El sol le saca el jugo a la nieve y lo almacena en ese gran vaso que es el embalse, gracias a la presa gracia. Seductora obra hidráulica que se ubica en un entorno atractivo cuando los jugos son copiosos.
Hoy vemos al embalse y a sus alrededores como a un jardín en primavera. Todo es verde y azul, agua y vegetación, cielo nuboso.
Acogedor embalse en su en su elegancia pirenaica. Paraje de agua que hace posible cuando nieva o llueve pasar de la nada al todo. De la ausencia de agua a su discurrir pausado y regulado por los cauces.
Ya casi no queda nieve, es primavera. Pero hasta hace poco, aún podíamos admirarla blanca y yerta en las cumbres de las montañas que reflejan sus laderas en el embalse. Esperando el beso del sol.
Las nubes ya hicieron el milagro. Y ahora, la primavera completará el trabajo almacenando la nieve besada por el sol que ya se dejó ir por las laderas.
Los cauces la esperan para llevárnosla a nuestra casa. También a la tierra y a la fábrica. Todo gracias a unos cuantos besos del sol, a una presa y a un embalse
Lorenzo Correa
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