Agua de Navidad para unas felices fiestas.


Vamos despidiendo un impredecible y funesto año hidráulico . Y lo hacemos con un poema de cosecha propia, con especial dedicatoria al agua de Navidad. La que nos alienta a componer para nuestra poética felicitación navideña del miércoles de la poesía del agua anterior a la Nochebuena. La que por fin ha llegado a muchas de nuestras cuencas. La que, sin embargo, sigue sin llegar a otras más desfavorecidas. Y, lo que ha vestido de luto el último trimestre, la que ha arrasado con vidas y haciendas en una DANA mediterránea demoledora.

Deseamos a todos nuestros lectores, lo que siempre se desea en estas fechas. Paz, felicidad, amor, agua de Navidad justa y buena. Pero, sobre todo, mucha salud y ánimo para salir cuanto antes del horror de la inundación. Con entereza  y fortaleza de espíritu. Y siempre con manos limpias, por favor

El protagonismo del agua en este año nos ha recordado que es fundamental para nuestra vida, porque sin ingerirla, no sobreviviríamos mucho. Pero, además, para nuestra salud y la de nuestro prójimo. El lavado de manos ha pasado de ser una costumbre higiénica de personas bien educadas, a una necesidad imperiosa para preservar y mantener nuestra vida. En la otra cara de la moneda, la muerte y el destrozo. El horror del barro cuando el agua cae sin mesura en una cuenca mediterránea de ramblas y polígonos industriales.

En ello pensamos siempre, como demuestran los artículos de futurodelagua.com de este año. Y, sobre todo, nos acordamos también, además de los afectados por la DANA, de los que no tienen garantizada el agua en navidad. Ni tampoco en todo el resto del año en sus hogares, en sus pueblos, o allá donde vivan

Ellos son siempre los más amenazados en su salud. Porque no pueden adquirir el hábito salva vidas del lavado de manos. También los que, teniendo agua cerca, no tienen jabón, ni lavabos, ni letrinas.

Nuestra preocupación sobre el contagio de enfermedades, no es nueva para ellos. Conviven desde que nacieron con la diarrea, con el cólera o el tifus. Son picados por mosquitos que transmiten malaria o dengue. Se contagian, enferman y muchos, por desgracia, mueren.

Ojalá que, como deseamos en nuestro poema del agua de Navidad, ella sane todas nuestras heridas. Es un derecho humano que debe llegar a todos los rincones de la tierra.

Con agua justa y a mano, el año 2025 será próspero y venturoso.

¡Feliz agua de Navidad y las manos, siempre limpias!

 Lorenzo Correa

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