El año 2023 ya se recuerda como el de los récords climáticos. Todos los meteoros aportaron datos preocupantes incesantemente divulgados por los medios de comunicación. Y comentados con sorna, pavor o escepticismo en las redes sociales. Lo cierto es que ni un fenómeno atmosférico se ha librado de darnos un susto. Y el cambio climático ha sido otra vez motivo de preocupación.
Aéreos, como los vientos, acuosos, como la lluvia o la nieve, luminosos, como el arco iris, el parhelio o la paraselene, o eléctricos, como el rayo y el fuego de Santelmo, todos los meteoros tuvieron su protagonismo negativo. Y, además, las temperaturas también batieron récords de máximas.
Pues bien, todo ello se pone en el debe del socorrido cambio climático, que todo lo aguanta. Como consecuencia, la llamada acción climática se potencia y todos los estados, países, entidades regionales, locales y corporaciones privadas se disponen a aportar su granito de arena para frenar la avalancha de malas noticias para la tierra y los terrícolas.
Uno de los ámbitos donde más puede hacerse para frenar esta terrible escalada de récords es el océano. Sin embargo, poco se aprovecha el potencial que tiene para dar la batalla en los aspectos que hoy tratamos. Veamos cómo lo puede hacer.
Ya hemos resaltado en estas páginas en diversas ocasiones la importancia de los trabajos del Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible (Ocean Panel). Y una de sus últimas publicaciones incide precisamente sobre el tema que ahora tratamos. Proclaman que las soluciones climáticas basadas en los océanos pueden rebajar en una tercera parte las emisiones anuales de gases de efecto invernadero necesarios en 2050 para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5º C.
Recordemos que aquí se ha situado el límite para evitar que el cambio climático acabe con nosotros. Por fortuna, si estas investigaciones de Ocean Panel son certeras, el océano conseguirá que se eleve de la quinta parte el recorte en emisiones inicialmente previsto para esa fecha, que era solo de la tercera parte.
Las soluciones propuestas son viables, factibles y rentables. Porque invertir 1 dólar en estas acciones oceánicas clave puede producir al menos 5 dólares en beneficios globales, a 30 años vista. Por lo tanto, incrementar inversiones en esas soluciones será un buen negocio para el inversor. Una vez más, meter dinero en tecnología e infraestructuras será la clave para extraer del océano todo lo que puede ofrecer para amainar las malas perspectivas climáticas del futuro.
Analicemos las siete acciones recomendadas por el Ocean Panel para reducir emisiones y ofrecer además beneficios sociales, económicos y ambientales para los habitantes de la costa:
1) Ampliación de la energía renovable oceánica.
En la actualidad, es posible generar mucha más energía eólica marina y solar flotante y mareomotriz. Así, podremos reducir emisiones de gases de efecto invernadero en hasta 3,60 gigatoneladas por año en 2050. Superaremos las emisiones totales combinadas de los 27 estados miembros de la UE en 2021. E incrementando el uso de estas energías renovables también podremos satisfacer la demanda mundial de energía sin miedo de ir eliminando gradualmente el carbón y otras energías fósiles.
Datos actuales demuestran que la generación de energía eólica marina se ha duplicado en los últimos cuatro años, llegando ya a los 2.000 GW en 20250. Suficientes para alimentar 1.500 millones de hogares al año. Miremos a Noruega, como paradigma, porque ya es el mayor parque eólico marino flotante del mundo. Allí ya han ubicado zonas de producción de energía eólica marina para 2040, teniendo en fase de concurso la producción en dos lugares de su plataforma continental de 4500 MW.
Lo que cada país debe hacer para avanzar en el camino abierto por los noruegos es tan sencillo como establecer objetivos nacionales ambiciosos en los próximos compromisos climáticos de 2025. Y en ellos incluir la energía renovable en la combinación energética. Estableciendo, como es lógico, un marco económico y regulatorio estable para estimular las inversiones en infraestructura de sistemas energéticos oceánicos.
Se trata de flexibilizar las condiciones para ampliar los parques de turbinas eólicas marinas fijas y flotantes. Pero también de poner dinero para desarrollar nuevas fuentes de energía basadas en el potencial de los océanos. Es el momento de la solar fotovoltaica flotante, la undimotriz y la mareomotriz. No afectarán a los organismos marinos, pero impedirán que el horizonte marino esté limpio de barreras visuales. El precio del progreso.
2) Reducir las emisiones del transporte marítimo
Ya hemos tratado en estas páginas del enorme problema que suponen estas emisiones. Recordemos que la industria del transporte marítimo internacional mueve en sus buques el 80% del comercio mundial. Por eso ella se codea con el “top ten” de los países más emisores del mundo. Y la Organización Marítima Internacional (OMI) ya tiene como objetivo alcanzar el cero neto “para o alrededor de” 2050 según las “circunstancias nacionales”.
Lo cierto es que el avance evidente en descarbonización del transporte marítimo adoptando medidas de eficiencia energética no es suficiente. Además de diseñar y renovar buques para que gasten menos combustible y reduzcan sus emisiones, para alcanzar los objetivos netos cero del sector hay que invertir mucho más para rebajar las emisiones de carbono existentes y emergentes.
Las navieras tienen un gran reto para conseguir aumentar la eficiencia operativa y logística. Y pasa por reducir la velocidad de los buques y tener en cuenta las condiciones climáticas cuando planifican sus rutas. También las empresas y los gobiernos deben aumentar las inversiones en nuevas tecnologías de combustibles de cero emisiones. Ahí se encuentran el hidrógeno y el amoníaco. Con ellas, se podrían reducir las emisiones del transporte marítimo en hasta 2 gigatoneladas por año en 2050, lo que equivale a sacar de circulación más de 400 millones de automóviles cada año.
3) Conservación y Restauración de Ecosistemas Costeros y Marinos
¿Recuerdan nuestros lectores lo que escribimos sobre el “carbono azul”? Manglares, praderas marinas y marismas. Los grandes sumideros que pueden absorber de la atmósfera y guardar hasta cinco veces más carbono por área que los bosques tropicales. Y hacerlo el triple de rápido.
Pero, además, aportan innumerables beneficios. Porque sostienen las economías costeras a través de la pesca y el turismo. También ofrecen un hábitat básico para muchas especies marinas y ayudan a mejorar la calidad del agua dulce. Sin olvidar cómo protegen a las comunidades costeras de los impactos de ciclones y huracanes.
Lamentablemente, están cada vez más en peligro. Les afecta el cambio climático mediante el aumento del nivel del mar y los citados huracanes. Aquí hay mucho por hacer. Porque si se hace, contribuirá a eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero equivalentes a 76 centrales eléctricas alimentadas con carbón por año en 2050. Y ayudará a alcanzar los objetivos del Convenio sobre la Diversidad Biológica (incluyendo 30 por 30) y los ODS.
4) Ampliar la producción de alimentos sostenibles basados en los océanos
El océano es clave para satisfacer la creciente necesidad de fuentes de alimentos y proteínas derivado del aumento de la población mundial. Ofrece algas, peces e invertebrados como los mariscos. Eso supone sostenibilidad porque demandan menos tierra y requieren menos recursos para producirse que la carne de vaca o el cordero. La incorporación de estos alimentos “azules” a las dietas globales, diversifica las opciones de proteínas, y además reduce emisiones globales hasta en 1,47 gigatoneladas por año en 2050, comparable a eliminar 393 centrales eléctricas alimentadas con carbón anualmente.
Por desgracia, estos alimentos no son ni conocidos ni apreciados para muchos. Y para los que les gustan, sus precios son muy altos. Aquí se necesita crear conciencia y subvencionarlos para hacerlos populares y apetecibles. Como Australia, que ha creado el Centro de Investigación Cooperativa de la Economía Azul para reunir conocimientos especializados en acuicultura, energía marina renovable e ingeniería marina. Así podrán desarrollar industrias marinas innovadoras y sostenibles para aumentar la producción de mariscos y energía marina renovable en su ámbito geográfico.
5) Aprovechar el potencial del océano para la eliminación y el almacenamiento de carbono
Si queremos alcanzar los objetivos globales respecto al cambio climático, se debe eliminar parte del carbono que ya se ha emitido a la atmósfera. Además de restaurar los ecosistemas de carbono azul, habrá que adoptar enfoques de eliminación de carbono basados en los océanos. Eliminando CO2 marino y capturando y almacenando carbono en el fondo marino.
Para ello hay recolectar carbono de la atmósfera mediante la captura directa de aire o la combustión de desechos y bombear el carbono licuado a depósitos bajo del lecho marino, donde puede almacenarse permanentemente. Estos métodos podrían proporcionar hasta 1 gigatonelada de potencial de reducción de emisiones en 2050
La eliminación del CO2 marino puede hacerse mediante mejora de la alcalinidad del océano. Agregando minerales alcalinos al mar para alterar su química y aumentar la absorción de carbono. O fertilizando con nutrientes del océano, para estimular la proliferación masiva de algas que absorben enormes cantidades de carbono. Pero estas estrategias están muy tiernas todavía y por ello hay mucho que investigar al respecto.
6) Descarbonizar el turismo oceánico
El turismo costero y marino supone la mitad del turismo total mundial. Por esta razón, representa el mayor sector económico en las pequeñas naciones insulares en desarrollo y en casi todas las costeras. Y aquí se desata la polémica sobre los cruceros, que contaminan bastante, pero aportan mucho dinero. Como vimos aquí, un gran crucero puede tener una huella de carbono superior a la de 12.000 automóviles. Y emite óxidos de azufre, nitrosos y partículas de carbono, que pueden afectar mucho a los ecosistemas marinos y a la salud humana. Letal respecto al cambio climático.
Se trata de reducir cuanto antes las emisiones del turismo oceánico. Mejorando la eficiencia de los buques con combustibles netos cero y disminuyendo su rozamiento con el agua. O usando como el gas natural licuado y combustibles bio y sintéticos derivados del hidrógeno.
Porque descarbonizar con éxito el turismo oceánico podría reducir emisiones en 0,1 gigatoneladas en 2050, equivalente a las anuales de 251 centrales eléctricas alimentadas con gas natural.
7) Reducción del petróleo y el gas en alta mar
El reto mundial ante el cambio climático es el de reducir drásticamente la producción y el consumo de combustibles fósiles. Aplicado al mar, la acción climática basada en los océanos puede eliminar hasta 5,30 gigatoneladas de gases de efecto invernadero anualmente en 2050, lo que equivale a retirar de la circulación 1.100 millones de automóviles que funcionan con combustibles fósiles cada año. Esto supone que la demanda de energía puede satisfacerse mediante un aumento paralelo de fuentes de energía de cero emisiones, como las energías renovables de origen oceánico.
En resumen, las soluciones climáticas basadas en los océanos podrían potencialmente exceder un tercio de las reducciones totales de emisiones necesarias para cumplir los objetivos climáticos globales. Y contribuir al desarrollo de una economía oceánica sostenible aportando una mayor protección de las comunidades costeras de los tormentosos embates del mar. También creando empleo, protegiendo la biodiversidad y aportando una mayor seguridad alimentaria.
Para lograrlo, hay que invertir en tecnología y en construcción de la infraestructura necesaria para su implementación. Para alcanzar el potencial del océano en materia de reducción de emisiones para luchar contra el cambio climático, se requerirá al menos 1 billón de dólares de financiación adicional de aquí a 2030, y aumentará hasta 2 billones de dólares entre 2030 y 2050.
Estas inversiones deben aplicarse de manera inteligente en cada sector para maximizar el impacto. Cuando ya hay financiación disponible (por ejemplo, con energía renovable marina), es necesario dirigirla completamente hacia estrategias que se alineen con vías netas cero. Cuando la financiación es escasa, como es el caso de las soluciones de carbono azul, la reducción de riesgos, las garantías y la financiación combinada pueden ayudar a hacer más atractiva la inversión en estas soluciones.
Lorenzo Correa
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