Nuestro rincón poético del agua acoge también al “agüilla”, a la acuarela, el “acquarello” diminutivo del “ acqua” latina y al soneto que le dedicó ese poeta-pintor tan luminoso que fue Rafael Alberti, que la reivindica en su poema » A la acuarela» ante su gran rival el óleo. Y la sitúa a su mismo nivel, porque le da la misma importancia a la mezcla de pigmentos con agua o con aceite de linaza y esencia de trementina. Agua y aceite, acuarela y óleo. Pintura y poesía, Durero y Raffaelllo Sanzio, pintores de acuarela y Rafael Alberti, poeta-pintor
El trazo que deja un pincel muy absorbente, hace que los pigmentos en suspensión en medio acuoso se depositen como un río que deja su carga de sedimentos al inundar las vaguadas que conforman las rugosidades del papel. Flotan mientras la humedad se mantiene y nos permiten modificar su cauce si no alteramos el lecho. Pero cuando se seca, admiramos la transparencia de la acuarela, como la del cauce en estiaje y las marcas estratificadas que nos dicen que el río está vivo, como la obra de arte.. esa es la vibración de la acuarela que nos transmite el poeta enviando al río hacia el mar de la pintura. Sentid a Alberti, cantándole a la acuarela
Lorenzo Correa
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