron drásticamente durante el pasado año a causa de los incendios Y las disminuciones relativas a las otras prácticas humanas. Para tratar de evaluarlo y evitarlo, está la Declaración de Líderes de Glasgow sobre Bosques y Uso de la Tierra de 2021. En ella, 141 países se comprometieron a “detener y revertir la pérdida de bosques para 2030. Toca ahora empezar a actuar para ir reduciendo pérdidas en los 8 años que quedan para la fecha límite. Por fortuna, ya hay países que han comenzado a hacerlo. Es el caso de Indonesia y Malasia. Ambos han logrado que sus bosques primarios ralenticen su ritmo de desaparición. También lo han hecho Gabón y las Guayanas.

El caso de Indonesia es notable. Llevan 5 años reduciendo pérdidas de bosques, disminuyendo en 2021 por quinto año consecutivo. Y  nada menos que en una cuarta parte respecto al año anterior, cayendo un 25 % en comparación con 2020. Todo ello gracias a su Plan Climático Nacional, en el que se comprometen a reducir las emisiones tanto en el ámbito forestal como en el relativo a los usos del suelo agrícola. Y todo para conseguir convertirse en un sumidero que absorba el carbono de la atmósfera y contribuya a reducir la cantidad de CO2 del aire en el año 2030.

El uso cada vez menos “cool” del aceite de palma en la alimentación puede ser uno de los culpables. Porque sus superficies de cultivo no paran de descender desde hace dos décadas.  Para variar esta tendencia, nada mejor que asumir los tres compromisos. El  de No Deforestación, el de No Turba y el de No Explotación. Así consiguen refinar mejor casi todo el aceite de palma en Indonesia y Malasia.

Y además mejoran las afecciones al medio de la industria de pulpa y papel en Indonesia. La solución salió de las conclusiones de la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible. En ella se impusieron unos mínimos más altos de certificación sostenible en 2018. Y así se garantizó la prohibición de la deforestación y de la tala de turberas.

También se decretó una moratoria permanente sobre la conversión de bosques primarios y turberas, y se amplió el mandato de la Agencia de Restauración de Turba para incluir la protección y restauración de manglares y turberas. En cualquier caso, el precio de la palma aceitera depende del grado de deforestación. Y ahora resulta que han alcanzado su  nivel más alto desde 2020. Es la consecuencia de deforestar menos al conceder menos permisos para ello.

A este problema derivado de una acción ambiental positiva se le suma la necesidad de recuperación económica post Covid que impulsa el gobierno de Indonesia como todos los del mundo. Es la otra cara de la moneda. Por eso, la economía puede poner  en peligro los logros de protección de bosques.

Viajemos ahora  a la Amazonia, sede de los mayores bosques tropicales primarios del planeta. Allí veremos cómo Brasil se lleva la medalla de oro en la carrera por su desaparición encabeza constantemente la lista de la mayor pérdida de bosques primarios. En 2021, fue la sede en la que se perdieron casi la mitad. Desaparecieron  1,5 millones de ha. En la mente de todos están los incendios forestales como causa principal.

Pero un 9% de las pérdidas de bosques, fueron a causa de la expansión agrícola no ligada a ellos. Y hasta un 25% también  realizó por otras causas diferentes de ellos en el último bienio. Es el caso de los claros realizados para sembrar pasto para el ganado y a la ampliación de la red viaria asfaltada, con carreteras cada vez más anchas.

La pérdida de resiliencia del bosque amazónico es ya una preocupante certeza. Y poco a poco va derivando hacia una sabana. Este cambio, parece que ya irreversible, supone de entrada  pérdida de biodiversidad y mayores emisiones de carbono. Pero también afecta al futuro del agua, ya que cambian a peor los patrones de precipitación. Y su las lluvias son menores o más intensas, la agricultura es la primera actividad en resentirse.

Otro país boscoso por excelencia es Bolivia. Y allí está sucediendo lo mismo que en la Amazonia brasileña. Incendios y expansión agrícola fueron los responsables en el año 2021  de la pérdida de 291.000 ha de bosques primarios. Y este país subió al podio en el tercer puesto de los que más bosque perdieron, tras Brasil e Indonesia.

Los incendios provocados para despejar tierras y destinarla a agricultura y pastos, se convierten incontrolables debido al clima seco. La provincia de Santa Cruz es la más afectada, porque ahí reside la mayor parte de la producción agrícola boliviana. Y la soja, se “come”  también aquí a los bosques.

¿Qué sucede en el bosque del continente africano? La República Democrática del Congo perdió casi medio millón de ha de bosque primario en 2021. En su caso, los bosques desaparecen para dar paso a pequeñas parcelas agrícolas y a la tala de árboles para producir energía. Pero estos bosques son uno de los mejores sumideros de carbono del planeta con enormes superficies de turberas ricas en carbono. Una vez más toca intervenir a la política para priorizar en la planificación del país la detención de estas prácticas El vecino Gabón ya lo está haciendo y ha logrado ser el primer país africano en recibir pagos por reducir las emisiones de carbono y la deforestación.

Y la también vecina República del Congo aprobó recientemente una ley que otorga la posibilidad de que los aborígenes y las comunidades locales posean y administren legalmente, y por lo tanto protejan, sus bosques de actividades comerciales no deseadas.

Finalicemos nuestro recorrido por los bosques en peligro en Europa. Los bosques boreales experimentaron las tasas más altas de pérdida de cobertura arbórea en 2021. Creció casi un 30% respecto a las cifras de 2020. Es la irremediable desaparición paulatino de los bosques de hoja perenne, propiciada por la variación del clima debida al calentamiento global. Más calor, significa más incendios y más insectos voraces que acaban con las hojas. Turberas más secas y deshielo del  permafrost.

Combinación letal en Siberia, que contiene la mayor superficie de turberas del planeta. Allí almacena cantidades enormes de carbono, que se libera a la atmósfera cuando la turba se seca. Lo mismo sucede con el deshielo del permafrost también libera carbono y metano almacenados.  Estas condiciones afectarán sin duda a los siberianos inmersos en una espiral en la que el que crecen sin parar el aumento de los incendios y de las emisiones de carbono.

Llegó la hora de preocuparse y ocuparse en la detención de la tendencia perversa del aumento de la pérdida de bosques. Recuerden que el objetivo para 2030 es deforestación cero. Hay atisbos esperanzadores en la situación favorable de Indonesia a la que antes hemos aludido

Ahora se trata de que cunda el ejemplo en otros países. Difícil será en aquellos en los que el aceite de palma es el producto estrella para mejorar las condiciones de vida de muchos de sus habitantes. A menor deforestación, mayor aumento de precio. Y aquí Indonesia y Malasia deberán mantener el impulso en la protección de los bosques sin afectar a su producto más codiciado. En el caso de la Amazonia, todos los países que en ella está, sobre todo Brasil, deberán regular y controlar los nuevos puntos críticos de deforestación.

En África, los Congos  y Gabón deberán planificar vías de desarrollo que protejan los bosques. Por su parte Rusia y los países escandinavos deberán combatir los impactos del calentamineto global en los bosques.

La Declaración de Glasgow, tiene como  el objetivo proteger los bosques y, lo que es más importante, conseguir financiación para conseguirlo. De su éxito depende también el futuro del agua

Lorenzo Correa

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