Ríos que se maquillan


Los seres humanos se maquillan para revestir de belleza lo que la naturaleza ya no les da con prodigalidad. Ya sea por falta de belleza original, por descuido o por la aparición de señales que los excesos de la vida hacen aflorar en el rostro. Mediante cremas, lociones o en arreglos más importantes, profesionales de la estética, actúan para arreglarlo.

Y a nuestros ríos humanos les pasa lo mismo, que en determinadas circunstancias, se maquillan. Las ocasiones se presentan casi siempre en las proximidades de la urbanización impermeabilizante del territorio del espacio fluvial. Y las soluciones estéticas de maquillaje se realizan sobre el cauce.

Por ello, tanto el lecho como las márgenes son el objeto del maquillaje. Y los resultados son dispares. Tanto, que cada uno los valora en función de su interpretación y de su posición ante el río: usuario lúdico, defensor a ultranza de sus valores ambientales, vecino amenazado en su vida y hacienda cuando el cauce ruge, especulador urbano, urbanista o paseante.

Vean el caso del humanísimo río Cabuya, cabe el aeropuerto de Tocumen en la exuberante naturaleza panameña. Es uno de esos ríos que se maquillan. Desde el aire, entendemos por qué. Severa intervención humana entre las pistas de un aeropuerto internacional y el crecimiento imparable de urbanizaciones que descompriman la agobiante densidad urbana de la ciudad capital.

Aquí, el cauce ha quedado perplejo y acomplejado ante la avalancha. Pero su orgullo le impele a salir de sus rígidos márgenes cuando el fragor de la tormenta llena su cauce de impetuosos caudales. Para seguir dándole al río Cabra, de quien es afluente, agua  y nutrientes que alimenten los manglares de la cercana desembocadura. Y lo maquilla, vaya que sí.

Sin embargo, en este caso, pueden admirarlo un año después de su aplicación. Le han dado un nuevo aire urbanita mediante dos capas de geotextil que encapsulan y permiten la inyección de un hormigón de árido fino, muy cementado que genera una nueva piel anti erosiva, que después se pigmenta de verde esperanza y canaliza lo mejor posible el paso de sus aguas sin afectar a los márgenes  ni socavar el lecho.

Admiremos esa exuberante ribera que se abalanza imparable sobre el maquillaje. Algunos siguen botando basura al cauce… el resultado es un río humano del siglo XXI. ¿Les gusta?

Lorenzo Correa

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