Vivimos en un planeta cada vez más amenazado por la escasez de agua. Somos más cada día para beber, bañarnos y consumir bienes que contienen agua virtual. La agricultura exige más agua para satisfacer las necesidades de los terrícolas. En general, vivimos mejor. Y nos concentramos en metrópolis que derivan hacia ellas ingentes caudales desde lugares muy lejanos al punto de consumo. Hoy, nos llegan noticias de que en un país tan húmedo como es Suiza, la escasez de agua comienza a ser objeto de preocupación. Llueve menos y la demanda crece, como en todas partes. Por eso, el problema está servido.
Sin embargo, no deja de ser sorprendente. Porque el pequeño país de la cruz blanca contiene el 6% de las reservas de agua dulce de Europa. Y sus acuíferos han sido siempre emblema de capacidad y calidad. No en vano las surgencias están cuantificadas en 150 hm³ anuales. Manantiales fuentes y cascadas dan fe de tan ubérrima riqueza en caudales circulantes Son tan grandes que dejan atrás a sus aportaciones anuales en Francia, con “solo” 100 hm³ y a los menos de 49 Alemania
Aunque pueda parecer poco creíble, se están registrando cada vez más largos períodos de sequía en Suiza. Lo que ya no es tan extraño es que aquí, como en todos los países desarrollados, el grado de impermeabilización del terreno a causa de la urbanización, crezca sin parar. Con él, la demanda de agua porque la población también crece. Actualmente, la densidad poblacional es de 212 hab/km². Y es que 8,5 millones de personas viven en Suiza, una cifra que dobla la de principios del siglo XX. Solo en lo que llevamos de siglo, ha aumentado en un 3,2%, es decir más de 1,5 millones de habitantes.
La consiguiente disminución de aportaciones, la caída de los glaciares y el aumento de población, provocan que los suizos tengan una gran ansiedad sobre el futuro de su agua. Algo que hasta hace poco, no les generaba la menor preocupación.
El país conocido como “Gran depósito del agua en Europa” ve cómo su volumen va disminuyendo y ya no rebosa casi nunca. Por eso, se comenzaron a tomar medidas de eficiencia y ahorro, Y en los últimos 30 años, se ha conseguido reducir el consumo doméstico per cápita de 400 a 300 l/persona y día.
Aún así, los suizos siguen estando a la cabeza de los europeos que más agua consumen. Recuerden que en España.por ejemplo se consumen 133l /hab y día de media. Por lo tanto, hay mucho que hacer todavía para reducir esos 142 l/hab y día suizos consumidos en actividades domésticas.
La otra mitad de los recursos hídricos consumidos, van a la industria y la agricultura. Pero en estos ámbitos, las extracciones son privadas y no están reguladas por la administración al no existir un régimen concesional. Nadie mide, salvo raras excepciones, las derivaciones agrícolas de agua extraída de lagos, ríos o acuíferos. La percepción paradisíaca del agua abundante, infinita y bien repartida por todo el territorio, elimina la percepción del derroche.
Y la realidad es que hasta ahora la administración cantonal, responsable de la gestión del agua, no dispone de legislación ni herramientas para recopilar datos y medir el consumo. Como excepción está el cantón de Basilea que sí dispone de red de medida de datos, a causa de la existencia de una intensa demanda de agua provocada por la industria química.
Las alarmas se encienden y como pasa siempre en estos casos, son los académicos de la Universidad, en este caso de Berna, los que comienzan a emitir mensajes para que se establezca una red nacional de toma de datos, estaciones de aforo y control de las extracciones que permita saber cuánta agua hay y cuánta se consume.
Para los que hemos trabajado toda la vida en una administración controladora y que vela por el reparto solidario del agua, que un país tan avanzado se encuentre tan retrasado en estos ámbitos, nos parece cuando menos sorprendente.
En cualquier caso, algo se mueve y parece que la división hidrológica de la Oficina Federal de Medio Ambiente de Suiza (FOEN), iniciarán en breve un proyecto para recopilar datos a escala nacional sobre los diferentes tipos de consumo de agua distintos al uso doméstico.
Pero la gestión eficiente no depende solo de la cantidad, sino también de la calidad. Y ésta va decayendo, como demuestran las cada vez mayores necesidades de depuración. Porque la anteriormente citada expansión urbanística y la agricultura intensiva están obligando a tratar las aguas.
En los buenos tiempos, solo una cuarta parte del agua potable del país, extraída de pozos o manantiales, necesitaba ser tratada antes de su uso. Pero los vertidos urbanos de cosméticos y otros productos químicos preocupan. Sobre todo si a ellos se suman los pesticidas y los fertilizantes agrícolas. La calidad del agua de los acuíferos,disminuye por esta causa. Así que ya se alzan voces que exigen adaptar las regulaciones sobre el uso de estos productos químicos.
Para completar el escenario cada vez más oscuro del futuro del agua en Suiza, queda referirse a las sequías, que en las dos últimas décadas son cada vez de mayor duración. El problema final reside en que las redes de abastecimiento son locales. Por ello, las conexiones interregionales entre redes con sobrante de agua y con falta de la misma son complicadas. En una palabra, que los trasvases de cuenca son complicados.
El problema se agrava en las regiones o cuencas en las que no hay acuíferos de importancia. Porque al depender solo de los glaciares, la nieve y los lagos, están muy expuestas a la escasez si la sequía y las altas temperaturas se presentan. Es lo que ocurre en verano en regiones alpinas
Desde Zúrich, ya se suministra agua potable a más de 60 comunidades en el resto del cantón Pero es solo un ejemplo difícil de seguir en otros cantones. Por un lado, la impresión de que el agua sobra, hace difícil ver con buenos ojos invertir en trasvases. Y por otro, la sensación de “mi agua es mía” que caracteriza la ideología anti trasvasista, es un obstáculo nada fácil de superar. También en Suiza.
Por estas razones, aquí también se desatan las tensiones relativas a la gestión del agua. Se hacen notar en períodos prolongados de sequía cuando los agricultores han ido a extraer el agua a los acuíferos que abastecen a sus vecinos.
Y los gestores de las minicentrales hidroeléctricas, chocan con los agricultores cuando éstos quieren extaer agua de los lagos en verano.Por su parte, las industrias química y nuclear suizas necesitan más agua para refrigerar. Algo que también le ocurre a los sectores financiero y tecnológico, que utilizan agua subterránea o de río para mantener frescos sus servidores.
Por último, las tensiones se manifiestan también en las zonas fronterizas. Francia demanda más dotación de la presa Seujet de Ginebra para enfriar sus plantas nucleares en verano. E a Italia hace lo mismo con los recursos del fronterizo lago Maggiore, que necesita para el riego agrícola.
Para conciliar todos los intereses y rebajar tensiones, hay que actuar. Mejorando la gestión del agua en el ámbito cantonal. Disponiendo de una red de toma de datos de consumo y abordando la interconexión de redes de abastecimiento. También invirtiendo en redes de riego más eficientes, canalizando para evitar la evaporación del agua. Y actuando en el ámbito de la regeneración de aguas grises. Además de fomentando el ahorro doméstico y la responsabilidad solidaria individual.
No queremos ser agoreros, pero debemos abordar el espinoso asunto de la huella hídrica. Porque más del 80% del consumo de agua en suiza se esconde en bienes de consumo, como productos y servicios importados. Y aunque un suizo consuma en todos los usos posibles 4,2 m³ l/día, que solo es una caudal algo superior a la media mundial, gran parte de su huella hídrica, es decir de lo que realmente consume, procede de agua de países donde ésta escasea. Y así, el 82% de la huella hídrica de Suiza es atribuible a bienes y servicios importados. Mientras que es solo del 20 % en EEUU y del 60 % de Italia. Es decir que la gran mayoría del agua consumida por una persona es virtual
Por lo tanto, podemos afirmar que el bienestar de Suiza depende del agua de otros países y a menudo de regiones del mundo donde el agua es muy escasa. Para solucionarlo, el país debe apoyar a los países que se la suministran a través de programas de gestión sostenible del agua. Es decir, haciendo lo mismo que deben realizar en su propia casa. Porque la gestión del futuro del agua, acaba igualando en soluciones a todos los países.
Lorenzo Correa
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