Vago, sordo y continuado era aquella tarde el rumor del arroyo. Un sauce alegre, aunque llorón, mojaba su melena en las cristalinas aguas. El petricor expandía su aroma a aceites vegetales y la vista se recreaba en una acuarela fluvial de colores translúcidos y efectos suaves.

¡Qué lejos quedaba la versión invernal, donde el blanco se imponía y el frío reinaba en la Naturaleza! Pero es primavera y ha llovido. La nieve se transformó en agua viva y clara. Para que el viento pudiera peinar cabellera de los sauces en el espejo del cauce. Oyendo el rumor de arroyo que daba instrucciones al peluquero.

Puntuales acudieron los pájaros, que no querían perderse tan poética visión. mientras acrecentaban con sus trinos el rumor de arroyo. También algunos pececillos que en el embalse del azud agitaban felices sus doradas aletas.

Visión primaveral con rumor de arroyo. De azucenas blancas y moradas que aquí no podían ser nenúfares. Y un canalillo excavado en la tierra por el que el agua huía del cauce. Para saciar la sed de los campos cercanos. Acuarela perfecta para pintar un cuadro y escribir un poema al arroyo que fluye alegre en primavera. Y a la nieve que se fue, esperando su vuelta pródiga cuando el otoño se acabe.

Lorenzo Correa

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