La importancia de las praderas submarinas en el futuro del mar…y de la tierra.



Que los océanos son una fuente inagotable de riqueza es una afirmación bastante bien argumentada en nuestras páginas. Hemos escrito mucho sobre el presente y futuro de los mares. Sobre las amenazas e incertidumbre que sobre ellos planean. De sus tesoros escondidos, su pesca, su marisco, sus manglares y sus arrecifes de coral. En suma, sobre la exigencia de su protección. Pero nos faltaba hacerlo sobre las praderas submarinas

Necesitamos agua marina de calidad, con una temperatura adecuada y un grado de acidificación aceptable. Pero el océano está plagado de habitantes y de visitantes que por él transitan llevando lo que de él extraen y los productos que consumimos. Ese transporte contamina, como lo hace todo lo que en tierra nos sobra o nos molesta y al mar llega sin cumplir las condiciones adecuadas para no hacerle daño al agua y a quienes en ella viven.

Del océano extraemos comida, bebida a partir del agua desalinizada, algas para nutrirnos mejor o fabricar medicamentos. Pero hay algo dentro del mar que nos pùede venir muy ben el en el futuro. Y está en el fondo. En las praderas submarinas.

Se trata de zonas del fondo marino cubiertas de plantas acuáticas. Auténticos jardines con flores, hojas y plantas entraizadas en lodos y arcillas del fondo. Praderas inmensas repartidas por tdo el globo en estuarios, marismas, lagunas costeras y zonas de la plataforma continental, siempre que en ellas no haya turbulencias.

Por desgracia, no disponemos de mapas con lasuficiente precisión para saber cuál es lasuperficie que ocupan. Se estima entre 300.000 y 600.000 km² en aguas continentales de 159 países del mundo. Son el restaurante de los peces y el colchón que apacigua el furor de las marejadas ciclónicas. Allí reside más de la quinta parte de las 25 pesquerías más grandes del mundo.

Además son un enorme filtro para patógenos, bacterias y contaminantes. Y como todas las maravillas que el mar tiene en su seno, están amenazadas de extinción. Porque en  poco menos de siglo y cuarto se han perdido casi la tercera parte de las praderas existentes en el siglo XIX.

En esta tesitura, hora es ya de alertar sobre estos peligros, indicando la existencia de otras virtudes que animan a su preservación

Estas praderas, no contienen realmente hierba. Su contenido se parece bastante a los terrestres lirios y las orquídeas. Tienen hojas largas y estrechas de variadísimas formas, destacando las de óvalo, helecho y cinta. Y sus longitudes van desde los 3 cm a los 7 metros.

Se conocen 72 especies que gracias sus flores, o «angiospermas», pueden vivir bajo el agua. Allí se encargan de producir flores, semillas y polen. Y utilizan a los crustáceos como polinizadores, en labores semejantes a las que hacen las abejas y otros insectos en tierra firme

Las praderas marinas pueden contener en extensiones de perímetros muy diversos una o varias especies de hierbas llegando a convivir hasta 14 diferentes en los océanos Índico y Pacífico.

Es importante no confundirlas con las algas. Porque éstas cosnstituyen un grupo relativamente primitivo de organismos fotosintéticos marinos. Y nuestras hierbas de la pradera marina son plantas con flores que salieron del océano a la tierra y volvieron al mar hace unos 100 millones de años. Ese viaje de ida y vuelta es la clave para entender que los pastos marinos son las únicas plantas verdaderas que se encuentran en el océano. Además, las especies de algas son enormemente superiores. Porque si solo conocemos 72 especies de hierbas marinas, en el caso de las algas hay catalogadas entre cinco y seis mil especies

Las praderas submarinas están muy extendidas por nuestro planeta. Solo necesitan presencia de aguas poco profundas y salobres. Pueden sobrevivir en zonas tropicales, templadas e incluso muy frías. Y han sido capaces de adaptarse en su evolución para vivir donde muy pocas plantas podrían hacerlo,

Conocidos ya los principales datos y las carencias de otros como es el caso de su superficie exacta, veamos ahora qué nos pueden ofrecer a los seres humanos en esta era de pánico climático en la que vivimos

Lo primero, ayudar a mejorar y conservar nuestra salud y el bienestar humanos de innumerables maneras. Porque nos ofrecen un producto alimentario excelente para asegurar nuestra nutrición. En ellos se alimentan y crian peces jóvenes, a los que protegen de los depredadores. Por eso en ellos se asienta la quinta parte de las principales pesquerías del mundo.Y en las praderas del pacífico norte, vive el abadejo de Alaska o de lucioperca, la especie más capturada del planeta.

En nuestro cercano mar Mediterráneo, las praderas aportan 200 millones de euros a los beneficios reportados por el mar a las industrias pesqueras y la pesca recreativa. Por esta razón, cada vez que su superficie disminuye, lo hacen los bancos de peces. Y las pérdidas económicas son enormes .

En segundo lugar los benenficios de unas praderas sanas y extensas para la protección de la biodiversidad son muy importantes. Porque dan refugio, aimento y áreas de cría a muchas especies que en ellos conviven. Muchas de ellas, amenazadas,como los dugongos, esos enormes animales marinos vegetarianos. O las tortugas marinas, caballitos de mar y tiburones.

Otro gran beneficio de las praderas es el de su capacidad de filtrar el agua marina. Eliminan así el exceso de nutrientes y generan materiales antibacterianos y antifúngicos. Además, alteran la química del agua y “limpiian” sedimentos. Al hacerlo, reducen en un 50% la exposición de todos los seres vivos y de los ecosistemas a los patógenos bacterianos existentes en el agua marina.

Mirando hacia el interior, las praderas también ofrecen una eficaz protección contra la erosión costera. Sus hojas, absorben casi la mitad de la energia de las olas desbocadas. Y provocan  un efecto disipador de las fuerzas erosivas que en ellas habitan. Por su parte, sus tallos y raíces se dedican a capturar sedimentos y a depositarlos en el fondo marino. Ante la capacidad destructora cada vez más acusada de ciclones y huracanes y el aumento del nivel del mar, las praderas ofrecen su efecto apaciguador. Así protegen las costas y a sus habitantes y bienes defendibles.-

By Benjamin L. Jones, Lina M. Nordlund, Richard K. F. Unsworth, Narriman S. Jiddawi and Johan S. Eklöf – [1] doi:10.3389/fmars.2021.640528, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=110896604

Por últmo, las praderas también sirven de “museo” y almacén seguro para los pecios y objetos depositados a lo largo de la historia bajo las aguas del mar. Se han hallado restos de hasta 6.000 años de antigüedad, con los que los museos de tierra adentro tienen muy difícil competir. Son depositarias de los restos de los naufragios romanos y  fenicios.  Y de los de galeones y buques de guerra. Allí tienen su asiento definitivo también las ciudades sumergidas.

Pero aún hay más beneficios de las praderas en la era del pánico climático. Porque ayudan amainar sus efectos devastadores, como sus hermanos los bosques hacen en tierra firme. Absorben y almacenan carbono. Tanto como los estimados 19.900 millones de toneladas de carbono orgánico que albergan en su seno las praderas submarinas de nuestro planeta. Cantidad equivalente a la almacenada en las marismas marinas y en los manglares. De esta amenera las praderas constutuyen con marismas y manglares las tres columnas sobre las que se asientan los ecosistemas de carbono azul.

Lo malo es que si ellas desaparecen o se deterioran pierden por partida doble. Por un lado su capacidad de atrapar carbono. Y por otro, proceden a liberar gradualmente el carbono ya almacenado. En el peor de los casos, se cree que las emisiones de la degradación de los pastos marinos a nivel mundial podrían alcanzar las 0,65 gigatoneladas por año. Y esto equivale a las emisiones anuales de toda la industria del transporte marítimo mundial.

Llegados a este punto en el que ya conocemos la importancia de la función de las praderas y por lo tanto su necesidad de preservación, cabe preguntrase si se encuentran legalmente protegidas.  Si existen garantías de que van a seguir ahí contribuyendo a la humanidad. Con sus beneficios y  sin amenazas que las puedan hacer desaparecer o degradarse.

De entrada, debemos constatar que en la actualidad solo 16 países las tienen en cuenta en el articulado protector de sus planes climáticos nacionales. En ellos, se les reconoce su contribución concreta en el ámbito nacional. Para reducir los efectos nocivos del cambio climático.

Pero a pesar de ello, la realidad es que su superficie disminuye sin cesar. Y lo hace desde hace casi un siglo habiendo llegado hoy a un ritmo del 7 % anual. Superan por desgracia la velocidad de deterioro de los manglares (1-3 % anual) y de las marismas (1-2 % por año). Entre 1970 y 2000, su extensión disminuyó en más del 10% por década. Y de las 72 especies de pastos marinos conocidas en el mundo, 22 están en muy tocadas. Y tres están en peligro de extinción.

Su ubicación, en zonas del litoral poco profundas, las hace ser muy codiciadas por nuevas actividades industriales y recreativas. Y las presiones contaminantes que les lllegan desde tierra firme (vertidos y urbanización de la costa), son enormes. También provocan un enorme impacto las “limpiezas de fondo” que se realizan para darle al agua en las playas un aspecto más transparente y cristalino, tan atractivo para el bañista.

Por otra parte, el aumento paulatino de la temperatura del agua causa estrés fisiológico y llega a ser letal. Además, el aumento del nivel del mar puede limitar la luz solar que necesitan para crecer. Si a esto le sumamos el desconocimiento generalizado de su existencia y virtudes por parte de la población, el panorama futuro es bastante sombrío.

Poreso, una de las actuaciones más importantes a llevar a cabo es la de aumentar el nivel de conciencia pública sobre su importancia. Y a ello también nos dedicamos nosotros con este artículo.

Acabemos con buenas noticias que fomenten la esperanza. En los países concienciados se está revirtiendo la situación con medidas protectoras y de rehabilitación. Actuaciones de gestión que regulan los vertidos de nutrientes para mejorar la calidad del agua. Limitaciones de artes de pesca destructivas en estos ámbitos. Prohibición de cosntrucción de amarres que arrasen los fondos marinos. Señalización exhaustiva de la presencia de praderas submarinas. Y cualquier otra medida destinada a detener su degradación y destrucción.

Nuestros ya conocidos países del Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible ya están en ello. E incluyen la protección en la agenda de acción oceánica para la próxima década. En otros lugares como el estado deFlorida, llevan ya dos décadas declarando el mes de marzo como el “Mes de las prederas submarinas” y organizando todo tipo de actos y eventos de concienciación pública. El siguiente paso, será designar un “Día Mundial” , si aún queda algina fecha libre en el calendario.

Accciones similares de concienciación a las del plástico en el mar. Este es un buen ejemplo a seguir para garantizar que el futuro del agua en el ámbito de las praderas submarinas pasa por su protección y el reconocimineto de su labor . Como el que hoy aquí hemos hecho.

 

Lorenzo Correa

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