Primavera de exuberancia fluvial esta que ya se acerca a su final. La cuenca del Pirineo Oriental, tan mediterránea ellas, asiste atónita a la contemplación de cauces desbordantes y embalses que ya casi no pueden almacenar más.
Llovió, porque siempre acaba lloviendo , tras el cruel trienio seco. Y lo hizo bien. La Naturaleza premió esta vez al sufrido usuario que tanto tuvo que aguantar de gestores políticos del agua afectados del sectarismo narcisista del que hacen gala los falsos profetas.
Y ahora la exuberancia fluvial nos alegra la vista de cauces ufanos que amplían su superficie mojada normalmente. Ya hasta podemos conocer a simple vista la extensión del dominio público hidráulico. Ríos amenos, atractivos a la vista y que prometen muchas mañanas y tardes de baño en el estío.
Además muchos niños que ya comiencen a tener uso de razón, entenderán por primera vez en su vida que el río cambia en función de la meteorología. Y no olvidarán que el agua más barata es la que sí cae del cielo, caiga donde caiga. Porque no es de nadie.
Mientras tanto, seguiremos preparándonos para ir pagando cada vez más por ella. Porque los gestores continúan afirmando que no cae del cielo. Aunque ahora lleve un tiempo cayendo, como demuestra la exuberancia fluvial que disfrutamos.

Lorenzo Correa
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