Emilio Custodio. Un homenaje sin pacto del agua


Mi querido amigo Manuel Suárez, ingeniero industrial y primer director de la catalana “Junta de Sanejament”, impulsada por el recientemente homenajeado Francesc Vilaró, me envía con el ruego de su difusión la convocatoria del homenaje que a su colega Emilio Custodio le hará la Comisión de Cambio Climático y Economía Circular del Colegio de Ingenieros Industriales de Cataluña. 

El citado homenaje se insertará en una jornada dedicada a la reflexión sobre la gestión sostenible del agua subterránea y su papel fundamental en nuestro  futuro. Se celebrará el próximo día 7 de mayo de 2025 en la barcelonesa sede del antes mencionado Colegio profesional. 

Emilio Custodio (1939-2023), fue el gran impulsor del uso de las aguas subterráneas como un recurso convencional más en la gestión del agua. Fue, es y será un referente indiscutible en el estudio y la investigación de las aguas subterráneas, habiendo dedicado su vida a la comprensión y conservación de este valioso recurso natural.

De ahí que su recuerdo y homenaje se vea unido a esta jornada, centrada en la importancia de estas aguas para la agricultura, el abastecimiento y otros sectores clave. Además abordará los desafíos y  oportunidades asociadas a su preservación y uso responsable.

Al hilo de este homenaje, me vienen recuerdos entrañables de mis conversaciones con Emilio Custodio en aquella Dirección General de Obras Hidráulicas de la Generalidad de Cataluña, donde comencé mi vida profesional en la década de los 80, equipando decenas de pozos y construyendo conducciones y depósitos para conseguir que municipios alejados de las aguas superficiales pudieran tener agua corriente en las zonas más secas de Cataluña.

Emilio Custodio me aconsejaba desde su sabiduría inmensa. Siempre con la humildad del sabio  y el poder de seducción del experto que, además de  humilde, es cercano y apasionado de todo lo que hace. Un caso de auténtica vocación y de dotes pedagógicas excepcionales como pueden atestiguar los centenares, quizás miles de alumnos que aprendieron con él tanto en las aulas de la Escuela de Caminos como en las del Curso Internacional de Hidrología Subterránea. En ambas impartió docencia. Y continuó escribiendo y  publicando casi hasta el final de sus días.

Años más tarde, azuzada por una sequía anterior al cambio climático, vino la famosísima polémica entablada con el ingeniero y escritor Juan Benet. Cuando finalizaba la primavera del año 1992 España (como ahora Cataluña),  comenzaba a salir de un terrible episodio de sequía. Y las páginas del diario «El País» acogieron el agrio intercambio de opiniones  de dos genios.

Fue un reflejo más de la eterna polémica de la gestión del agua en España, cuya solución año tras año, sequía tras sequía (pronto vendrá otra), sigue sin acometerse desde la inteligencia emocional, con la herramienta de la seducción. 

Reproducimos una parte de las palabras de Emilio en «El País«, replicando a Benet y viceversa.

 Comienza Emilio Custodio:

En las aguas superficiales es donde hay mayor incertidumbre y manejo más difícil, aunque se disimule con afectadas seguridades, y por ello cabe que se realicen enormes inversiones en obras que pagamos todos los españoles, con fallos tremendos y con monumentos vacíos o para dar de beber al sol. Son el resultado de estudios inadecuados, postura arrogante y visión parcial de la realidad, pero, eso sí, con grandes beneficios para las empresas constructoras, con satisfacción de la megalomanía de ingenieros pagados de su poder, con atentados graves al medio ambiente y con riesgo de aumentar los desequilibrios interregionales. Este país y otros muchos están llenos de ejemplos, y hay regiones que han pagado -o aún están pagando- cara la alegría, presunción o irresponsabilidad de algunos de sus dirigentes e ingenieros.

Responde Juan Benet con estas sucintas palabras:

“Por cuanto el señor Custodio Gimena (doctor I. I, catedrático de Ingeniería del Terreno de la Universidad Politécnica de Cataluña, académico de Ciencias) se permite pregonar públicamente mi desconocimiento hidrológico. Y yo a mi vez vengo en sugerirle públicamente que aprenda a leer, algo más difícil a su edad que la acumulación de títulos académicos”

Dos genios, viscerales y por ello entrañables, polemizando desde sus púlpitos, sin disfraz ni máscara alguna. Dos seres humanos “enfrentados” verbalmente por la eterna división española en todo lo que se refiere a la manera de entender una gestión. Esa que solo puede ser solidaria y ejercerse desde el consenso, sin dogmatismos.

En 2012, un Custodio más reflexivo (el caer de las hojas del calendario hace más sabios a los sabios) y  en plena forma (Benet ya no estaba entre nosotros),  escribió ex aequo con Alberto Garrido Colmenero un artículo titulado  «Claves y oportunidades para un pacto del agua en España.» 

En su resumen, sus autores decían

«Las peculiaridades geográficas españolas y su errática gestión del agua en las últimas décadas la sitúa en el marco internacional como un país incapaz de armonizar su escasez de recursos hídricos con su alto consumo interior. Por otro lado, España es pionera en tecnología relacionada con el agua, situándose entre los diez países más relevantes a nivel mundial. Por esto, diversas organizaciones independientes como el Observatorio del Agua de la Fundación Botín abogan por un Pacto del Agua. Que defina claramente el proyecto de país para el agua en España, aprovechando las fortalezas y las oportunidades que ofrece un entorno global y dinámico.»

Sin embargo y por desgracia, Emilio se nos ha ido sin poder atisbar siquiera ni un primer boceto de pacto acuático. Cuando un día hablamos al respecto, yo le recordé el artículo de Don Miguel de Unamuno. “País, paisaje y paisanaje”

Le conté que para mí, el país del agua son las administraciones del paisaje (la/s cuenca/s), la política del agua. Y el paisanaje, los usuarios directos e indirectos. Esos que trabajan, pagan y reclaman. También los que investigan, concluyen y deciden.

La ontología del paisaje del agua nos dice lo que es en diversas dimensiones. Reflexión antropológica, degustación estética de la naturaleza, biografía personal enfocada al despliegue de recuerdos y detalles particulares de la vida.  Describe el ser del hombre en su relación con el mundo, con la cultura y con el sentido de la historia. Generando un “paisaje del alma”.

Los pactistas de visión ecosistémica y los de la antropogénica aportarían al pacto sus paisajes del alma. Pero condicionados por la ausencia del agua en ellos, que generaría una estructura que “convulsiona” al paisaje. Y que en él produciría la contrariedad sensitiva de quien los habita. Revelando antes la personalidad colectiva y después la personalidad propia de quien se encuentra en ellos. ¿Puede haber coincidencia en este importantísimo aspecto? Hasta ahora, no, me contestó. Ahora tampoco, le digo para que me pueda escuchar allá donde esté.

Seguro que en ese lugar Benet y él ya han firmado el pacto del agua que aquí abajo no hemos logrado ni comenzar a redactar. Por eso, en este sentido homenaje que se le rendirá a Emilio, le pido que nos siga iluminando con su sabiduría. Y que su amigo Benet le ayude.

Nos hace mucha falta

Lorenzo Correa

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