El Día Mundial del Retrete se celebra todos los años el 19 de noviembre. Es una conmemoración anual de las Naciones Unidas que tiene lugar desde 2013. Y en esta efeméride se conciencia a la población sobre los 3 500 millones de personas que viven su día a día sin disponer de acceso a retretes seguros.
En esta ocasión, se integra en el tema «Cuenta atrás para 2030«, ya que esta celebración y el día y el Día Mundial del Agua comparten el mismo tema, propuesto cada año por ONU-Agua. En este caso, pretende ser un aliciente para que se pongan en marcha medidas para hacer frente a la crisis mundial del saneamiento y alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6: «Agua y saneamiento para todos en 2030«.
El lema de este año, «El retrete: un lugar para la paz«, pone de relieve la idea de que los sistemas de saneamiento rotos o inadecuados empeoran la calidad de vida de las personas. Además pone de manifiesto que el saneamiento sostenible es esencial para una sociedad sana y estable.
Veamos cuáles son los tres mensajes clave de la campaña:
El retrete es un lugar para la paz.
Este espacio esencial, clave en nuestra vida cotidiana, debería ser seguro y no suponer un riesgo. No obstante, el saneamiento de miles de millones de personas corre peligro a causa de los conflictos, los vaivenes extremos del clima, los desastres y la falta de mantenimiento y conservación».
Aunque sea el saneamiento un derecho humano, miles de millones de personas siguen viviendo sin un retrete seguro. Y muchas de ellas residen en lugares inestables y afectados por conflictos.
Pero en cualquier caso, el retrete debería ser un lugar seguro, higiénico y privado. Para que en él las personas puedan hacer sus necesidades con dignidad y sin riesgos. También es fundamental que esté conectado a un sistema de saneamiento gestionado de forma segura para eliminar adecuadamente los desechos.
Los conflictos pueden provocar daños a los retretes, las infraestructuras y los servicios de saneamiento, así como su destrucción o deterioro, y pueden impedir que las personas utilicen libremente las instalaciones sanitarias o recojan agua suficiente para sus necesidades.
Sin duda, los ataques contra infraestructuras civiles, como los sistemas de abastecimiento , constituyen una vulneración del derecho internacional humanitario. En los conflictos armados, los ataques pueden
destruir la infraestructura de saneamiento, provocar lesiones al personal y cortar el suministro eléctrico que permite el funcionamiento normal de las redes de saneamiento y abastecimiento de agua.
Y, por otra parte, los fenómenos meteorológicos extremos desastrosos, como terremotos y tsunamis pueden destruir o afectar esas redes. Para acabar de ensombrecer el panorama, la sequía no solo las afecta a ellas, sino también a los procesos de tratamiento de residuos. Sin olvidar que las inundaciones pueden, como por desgracia tenemos muy presente estos días en España, dañan retretes, edificios y conducciones. Provocando la liberación de desechos fecales al medio.
El abandono institucional del saneamiento en muchas partes del mundo, se traduce en una ausencia de priorización, financiación y mantenimiento. Y ello compromete la calidad y fiabilidad de los servicios y socava los avances para alcanzar el antes mencionado ODS 6, convenido por todos los
Estados Miembros de la ONU.
Esto repercute gravemente sobre las personas desplazadas, que se encuentran con dificultades para acceder a un saneamiento seguro. A su vez, las intervenciones de gobiernos u organismos para proporcionar agua, saneamiento e higiene (WASH) en contextos temporales o de emergencia pueden provocar tensiones con las comunidades locales por el acceso a los servicios, el uso de los recursos
locales y la ubicación de retretes y pozos.
El retrete es un lugar de protección.
Al aislar los desechos, el saneamiento es crucial para la salud pública y ambiental. Por lo que los sistemas de saneamiento inadecuados, dañados o rotos provocan contaminación y la proliferación de enfermedades mortales.
Para evitarlo, todo sistema de saneamiento gestionado de forma segura consta de una «cadena de saneamiento» de cuatro etapas:
Contención: los excrementos humanos deben depositarse en un retrete higiénico y almacenarse en una fosa o depósito sellado, separado del contacto humano. La contención in situ también permite
tratar los desechos de forma segura in situ.
Transporte: si no se tratan in situ, las tuberías o los servicios de vaciado de letrinas deben trasladar los excrementos a la fase de tratamiento.
Tratamiento: los excrementos deben transformarse en aguas residuales tratadas y productos residuales que puedan devolverse al medio de forma segura.
Eliminación o reutilización: los excrementos humanos tratados de forma segura pueden utilizarse para generar energía o como fertilizante en la producción de alimentos.
Los excrementos humanos eliminados de forma inadecuada, junto con el agua insalubre y las malas prácticas de higiene, propagan enfermedades como el cólera y la fiebre tifoidea, que repercuten considerablemente en las tasas de mortalidad de lactantes, la desnutrición y las enfermedades
crónicas de la población general. Para protegerse de estas enfermedades, todos los miembros de una comunidad deben tener y utilizar un retrete seguro conectado a un sistema de tratamiento seguro.
Debido al crecimiento demográfico, la urbanización acelerada y el desarrollo económico, la cantidad de aguas residuales generadas y su carga contaminante total están aumentando a nivel mundial.
Por esta razón, para obtener los máximos beneficios para la salud pública y ambiental, los servicios y sistemas de saneamiento para toda la población deben gestionarse de forma segura y ser resistentes a todas las perturbaciones y factores de estrés.
El retrete es un lugar para el progreso.
El saneamiento es un derecho humano que protege la dignidad y transforma la vida de mujeres y niñas en especial. Para conseguirlo, una mayor inversión y una mejor gestión del saneamiento son claves para un mundo más justo y pacífico.
Sin embargo, en cuanto derecho humano, el saneamiento es fundamental para la salud, la dignidad y la prosperidad de todas las personas. Por eso, el derecho al saneamiento reconoce que todas las personas a tiene que tener un acceso seguro y asequible a servicios de saneamiento que sean privados. Y deben ser higiénicos y social y culturalmente aceptables en todas las esferas de la vida (en casa, la escuela,
el trabajo y los lugares públicos).
Pero todos sabemos que nuestro planeta está muy lejos de llegar a garantizar un saneamiento gestionado de forma segura para todos en 2030, una de las metas del ODS 6. Esta falta de progresos socava la labor realizada en muchos otros ODS, especialmente en relación con la nutrición, la salud, la igualdad de género, la educación, la sostenibilidad y un medio limpio.
Porque la falta de servicios de saneamiento, agua e higiene gestionados de forma segura hace más vulnerables a las mujeres y las niñas, en particular, a los abusos, los ataques y la mala salud. Y ello menoscaba su capacidad para estudiar, trabajar y vivir con dignidad.
Por lo tanto, los gobiernos deben velar por que los servicios de saneamiento y abastecimiento de agua puedan resistir y mantenerse durante y después de fenómenos meteorológicos extremos, desastres y conflictos. Solo así podrán garantizar ar la higiene, proteger la salud pública y reducir el desplazamiento de persona. Minimizando las tensiones dentro de las comunidades y entre ellas.
De lo que se concluye que una mayor inversión en sistemas de saneamiento y en el personal esencial
necesario para su funcionamiento. Porque reporta muchos más beneficios, como la prestación de un servicio básico fundamental para apuntalar una sociedad y una economía limpias y resilientes y también para impulsar la economía y la estabilidad social mediante la creación de un trabajo digno.
Finalicemos con unos datos que ponen los pelos de punta e indican cuánto queda por hacer en este ámbito:
3 500 millones de personas siguen viviendo sin un servicio de saneamiento gestionado de forma segura, entre ellas 419 millones que defecan al aire libre
2 200 millones de personas siguen viviendo sin un servicio de abastecimiento gestionado de forma segura, entre ellas 115 millones que beben agua superficial.
2 000 millones de personas siguen careciendo de servicios básicos de higiene, de las cuales 653 millones no disponen de ningún tipo de instalación sanitaria .
Cada día mueren unos 1 000 niños menores de 5 años debido al agua insalubre, el saneamiento deficiente y la falta de higiene .
Un mejor acceso al agua, el saneamiento y la higiene puede salvar 1,4 millones de vidas al año .
La Asamblea Mundial de la Salud, principal órgano decisorio de la OMS, ha declarado el cambio climático una amenaza inminente para la salud mundial .
Se calcula que, en todo el mundo, 2 000 millones de personas viven en zonas inestables y afectadas por conflictos.
Los niños que viven en contextos de extrema inestabilidad tienen tres veces más probabilidades de defecar al aire libre. Cuatro veces más probabilidades de carecer de servicios básicos de saneamiento. Y ocho veces más probabilidades de carecer de servicios básicos de agua potable
Y los menores de 15 años que viven en países afectados por conflictos prolongados tienen, en promedio, casi tres veces más probabilidades de morir por enfermedades diarreicas causadas por la falta de agua potable, saneamiento e higiene que por la violencia directa.
Actualmente solo se reutiliza el 11 % del total estimado de aguas residuales domésticas e industriales
Los desastres relacionados con el agua predominan en la lista de desastres de los últimos 50 años. Y representan el 70 % de todas las muertes relacionadas con desastres naturales .
Por cada dólar invertido en la resiliencia de las infraestructuras frente a los desastres se ahorran 4 dólares en labores de reconstrucción.
El 42 % de las aguas residuales domésticas no se trata de forma adecuada, lo que tiene efectos nocivos para los ecosistemas y la salud humana .
Pongamos nuestro granito de arena para conseguir que cada vez haya menos sistemas de saneamiento defectuosos o insuficientes para la vida de las personas. Porque solo el saneamiento sostenible puede garantizar que la sociedad den la que vivimos sea sea sana y estable.
Lorenzo Correa
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