Nuestra fotógrafa de inicio del año, la ingeniera Marina Fedorova, nos deslumbra con el agua que hiende la roca como si de una hoz fuera armada.

Es la Foz de Lumbier, estrecha garganta labrada por la hoz del río Irati. La erosión del aguas es su perseverancia y gracias a ella conectó el Irati con el Aragón. Ayudando a cargar de razón ese dicho tan famoso. «Arga, Ega y Aragón, hacen al Ebro varón» . Excavando un desfiladero sobre roca caliza en el borde occidental de la sierra de Leyre, cabe el Pirineo navarro.

Cuando vemos la grieta que se fue con el paso del tiempo ensanchando, pensamos que nuestros calendarios no tienen suficientes hojas para encontrar la fecha señalada en aquella en la que todo comenzó. Por fortuna fueron las leyes de la naturaleza las que permitieron y hasta autorizaron este golpe de hoz. No nos imaginamos qué hubiera sucedido si la Unión Europea hubiera tenido que aprobar este corte salvaje en un parque natural. Pobre del funcionario responsable de estampar su firma con el visto bueno reglamentario.

Pero por fortuna, ahí está y ahí siguen los caudales del Irati yendo a encontrar a los del Aragón, para ir todos juntos al encuentro del Ebro. Aunque haya hecho falta un golpe de hoz para conseguir la unión. Canal natural del que los proyectistas de los artificiales aprenden a cultivar y sobre todo a no perder su humildad. Una hoz bastó para obrar el milagro que hoy contemplamos

Lorenzo Correa

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