Entrevista con InundHabilidad. El futuro es antifrágil


Hace unos días, me hicieron una entrevista. Su autor, un joven aunque experto ingeniero civil hidráulico, el compañero Jordi Oliveras. El motivo, unir mi experiencia profesional al plantel de personas que tienen mucho  que decir sobre inundabilidad. Jordi ha fundado una empresa, llamada Inundhabilidad, que pretende añadir su granito de arena para  mejorar el sector de los estudios de inundabilidad.
Y lo hace compartiendo conocimiento, conectando profesionales y fomentando la colaboración. Así, esta plataforma ofrece un punto de encuentro único para  acceder a formación de calidad, noticias relevantes, recursos prácticos y oportunidades para crecer profesionalmente.

Está abierta a estudiantes interesados en este ámbito o a empresas que buscan conectar con expertos. Y tiene como objetivo , convertirse en la plataforma de referencia sobre estudios de inundabilidad de la comunidad de habla hispana, aglutinando y compartiendo conocimientos y experiencias en hidrología e hidráulica.

Para ello,necesita desplegar las habilidades y capacidades de los profesionales que se dedican a la hidrología y a la modelización hidráulica. Mejorando las prestaciones del sector, mediante esta  plataforma al conectar y generar sinergia entre todos los actores implicados.

Comencé relatando un resumen de mi vida profesional, mis 40 años en el río. Y, como es lógico con la hecatombe valenciana tan cerca, de cómo se puede convivir con el riesgo de inundaciones. También de cuándo debe priorizarse la naturalización o el encauzamiento de un río. Y de la relación entre la hidráulica y el urbanismo en zonas inundables.

Durante más de media hora las palabras fluyeron en régimen lento, sin erosionar dogmas ni sentimientos. Y hasta con algo de poesía, mi rasgo diferencial entre los que escriben sobre la gestión del agua.  Mi inundHabilidad

Repasando la entrevista, me he fijado en una respuesta que me hizo pensar y hablar del concepto de fragilidad. Porque somos muy frágiles ante las avenidas extraordinarias, en el momento que los regímenes lentos pasan a ser rápidos. Y ese concepto quedó flotando en el éter, por lo que hoy me gustaría desarrollarlo un poco más. Para trabajar en el futuro en la antifragilidad.

Es sabido, aunque no muy recordado por muchos, que la red fluvial española tiene un kilómetro de río por cada kilómetro cuadrado de superficie. En total, mide 500.000 kilómetros. Esta enorme magnitud, da idea de su fragilidad y del ingente trabajo de control que, en cumplimiento de lo dispuesto en nuestra agitada  Ley de Aguas, deben hacer las administraciones hidráulicas. Trabajo de titanes 

Los cauces mediterráneos, tienden a secarse porque no llueve lo suficiente para que dispongan de un caudal continuo, o porque la geología de la cuenca vertiente los hace muy permeables. Otra fragilidad más. Inducida porque el agua se mueve siguiendo la fuerza de la gravedad. Se combinan fuerzas inerciales y gravitatorias, relacionadas por el famoso número de Froude.  

William Froude (1810-1879) y su hijo experimentaron arrastrando láminas planas por el agua para estimar la resistencia que los barcos presentan ante las olas. Y formularon esta ecuación:

donde ρ es la densidad del fluido, v su velocidad, g el valor de la aceleración de la gravedad y L en un río, es el calado.

La raíz cuadrada de esta ecuación  es el número de Froude: 

El calado es L=S /T siendo S la sección del cauce o canal y T la anchura de la lámina de agua en superficie

Cuando NF < 1, se tiene un movimiento en régimen lento o subcrítico.

Si NF = 1 el flujo recibe el nombre de flujo crítico.

Y si NF > 1 el movimiento se lleva a cabo en régimen rápido o supercrítico.

Y la fragilidad se presenta cuando el régimen es rápido. Porque la velocidad es superior a la celeridad de las ondas y las perturbaciones son barridas hacia aguas abajo. Por eso en nuestras queridas ramblas sobre todo, debe evitarse el régimen rápido. Y por eso se debe amortiguar la energía mediante obras hidráulicas, cuando hay peligro de alcanzar ese régimen. Con inudHabilidad, claro

De ello se deduce que cualquier obstáculo en el cauce, sea natural o artificial, debe ser analizado desde la hidráulica. Solo ella decidirá qué tipo de obstáculos son admisibles para evitar desbordamientos y  arrastres en avenida. Como es el caso de la vegetación, un elemento que aumenta la fragilidad del sistema.

En el caso valenciano, tanto la rambla del Poyo como la del Pozalet,producen en avenida una enorme mancha de inundación en sus cuencas. Y además, esas zonas inundables e inundadas, están muy densamente pobladas. Más fragilidad aún si cabe.

Parece razonable afirmar que para que esta extrema fragilidad se convierta en antifragilidad, hay que planificar y construir infraestructuras, que añadidas a otras medidas de gestión minimizarán los riesgos de manera muy acusada.

Pero ¿cómo se puede transitar de la fragilidad a la antifragilidad? En primer lugar, aclaremos los conceptos. Nassim Nicholas Taleb “padre de la criatura”, la antifragilidad como algo que va más allá del manido concepto de la resiliencia.

Porque si bien lo resiliente aguanta los choques y pasado el episodio, sigue igual, lo antifrágil mejora con ellos. Y lo frágil, por supuesto, se destruye. Como la antifragilidad es relativa a una situación dada, podríamos aplicarlo a lo que ocurre cuando el río se desborda e invade nuestras propiedades, públicas y privadas, y se nos lleva al otro mundo.

Sin embargo, ¿podremos alguna vez beneficiarnos del desorden que generan las avenidas? No será fácil conseguirlo si seguimos actuando como hasta ahora. Porque en este fenómeno influye la suerte, la incertidumbre, la probabilidad y el conocimiento. Sin embargo, lo antifrágil necesita el desorden para sobrevivir y florecer. Por eso, en este caso, la incertidumbre debe ser algo deseable, incluso necesario. El desiderátum del planificador, debe ser construir de una forma antifrágil, es decir, inmune a los errores de predicción Porque lo que no es antifrágil perecerá con toda seguridad. Y, por desgracia, este ha sido el caso en Valencia.

Por supuesto que hoy, no es nada fácil calcular los riesgos de inundaciones y de predecir su incidencia. Aunque sí es más sencillo determinar la sensibilidad al daño causado por ellas que prever el suceso que causaría el daño. Toca darle la vuelta a los enfoques actuales sobre la predicción, el pronóstico y la gestión de riesgos.


Y hacerlo estableciendo reglas para pasar de lo frágil a lo antifrágil reduciendo la fragilidad o controlando la antifragilidad. También detectando la antifragilidad (y la fragilidad) aplicando una simple prueba de asimetría. Todo lo que salga más beneficiado que perjudicado de sucesos aleatorios (o de ciertas crisis) será antifrágil; en caso contrario, será frágil.

Por eso, los gobiernos deben hacer algo más que combinar ecosistemas naturales con infraestructura gris. Se trata de hacer algo diferente además de destinar presupuestos a realizar estudios de protección y sus actuaciones correspondientes. Esto sólo aumentaría la resiliencia, logrando apenas que después del golpe todo vuelva a estar como antes de él. Es algo tan necesario como deseable, pero sin embargo, no es suficiente porque así no acabaremos nunca del todo con la fragilidad.

El reto del futuro del agua desbocada está en conseguir la antifragilidad. Imaginen cómo. Así estaremos mejor después del golpe, porque las inundaciones serán inevitables, hagamos lo que hagamos. Se admiten ideas. A trabajar en la antifragilidad de las inundaciones. Para avanzar desde la inundabilidad a la inundHabilidad

Lorenzo Correa

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