En este agosto seco y caluroso de la cuenca mediterránea, el catastrofismo impera. El verano de las catástrofes comenzó con la primera ola de calor, a finales de junio. Continuó en julio con más calor e incendios forestales. Y en agosto,  todo es hablar de sequía. Restricciones y catástrofes varias se nos anuncian por no haber cuidado el planeta.  Todo parece indicar que en esta catastrófica serie, el próximo elemento será la gota fría .

Sin embargo, los que no nos decantamos tan rápido por el estigma de la culpabilidad ni creemos que el fin del mundo está al caer como purga para nuestros pecados, reflexionamos.

Y echamos de menos que en esos noticiarios también se hable de volumen producción de agua de las desalinizadoras y del coste de dicha agua. Que se aporten datos de reutilización y regeneración de caudales usados. ¿Porque, no sería bueno saber cuánto aportan para ayudar a nuestros pobres embalses y acuíferos tan exhaustos?

Además, ¿qué hay de la recarga de acuíferos? Porque se realiza  y también ayuda a paliar la situación.

Por su parte, los regantes sabemos que no pueden regar…pero, ¿cuándo habrían tenido que dejar de hacerlo si los embalses no hubieran cumplido con su función?

Ni una palabra al respecto. Nada positivo, todo negativo

En los noticiarios solo se habla del apocalipsis. No escuchamos ni vemos una sola noticia de la función benéfica de las aguas  embalsadas cuando llovía. Gracias a ellas, hemos podido llegar en el mes de agosto, con esta sequía que parece la peor de la historia, a disponer todavía de caudales embalsados, escasos pero todavía existentes.

¿Por qué los gestores del agua públicos no envían a los medios de comunicación estas noticias positivas? No logramos entenderlo.

En fin, prepárense para más catastrofismo en unos días. Llegará la hora de las DANAS, la gota fría y las borrascas también apocalípticas.

Antes de refugiarnos en el bunker antinuclear, reflexionemos, por favor.  Examinen con detenimineto nuestra foro de portada. Observen lo que pasó en un municipio ribereño de los ríos Ter y Ges en 1940. En la avenida de octubre de 1940 el río Ges en Torelló (Barcelona) aumentó su calado en 9,60 m sobre el lecho del cauce. Se responsabilizó de la inundación urbana a un puente carretero al taponarse su arco.

Y deténganse un momento a admirar la perspectiva del río-estacionamiento de vehículos en superficie de nuestra segunda foto.

Si se desborda, no creemos que sea solo a causa del cambio climático. Los puentes comunican. Pero también taponan. La imagen de 1940 y la actual tienen sus coincidencias (un puente inadecuado en cuanto a su sección de desagüe)  y sus diferencias (sabemos hoy lo que puede pasar y hasta donde puede llegar el agua). Y tenemos un embalse laminador en la cuenca alta.

Por eso no queremos dejar aquí un mensaje de angustia y desasosiego más. Lo positivo es que ahora sabemos donde están los problemas y cuáles son las consecuencias del desbordamiento. Y que si estamos en un lugar de riesgo y lo sabemos, será más fácil que salvemos los muebles. Y la vida, que vale muchísimo más. Información es seguridad. También tranquilidad.

Estas cosas han ocurrido siempre. Preparémonos para su repetición y alegrémonos de que en nuiestros días, seguro que tales desgracias no volverán a producir efectos tan devastadores  Seamos positivos y siempre, prudentes.

Se ha trabajado e invertido mucho para que los desastres naturales nos afecten menos. Aunque nos sigan afectando. Porque llegará la gota fría. A los ríos regulados, que se alegrarán de que la avenida llegue con el embalse vacío. Y a los no regulados, que tendrán publicadas sus manchas de inundación .

Por lo tanto, alegrémonos de tener memoria y muchos datos. Porque  con la información existente de lo que ya pasó, podremos tener  mucha prevención  cuando nos acerquemos a los cauces o cuando nuestra residencia esté en zona inundable. Afortunadamente, hoy en día ya disponemos de mapas de riesgo de inundación que en 1940 eran imposibles de imaginar

 

 

Lorenzo Correa

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