El recién acabado año 2024 ha batido todo tipo de récords y las aseguradoras, encienden luces de alarma. De los que nos interesan como arúspices del futuro del agua, el primero se refiere a la temperatura. Se llegó a alcanzar una temperatura media de 1,54 °C por encima de la media preindustrial. Y obtuvo el récord de año más cálido registrado. Una vez más, el clima ha sido el protagonista del presente y el futuro del agua
Además, las catástrofes naturales fueron diversas y sus efectos destructivos se evaluaron en más de 135.000 millones de dólares. Aquí comienza a sonar la alarma de las empresas de seguros, porque ya llevan un lustro en el que cada año, las pérdidas aseguradas por catástrofes naturales superan la marca de los 100.000 millones de dólares.
Una de las causas principales radica en la concentración de valor en las zonas urbanas. Aunque también se debe al crecimiento económico y al aumento de los costes de reconstrucción.
Imposible hablar de riesgos y seguros sin citar uno de sus principales causantes: las inundaciones. En el año 2024, tanto en Europa como en los Emiratos Árabes Unidos, las pérdidas aseguradas de bienes inundados llegaron a los 13.000 millones de dólares. Recordemos que en la región del Golfo Pérsico, afectaron gravemente al aeropuerto de Dubái.
O que la DANA Boris afectó gravemente por inundación a extensas zonas del este de Europa. Y, por supuesto, la catástrofe de la cuenca del Júcar en Valencia y otros cauces en regiones adyacentes del este y del sur de España. Solo en Valencia, las pérdidas se contabilizan hasta ahora en más de 13.000 millones de euros
Por todo ello, los que saben de seguros confirman que el impacto de los riesgos de inundación está aumentando a nivel mundial en su negocio. Y sobre todo lo hace en áreas urbanas, cuyos sistemas de drenaje no pueden absorber las inundaciones pluviales causadas por avenidas extraordinarias.
Esas que en las ciudades son tan difíciles de modelizar y delimitar para cualquier período de retorno. Por su parte, el bienestar derivado del crecimiento económico también conlleva al aumento de los daños en los bienes asegurados. Cuanta más riqueza, mayores daños. Lo que supone ya un aumento anual del 5 al 7%.
Al otro lado del charco, el problema en EEUU son los huracanes. Por eso, al menos dos tercios de las pérdidas aseguradas en 2024 se ubican en USA. Nótese que las pérdidas causadas solo por dos grandes huracanes (Helene y Milton) se estiman en unos 50.000 millones de dólares.
Además, en 2024 hubo una alta frecuencia de tormentas eléctricas convectivas severas, cuyos impactos se sintieron principalmente en Estados Unidos. En cuanto a las pérdidas aseguradas por tormentas eléctricas ascendieron a más de 51.000 millones de dólares a nivel mundial el año pasado, lo que convierte a 2024 en el segundo año con mayores pérdidas después del récord de 70.000 millones de dólares de 2023.
Las conclusiones que las aseguradoras sacan de estos datos son claras. Ante todo, hay que invertir en medidas de mitigación y adaptación. Porque los datos asustan, ya que las pérdidas económicas en el planeta de 2023 fueron de 302.000 millones de dólares. Y en 2024 aún fueron superiores, pues han llegado a los 320.000, lo que supone un incremento del 6%. En lo que erspecta a las pérdidas aseguradas totales han aumentado de 125.000 millones de dólares en 2023 a 144.000 en 2024, lo que supone un plus del 16%.
Así las cosas, los rigores del clima ya suponen el 93 % por ciento de las pérdidas totales en el mundo. Y si nos fijamos en la industria, comprobaremos que fueron tifones y huracanes quienes más les afectaron. Le sigue el terremoto de agosto en Japón, de magnitud mayor a Mw 8.5 que sacudió la costa de Kyushu, en la zona de subducción de Nankai.
Ya en este año, los grandes incendios forestales que asolaron Los Ángeles serán sin duda uno de los desastres naturales más costosos en los EE. UU. de la historia, con daños estimados en decenas de miles de millones de dólares.
Los aseguradores también señalan al cambio climático como el factor que empeora las cosas y amenaza gravemente a su negocio y la gente, sobre todo en países con menos seguros o garantías económicas de subvenciones y ayudas gubernamentales.
Se detecta por lo tanto una acusada tendencia al alza en la frecuencia de los desastres naturales. Y esta percepción de las compañías de seguros la confirma el informe Global Natural Disaster Assessment 2023. Aunque cierto es que señala que en ese año, la frecuencia de los desastres naturales fue un 3% menor que la media mundial en el período desde 1993.
En el caso de 2023 fue la región asiática la que tuvo la mayor frecuencia de desastres naturales, seguida de Sudamérica y África. Asia fue el continente con el mayor número de muertes por desastres, seguido de África. Y Asia sufrió también las mayores pérdidas económicas por desastres. Los países en desarrollo se vieron más afectados por desastres naturales que los países desarrollados, principalmente por inundaciones, tormentas y terremotos.
En 2023, los desastres por inundaciones fueron los más frecuentes. Sucedieron 152 veces, un 3,5% más que la media histórica, afectando casi a 33 millones de personas. Esta cifra, por fortuna reduce a la mitad las pérdidas humanas de la media histórica. Las pérdidas económicas directas causadas por desastres naturales fueron las mayores. Costaron más de cien mil millones de dólares, un 50% más que el promedio histórico. Los deslizamientos de tierra aumentaron, aunque produjeron un 30% menos de muertes. Y afectaron a un 35% menos de población que el promedio histórico, con un 100% menos de pérdidas económicas directas.
En este sentido, las compañías de seguros europeas hacen un llamamiento para que todos los países actúen en la protección de los más vulnerables a desastres naturales. Esta es también la recomendación de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR). Su cometido es apoyar la implementación, el seguimiento y la revisión del Marco de Sendai y coordinar la acción dentro del sistema de las Naciones Unidas en torno a la reducción del riesgo de desastres para que esto suceda.

El Acuerdo Marco de Sendai, que en 2015 ofreció a los Estados miembros medidas concretas para proteger los avances del desarrollo frente al riesgo de desastres. Aboga por su reducción sustancial y la de las pérdidas de vidas. También de incrementar medios de subsistencia y salud. Además de activos económicos, físicos, sociales, culturales y ambientales de las personas, las empresas, las comunidades y los países.
Los fenómenos climáticos extremos son cada vez más frecuentes e intenso. Por eso es necesario contar con información precisa y oportuna de los servicios climáticos para fundamentar la toma de decisiones es cada vez más importante. En la COP 29 en Bakoe, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentó la edición 2024 de su informe sobre el estado de los servicios climáticos. Este informe, que actualiza el de 2023, analiza el estado de los servicios climáticos en todo el mundo. Prestando especial atención a los avances logrados en apoyo de las medidas de adaptación y mitigación del cambio climático.
En cuanto a las respuestas políticas, el informe señala que existe un reconocimiento cada vez mayor de la importancia de integrar los servicios climáticos en las estrategias nacionales de adaptación para los sectores y las zonas geográficas vulnerables. Respecto a los Planes Nacionales de Adaptación (PNA), el 83% de los 53 países que han elaborado un PNA han reconocido la importancia de los servicios climáticos. Porque con ellos podrán fundamentar la toma de decisiones.
De manera similar, se reconoce que los servicios climáticos son un pilar importante para la elaboración de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), es decir, los planes de acción climática de los países. Al observar los PNA existentes, es interesante observar que entre las medidas identificadas por los países para reducir la vulnerabilidad al cambio climático, el agua ocupa el tercer lugar como prioridad más citada, después de la agricultura y la seguridad alimentaria y la salud y el bienestar.
En el marco de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC), el agua ha pasado claramente a ser el área de máxima prioridad para la acción en materia de adaptación. Ya en el primer informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), publicado en 2019, el agua ocupaba el segundo lugar entre las prioridades de adaptación de los países, después de la agricultura y la seguridad alimentaria. Y en mayo de 2024, el agua había pasado a ocupar el primer lugar de la agenda y 134 países de las 174 contribuciones determinadas a nivel nacional presentadas la habían clasificado como el tema de máxima prioridad.
El año 2021, la OMM estableció la Red Mundial de Observación Básica, que establece el conjunto mínimo de observaciones meteorológicas y climáticas básicas que los países deben generar e intercambiar a nivel internacional. En este momento, solo 28 países cumplen estas normas. Para seguir la evolución del clima, la OMM recomienda un Sistema Mundial de Observación del Clima que haga un seguimiento de 55 variables necesarias para comprender el sistema climático y monitorear sus cambios.
Otra iniciativa es el Marco Nacional para los Servicios Climáticos. Persigue fortalecer la colaboración entre las instituciones nacionales de servicios climáticos. Al aunar las fortalezas de los sistemas climáticos nacionales, los países pueden integrar mutuamente sus servicios climáticos y actividades de información, incluidas las previsiones climáticas estacionales y a largo plazo, las evaluaciones de riesgos, el análisis de datos climáticos históricos y la vigilancia del clima en tiempo real.
Actualmente, todavía existen lagunas en los servicios climáticos, ya que el 44% de los servicios nacionales todavía solo prestan estos servicios a un nivel «básico». La OMM considera que la cooperación regional es un ingrediente clave para mejorar estos servicios. Ya hay 26 Centros Regionales de Capacitación de la OMM designados y destinados a educar y equipar al personal de los servicios climáticos nacionales. Disponen de competencias y conocimientos necesarios para desarrollar y prestar servicios meteorológicos, climáticos e hidrológicos. Queda mucho por hacer y las aseguradoras se preocupan
Lorenzo Correa
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