Acabamos el año con una poetisa contemporánea sevillana, María Jesús Barquero Casas, comprometida vitalmente con el río padre de Andalucía, el Guadalquivir, ese Betis regalo de los dioses para que los andaluces lo disfruten apagando su sed, apaciguando las altas temperaturas y regando sus feraces tierras.
Pero Andalucía no es tierra de ríos caudalosos, de aguas prolíficas. Y sus olivares resisten adaptados al duro clima en un ecosistema adorable: os lo dice alguien que viene de familia olivarera y conoce Sierra Morena. El olivar y uno de los afluentes del Guadalquivir son los elegidos por la poetisa para protagonizar el poema que hoy exhibimos en nuestro miércoles poético de diciembre, el mes en que cada año se inicia la recogida de la aceituna.
Es el río Salado atraviesa la población de Porcuna, en Jaén, de sur a norte y acoge en su casi siempre poco húmedo lecho a otros arroyos de menor importancia cuyos nombres sonoros nos demuestran el tronío de los andaluces de Jaén que cantara Miguel Hernández: Saladillo, Quiebracinchas, Zurraque, Carrasquilla….
Despidamos nuestro año poético acuático entre olivos, con el “eco de soleares” que nos trae el viento, escuchando al río en la pluma de María Jesús y viendo cómo una nueva cosecha de aceituna va llegando a la almazara para extraer ese oro de los dioses que es el aceite de oliva español.
Lorenzo Correa
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