Antaño, casi siempre había huertos en el espacio fluvial peri-urbano de los ríos humanos. Como podemos observar en la foto de portada, el paisaje fluvial de un pueblo pequeño con río estaba protagonizado por dos elementos.
La iglesia, ubicada en el punto más alto, para que los feligreses estuvieran lo más cerca posible del cielo. También para que estuviera a salvo de la inundación, por supuesto. Y los huertos, que como sobraba espacio en el fluvial, hacía de colchón natural para que los desbordamientos no afectaran a los bienes inmuebles. Además de este verde colchón se extraían alimentos básicos para que los vecinos fueran autosuficientes. Y para vender en el mercado, si les sobraban.
Hoy en día esta imagen ya es solo un recuerdo. El espacio fluvial es la franja de terreno ideal para el trazado de vías de comunicación. Y para la ubicación de polígonos industriales y centros comerciales. Los hueros, han quedado como un residuo cada vez más escaso del pasado.
Algunos aprovechaban que las zona de policía y servidumbre eran una especie de «no man’s land«, para establecer sus huertos en ellas. Así distraían las ociosa horas de la jubilación y llevaban a casa o al mercado productos que les permitieran rebasar con menos sobresaltos las cuestas de enero.
Como el terreno era de todos, creían que no era de nadie. Y allí construían cobertizos de dudosa estética con materiales de desecho para guardar los útiles de labranza. Por supuesto que el río los arrastraba con furia cuando acontecía la avenida. Y los depositaba junto a las pilas de los puentes, estrechando secciones de desagüe al fundirse con sedimentos arrastrados también por la erosión del cauce. Terrible final para esos huertos tan amorosamente cuidados.
En nuestra otra foto podemos ver huertos del siglo XXI. Porque si se buscan, aún se encuentran. No son muy del agrado de los guardianes de las esencias del río. Pero ahí están, aunque cada vez sean menos, conviviendo con los encauzamientos.
Al verlos, se nos ocurre reflexionar sobre sus ventajas e inconvenientes. Veamos cuáles son las primeras
- Agricultura sostenible: Si los huertos en los ríos se gestionan de manera adecuada, pueden promover prácticas agrícolas sostenibles al utilizar el agua del río para el riego. Esto puede reducir la dependencia de otros recursos hídricos y disminuir el impacto sobre los acuíferos subterráneos.
- Protección contra la erosión: Las plantas cultivadas en los huertos pueden ayudar a proteger las riberas de los ríos contra la erosión. Sus raíces pueden estabilizar el suelo y prevenir la pérdida de tierra, lo que es especialmente relevante en áreas propensas a inundaciones o con problemas de erosión.
- Filtración de agua: Las plantas cultivadas en los huertos pueden actuar como filtros naturales, ayudando a purificar el agua del río al absorber nutrientes y contaminantes. Esto puede mejorar la calidad del agua y beneficiar la vida acuática.
- Biodiversidad: Si se cultivan plantas nativas y se promueve la diversidad en los huertos, se puede fomentar la preservación de especies autóctonas y proporcionar hábitats para la fauna local.
Pero los huertos de ribera también tienen desventajas:
- Contaminación del agua: El uso de pesticidas y fertilizantes en los huertos puede ocasionar la contaminación del agua si no se utilizan de manera adecuada. Esto puede tener efectos negativos en los ecosistemas acuáticos y en la salud humana si el agua se utiliza para el consumo o el riego de otros cultivos.
- Impacto en los ecosistemas acuáticos: La alteración de las riberas y la introducción de plantas no nativas en los huertos pueden afectar negativamente a los ecosistemas acuáticos y la biodiversidad local. Algunas especies invasoras pueden desplazar a las nativas y perturbar los equilibrios ecológicos existentes.
- Gestión y control: Los huertos en los ríos requerirían una gestión cuidadosa para garantizar que se mantengan dentro de límites apropiados y no se conviertan en fuentes de contaminación o degradación del ecosistema. Esto implica una planificación adecuada, monitoreo constante y regulaciones efectivas.
En resumen, la idea de tener huertos en los ríos puede ser beneficiosa si se implementa de manera sostenible y se tienen en cuenta los posibles impactos ambientales. Una planificación adecuada, el uso de prácticas agrícolas responsables y la consideración de las necesidades ecológicas locales son fundamentales para evaluar si esta práctica es apropiada en una determinada área y cómo puede beneficiar a la comunidad y al medio ambiente.
Lorenzo Correa
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