A narrow place between two seas. Así titula Joseph Bucklin Bishop, secretario de la Comisión del Canal ístmico, su mítico libro “The Panama Gateway”. En él narra la gesta de la construcción del Canal de Panamá.
De su atenta lectura, además del conocimiento de la génesis de la obra, se desprende una genial descripción de la idea del vínculo canalero. El autor titula su libro con la idea que los nativos indígenas del istmo panameño quisieron trasladar a Cristóbal Colón para contestar a sus preguntas sobre dónde estaba. En un lugar estrecho entre dos mares. Parecido al lugar en que hoy se encuentra el vínculo entre las culturas del agua. Dos océanos separados por una intrincada jungla de intererses, férreas convicciones, lastres del pasado e incertidumbres del futuro.
Una jungla en la que la información asimétrica inocula fiebres altas. Que alteran el organismo social sin que aún exista cura conocida.
Escuchándolos, Colón creyó que ese estrecho lugar que comunicaba los dos océanos, era el cauce de un curso fluvial. Que había una vía acuática natural que le permitiría llegar a las soñadas Indias y dar la vuelta al mundo para volver a España por otro camino diferente del que usó para salir. Y esa interpretación colombina dio pie a una intensa búsqueda de un camino fácil para llegar a las deseadas Indias por el Occidente, con su promesa de tesoros incalculables. Todo un símbolo para el futuro del agua.
La visión de futuro del almirante genovés, la manera de sortear un escollo difícil e inesperado en el camino a su objetivo flotaba sobre el agua. Navegando, pretendía encontrar la conexión más cómoda y rápida para alcanzarlo. La paradoja es que él nunca supo que había descubierto un nuevo mundo. Pero, no sólo lo hizo sino que además visionó lo que 400 años más tarde sería la vía canalizada “de agua” que conocemos desde principios del siglo XX como el canal de Panamá. El “narrow place between two seas” que no existía de forma natural, sino que tuvo que ser abierta por la mano del hombre.
Según Bishop, el afán de Colón en sus sucesivos viajes, fue el de buscar el “hidden strait”, comenzando por el cauce de gran entidad más cercano a la Bahía de Porto Bello. Feliz hallazgo el de la bahía bautizada así por Colón, tras atracar en Nombre de Dios. Porque allí desembocaba el río Chagres, auténtico “padre” del actual canal, porque es quien le da la vida (el agua), juntos con las madres lacustres que la acumulan, la recogen y la amansan cuando llueve fuerte.
El autor,sustenta la teoría de que la hazaña useña fue un éxito por una causa fundamental. Cambiaron el paradigma intelectual, administrativo y sanitario. Iluminaron la oscuridad en los tres ámbitos. Se dieron cuenta de que la “nueva cultura canalera de Lesseps” se basaba en un paradigma caduco. Inaplicable en lo que ellos denominaban “el trópico”.
Por tres motivos:
- el enfoque ingenieril. No era una obra “ferroviaria”, porque los carriles necesarios para acopiar material y llevar lo excavado al vertedero, se los llevaban los deslizamientos.
- El enfoque climático. Había que contar con las lluvias y conocer sus efectos
- El enfoque sanitario. Lo primero, era el saneamiento del istmo. Había que eliminar la fiebre amarilla para hacer la obra. Había que luchar contra el mosquito, saneando.
Por eso Bishop soluciona el problema con una “sencilla” ocurrencia: la administración inteligente de las obras. Se le dio todo el protagonismo al medio ambiente. Y después, los ingenieros militares, plantearon las batallas y ganaron la guerra. Primero, contra la selva, ese depredador insaciable que destruía en un santiamén lo que la civilización había construido en largos períodos de tiempo. Después, contra el mosquito, descubriendo que era el inoculador de la fiebre. Y finalmente, contra el clima lluvioso, factor de deslizamientos constantes.
Hay que agradecer a William Gorgas su capacidad de seducción para dar el primer paso en el cambio del paradigma. Él lo dio, logrando que se realizara el saneamiento de Panamá. Probablemente fue el primer proyecto de ingeniería social y ambiental de envergadura en el mundo. Ahí radica su simbolismo. Algo tan lejano aparentemente de una obra hidráulica, como fue la campaña de liberación de La Habana de la fiebre amarilla, consigue que se haga realidad la construcción de esa obra centenaria.
Averiguar el mecanismo de transmisión de la fiebre amarilla, descubierto por su mentor Walter Reed, permite dominar a la naturaleza en el istmo. Aunque obliga a mantener permanentemente el control del mosquito en esa estrecha faja de terreno. No solo hay que mantener la obra. También hay que trabajar sin descanso en el saneamiento. La combinación de ambas medidas, produce la seguridad necesaria para la explotación del canal. Y para la vida.
Este blog pretende acoger ideas, opiniones, debates, noticias y comentarios sobre el futuro de la gestión del agua. Para disponer de herramientas de gran utilidad. También para definir dónde estamos ahora en el presente de la gestión del agua. Nuestro “ narrow place between two cultures”. La nueva y la vieja cultura.
Y para encontrar el “hidden strait”, el Corte Culebra que nos haga avanzar rápido y seguro. Hacia la gestión del agua del futuro. Deconstruyendo el discurso patriarcal del espasmo y el marasmo que nos ahoga y nos paraliza. A evitar destinar tantas energías y presupuestos a defender lo que cada cultura considera ha conquistado con unos muros cada vez más gruesos y más altos. Modo defensa significa despilfarro de energía ineficiente, derivado de la cultura patriarcal. Mejor deconstruir cambiando a modo adaptación al entorno.
¿Cómo diseñamos el futuro? Mirando los símbolos del pasado. Como el Canal de Panamá. Y cambiando, como allí se hizo, el paradigma de base.
Otra paradoja: a los que piensan que los niños son el futuro de la humanidad (visión patriarcal). Algunos les contestan que el futuro de la humanidad somos los adultos. Porque es con ellos con quien viven los niños, que en esa convivencia se convierten en adultos. Asumamos los adultos la responsabilidad de la gestión del agua del futuro, haciendo, escogiendo y pensando.
Porque nadie puede volver al pasado. Ni siquiera el péndulo del espasmo y el marasmo que con su continuo vaivén modifica su entorno circundante.
Cada persona genera un mundo, como afirma Maturana. El regante, el académico, el industrial, el urbanita, el ambientalista, generan su mundo, el que gira según sus preferencias, anhelos, afinidades y reflexiones. Y cada mundo es diferente del otro.
En esa diferencia está la clave de la convivencia, del trabajo en común para generar juntos un mundo común que nos libere de las cadenas generadas para el anclaje de las culturas establecidas que nos amarran al enfrentamiento de ideas, de mundos y no nos permiten compartirlos.
Acabo citando de nuevo a Maturana: El acto de escoger no es tanto el acto de ir por un camino o por otro, sino un acto de soltar las certidumbres y mirar.
¿Cómo vive el lector ahora la gestión del agua? Reflexionemos sobre su futuro desde el respeto, aprendiendo a convivir, que pasado el” hidden strait” se abre el inmenso océano, como en el Canal de Panamá
Y que de esas reflexiones nazcan ideas de gestión respetuosa más medidas de adaptación y menos de defensa que puedan quedar reflejadas en este blog. El futuro de la gestión del agua es nuestro. Sigamos escribiéndolo. Construyendo y saneando.
Lorenzo Correa
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