predilecta del maestro (su maestro), Ortega y Gasset.

En su poesía, Zambrano cambió pronto el instrumento de la razón vital por el de la «razón poética» para explorar nuevos universos apenas atisbados por Ortega, como el poético, el religioso y el divino, aproximándose más a Unamuno y Machado, situados en las antípodas de su maestro.

Descubre que la génesis común de la filosofía y la poesía se inicia en su idéntica actitud ante el mundo: la admiración ante las cosas, el «pasmo extático» ante lo real. Luego, cada una toma su camino: la filosofía asciende las duras rampas de la conquista del saber por la abstracción y la poesía se queda quieta, ligada a las cosas, a las apariencias y no encuentra la verdad buscando sino esperando, porque le llega la revelación

Zambrano aproxima la palabra filosófica y la poética, recorriendo sin prisas un camino, en el que va dejando huellas que abren nuevas posibilidades al pensar.

Compruébenlo leyendo el poema que nos regala hoy: “El agua ensimismada” y oyendo a Enrique Morente su interpretación flamenca con la guitarra de Pat Metheny