En la entrevista que me hicieron hace poco me preguntaron que cuál era mi río favorito. Contesté sin dudar un momento que la Tordera.

Porque esa cuenca redondita, cuya superficie es tan modesta como la longitud de su cauce principal, me seduce. Y ese sublime macizo del Monseny, donde se «fabrica» el agua que corre por sus venas, me enamora. Agua de Tordera

Cuando escucho el arrullo del viento, grávido de lluvia, suave y murmurante, intuyo que el agua que se anuncia es una cosa del máximo valor. Huelo el aire y miro con ansia esa nube de tormenta. En su negro vientre,que sobre el viento pesa, se encierra la lluvia que pronto regará los bosques, ayudará a fecundar las semillas y colmará los cauces de benéficos caudales.
Nace el río en un parque natural, el del Montseny. Sus corretonas aguas se amansan en la cuenca media a cuyos primeros municipios el río da su nombre realzándolo con majestad: Palautordera. Allí múltiples acequias llevan aguas salvadoras a feraces campos de cultivo.

Y llaneando, tras cruzar la autopista infinita, llega hasta el mar, donde le espera el último municipio que, antes de la desembocadura en la que muere, se queda en prenda y herencia con su nombre Tordera.
Ese es mi río favorito. Vayan y verlo y entenderán mejor el porqué
Lorenzo Correa
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