Ya hace un mes que la fatídica DANA arrasó con cientos de vidas y miles de haciendas en cuencas de ramblas levantinas, manchegas y andaluzas de la cuenca española mediterránea. Desolados y angustiados, escribimos al respecto un artículo y medio (con ayuda de Germán Bastida), sobre la tan traída y llevada limpieza de cauces. Tuvo cierta repercusión y muchas lecturas, con suculentos comentarios y opiniones varias.
Pero, sobre todo, llevamos un mes leyendo sobre la DANA. Y esas lecturas, nos están animando un poco de la triste sensación que nos producen ásperos debates ente tirios y troyanos. Y de la extrema pena que produce el recuerdo de los que ya no volverán, de los que todo perdieron y del caos de reproches que todavía enturbia el ambiente.
Así pues, con estas sensaciones, ?¿qué es lo que puede animarnos tras la DANA? La respuesta es sencilla: Entre otras cosas,las reacciones decididas y argumentadas en forma de respuesta de las ingenierías. Como hemos escrito en muchas ocasiones aquí, las obras hidráulicas estaban siendo olvidadas. Esta realidad se reflejaba en su cada vez menor mantenimiento y en la continua degradación social de sus beneficios. Y sus artífices, los ingenieros hidráulicos, se han ido relegando en el imaginario social a un ghetto cada vez más apartado de lo que los medios digitales y no digitales consideran «cool».
Se confunde un barranco o una rambla, con el Danubio o el Rhin. Se declara ampulosamente que hay que eliminar todo vestigio de construcción en zonas inundables, en territorios tan antropizados que ya casi no queda nada no inundable donde construir. Pero nadie habla de la extensión de las manchas de inundación para caudales asociados a períodos de retorno de 500 años.
Sin embargo , son visibles en cualquier mapa de cualquier plan de gestión de riesgo. Ni de que en ese período de retorno está legalmente fijado el umbral de responsabilidad legal. Cuando la justicia actúe y sentencie sabremos a qué período de retorno ha correspondido esta hecatombe. Y las responsabilidades adquiridas o no por quienes informaron y autorizaron construcciones en zonas inundables. También de las medidas correctoras incluidas en la planificación hidrológica, ya que un informe de inundabilidad ante todo debe remitirse al conocimiento previo de dichas medidas planificadas. Para responsabilidades en estos sentidos, habrá que esperar a que la justicia actúe.
También se culpa a las presas de provocar avenidas cuando sus compuertas se abren «sin avisar». Pocos claman en el desierto para hacer pedagogía sobre lo complicado y trabajoso que es gestionar una presa. Y sobre las decisiones que deben adoptarse cuando comienzan a entrar caudales superiores a los que su órganos de desagüe pueden aliviar y el embalse está lleno. Hay que hablar mucho de esto. Y muy alto.
Por desgracia, hace tantos años que la ingeniería dejó de batirse en estos campos fangosos de las inundaciones mediáticas, que los pocos que han continuado echando su cuarto a espadas, con o sin DANA, han quedado reducidos a ser la voz «que clama en el desierto».
Y no precisamente la de la interpretación que ahora podríamos dar al versículo de Isaías 40:3. En él se menciona una voz que clama en el desierto para preparar un camino a Jehová. Y nivelar una calzada en la estepa para nuestro Dios. Esta voz que suena en el desierto se identifica como un llamado a prepararse para la venida de Dios, para que su reino sea establecido.
Si sustituimos ese Jehová bíblico por el nuevo dios de la religión ecológica, comprenderemos que esa voz ya no clamaría en el desierto, sino que atronaría en todos los medios de comunicación. Arrepentíos de vuestros pecados o el cambio climático acabará con vosotros. Amén
Nuestra acepción de esa voz es más la que añadía al texto un sentido desesperanzado, un claro indicio de que la voz desértica no sería oída. Y en ese sentido la usamos. La ingeniería hidráulica como voz «que clama en el desierto»
¿Qué hubieran escrito sobre las secuelas de esta DANA los grandes maestros hoy ignorados como Torán o Benet? ¿Alguien les habría escuchado?
Sin embargo, por fortuna identificamos nuevas voces muy esperanzadoras, de las que extractaremos aquí seis, para darles nuestro modesto altavoz.
Eduardo E. , escribe una profunda y certera reflexión en su perfil de LinkedIn. De ella extraemos:
«Los ingenieros sufrimos a menudo la maldición de Casandra. Alertamos de las catástrofes que van a suceder y la opinión pública no nos cree…. Las últimas tendencias en gestión de inundaciones ponen énfasis en las medidas de autoprotección. Por ejemplo, gracias a los modernos sistemas automáticos de información hidrológica cualquiera puede ver en su móvil el caudal en tiempo real que lleva el río que pasa por su pueblo y ponerse a salvo si viene una avenida. Pero quizá la autoprotección también hay que practicarla plantándole cara a los políticos y exigiéndoles un cambio de paradigma y volver a lo que siempre funcionó, las presas y los encauzamientos«
Ya era hora de que alguien lo dijera
Por su parte, Vicente Bellver, publica también en Linkedin un artículo excelente. Su título «Entender un poco mejor lo que ha pasado«. Resaltamos tres detalles clave de su admirable análisis:
1 El umbral de responsabilidad en autorizaciones que marca el periodo de retorno de 500 años. Si ha sido más ¿ no la hay?. Se debe elevar el listón a períodos de retornos mayores? La zona inundable «legal» sería inmensa…
2 El efecto presa de la autovía y alguna otra carretera. Lo desbordado no vuelve al cauce. Permeabilizar es barato, pero no sencillo.
3 La oposición social a las obras hidráulicas. Muy preocupante que se haya perdido este relato. Y muy difícil, intuimos, darle la vuelta
Eduardo Toba Blanco, ingeniero y abogado escribe un artículo que no tiene desperdicio en el periódico Mundiario: «La huerta o la vida: la grave catástrofe por la DANA en Valencia.
Un extracto para fomentar su ineludible lectura:
«Las obras hidráulicas a lo largo de la historia optimizaron los recursos hídricos… con sus políticas de presas, y embalses, motas, cortas, aliviaderos, desvíos de cauces, etc…. Proteger la Huerta, es necesario, pero si es preciso sacrificar una determinada zona para realizar la obra hidráulica, pues siempre se puede ver favorecido el conjunto de la Huerta por la mejora de los sistemas de riego, no me cabe duda alguna de tipo jurídico, que debe prevalecer la seguridad colectiva sobre al medio afectado. Este se puede recuperar, e incluso favorecer, al poder retener el recurso hídrico y así mejorar los sistemas de riego, tan afectados en el sureste de España.»
Otra oportuna «voz» que clama en el desierto es la de Ignacio Pérez-Soba, decano del Colegio de Ingenieros de Montes de Aragón. Publicó en el diario El País del pasado 27 de noviembre una «Tribuna» en la que describe la cronología de lo que se consiguió a principios del siglo XX y hoy ya se ha perdido. La preservación o generación en las laderas de las cuencas altas de nuestros ríos de bosques densos y bien gestionados. Si no los hubiere, se crearían mediante repoblación forestal.
Ponemos el acento en lo de «bien gestionados». Así, narra como en 1901 se formaron las Divisiones Hidrológico-Forestales creadas para realizar esta repoblación. Integradas en 1941 en el Patrimonio Forestal del Estado, absorbido en 1971 por ICONA. Pero en 1981 sus competencias fueron traspasadas a las comunidades autónomas … hasta que en 2011el Estado canceló con ellas todos los convenios de hidrología forestal.
Por su parte, el ICCP José Rebollo Pericot fórmula esta interesante reflexión:
“La doble tragedia de las DANAS, es que la lluvia que devasta y se escurre pendiente abajo a toda velocidad, en un visto y no visto de unas pocas horas, es la que se necesitaría para los largos meses de época seca… por eso hay que poder «retener» esa «avalancha». El agua en su estrategia de seguir la línea de mínima energía configura el paisaje para que eso no sea posible. El k (coeficiente de permeabilidad), de suelos poco permeables es inferior a 5×10^-6 m/s , mientras que las aguas en los desagües torrenciales superan velocidades de flujo de 5 m/s (x10^7). De la porosidad del suelo y cómo a medida que se satura dificulta la infiltración no hablamos… No estamos comprendiendo la necesidad de una estrategia mixta de retención/infiltración para conservar la naturaleza. El agua estaba aquí.”
Finalizamos nuestro repaso coral a lo escrito por jóvenes y vetreranos solistas que claman el desierto con lo que, también en su perfil de LinkedIn publica Ana Soler Rodríguez.
Nos dice que No será por falta de estudios, ni por falta de ingenieros, ni por falta de conocimiento. Siempre estamos igual. Se conocen las soluciones pero tenemos un sistema en el que quién decide no sabe y el que sabe no se le escucha. Se politiza hasta el agua y así nos va. Tanto en sequía como en inundaciones. A ver si de una vez por todas, los políticos empiezan a dar un paso al lado y dejan trabajar a los expertos. No entiendo ni cómo se les pide a personas sin conocimiento técnico decidir sobre cosas que les supera
Agradable y tonificante repaso de opiniones de expertos en lo suyo. Ausencia total de ataques gremiales, alusiones ad hominem y polémicas gratuitas. Ese es el futuro del agua que perseguimos. Felicidades a a los autores. Son solo un repóquer de ases en una baraja llena de figuras todavía en la sombra mediática. Valoran y publicitan las bondades de las obras hidráulicas. Sin complejos
Gracias, que ya iba siendo hora.
Lorenzo Correa
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