Si miramos hacia el futuro, hacia el futuro del agua, veremos tantas cosas como nos queramos imaginar. Pero hay algo que, para nosotros, destaca sobre todo lo que muestre el horizonte. Es el aspecto simbólico del agua del mañana. Nos gusta destacar cada semana la presencia del agua en la poesía porque creemos que la fuerza del lenguaje poético reside en su componente simbólico, con sus dos vertientes que envían el agua poesía, que es el agua del futuro, hacia los cauces que las recorren: la psicológica y la lingüística. Por eso los ríos psicológicos y los lingüísticos acaban confluyendo en el mismo mar, el mar del futuro al que aportan sus aguas, vinculadas por emociones, por afectos y por palabras. Este sería un resumen de nuestra modesta aportación al nuevo paradigma del futuro de la gestión del agua desde la ontología del lenguaje, desde el coaching ontológico.
La simbología acuática evoca mundos poéticos infinitos, siendo el más comúnmente conocido el del agua-vida, seguido de cerca por el ya convertido en slogan de la “cultura del agua”, esa que ya se adjetiva como “nueva”.
La diferencia del pasado del agua con el presente y mucho más con el futuro es que los poetas clásicos cantaban a un agua que se movía naturalmente, siempre bajando al mar o se quedaba quieta en el acuífero hasta que algún cubo o cangilón movido con sangre la sacaba al exterior o se agitaba en el mar hasta que la nube se la llevaba de viaje, porque el mar no viaja nunca.
Hoy y sobre todo mañana, los poetas deberán empezar a introducir la energía en su mente creadora cuando evoquen al agua. Porque sin energía aportada desde algún motor, el agua no se podrá beber, ni llegará a donde se necesite, ni volverá al mar o al río o al acuífero en buenas condiciones sanitarias en la mayoría de sus viajes.
Los poetas tienen que actuar rápido, saliendo de su zona de confort y asumiendo que el agua no está sola, que no resolverán sus incertidumbres sin contar también con la energía, porque agua y energía están cada vez más íntimamente unidas…. son hermanas siamesas.
Ampliemos el campo de observación a lo prosaico, recogiendo el zoom. Si el agua genera energía, ésta le devuelve el favor, porque es necesaria para alumbrarla, transportarla y tratarla. Encender una bombilla de 60 vatios durante 12 horas al día en el transcurso de un año puede llegar a necesitar de 15 m³ de agua, unos cinco camiones cisterna. Y a su vez, la electricidad necesaria para el tratamiento del agua puede representar la tercera parte de la factura energética de una ciudad.
Por otra parte, los beneficios de la mayoría de las empresas dependen en gran medida
de los recursos hídricos y energéticos de que disponen, Así se pone de manifiesto en las fábricas de automóviles, que utilizan metales, productos químicos, petróleo y gas y que son grandes consumidoras de agua. Lo mismo ocurre con las empresas dedicadas a la tecnología y telecomunicaciones, al ser proveedores de las grandes fábricas.
Sabemos ya que el futuro del agua se presenta nítidamente en el horizonte con un crecimiento de la población que nos llevará a los 9.000 millones de personas dentro de tan solo 25 años y aquí está el gran reto de la demanda de agua y energía. Porque (como siempre que podemos, recordamos), hoy en día más de 650 millones de personas carecen de acceso a agua sana y unos mil millones no tienen acceso a la electricidad en sus domicilios.
Afrontar el reto significa garantizar un suministro fiable de agua para la producción y de energía para satisfacer las necesidades de tratamiento de agua. Allá donde el problema es más grande, más se lucha por solucionarlo cuanto antes: Los productores de energía eléctrica de China y los investigadores de la extracción y uso del gas de esquisto de Estados Unidos, van de la mano para encontrar opciones alternativas de tecnologías sin agua, potenciando, como es lógico, la reutilización del agua depurada y el tratamiento adecuado de agua salobre. Así pretenden desligarse de la dependencia de las fuentes de agua dulce convencionales, cada vez más estresadas. Por su parte, en Oriente Medio y en la cuenca meridional mediterránea, la técnica avanza para aumentar la eficiencia y aprovechar las fuentes de energía renovables en las plantas de desalinización, como ya hemos comentado en artículos anteriores.
Los riesgos evidentes y las soluciones emergentes en esas regiones deben ayudar a fomentar la creatividad y el espíritu de colaboración para satisfacer las necesidades futuras, sobre todo porque las grandes industrias tendrán que superar barreras comerciales de enormes proporciones. Normalmente, ni el agua ni la energía tienen el coste adecuado para reflejar su verdadera escasez. Son costosas, aunque muchos crean que son caras. Aprovechando estas coincidencias, es inaplazable comenzar a trabajar coordinadamente mediante alianzas comerciales entre empresas privadas y acuerdos de colaboración público-privada.
¿Cómo afrontar el reto conjunto agua-energía?
Concentrando los esfuerzos inversores en soluciones rentables que reduzcan o desplacen la demanda. Porque invertir solo en soluciones de oferta, como desalinización de agua marina, puede ser hasta cuatro veces más caro que la reutilización del agua u otras opciones.
En lugar de tratar de aumentar la oferta de la cada vez más escasa agua dulce o los recursos procedentes de combustibles fósiles, los gestores públicos del agua y de la energía tendrán que aliarse con gestores privados que gestionen grandes volúmenes de agua y gran cantidad de energía para establecer asociaciones y grupos de trabajo que impulsen la eficiencia y las alternativas estimables en cada caso.
Una adecuada colaboración entre productores y consumidores de energía, será la mejor ayuda para las tecnologías de escala, como la energía solar fotovoltaica y la energía eólica, que requieren sólo cantidades insignificantes de agua. Si las demandas de energía las realizan un gran grupo de usuarios y dejan muy claro el tipo de productos de energía renovable que quieren comprar, sus proveedores de energía escucharán seguro con atención y les “tratarán bien”.
Del mismo modo, las empresas y las ciudades pueden hacer un mejor y mucho más eficiente uso del agua y de la energía que ahora desperdician. El contenido de energía de las aguas residuales municipales puede ser de dos a cuatro veces mayor que la energía necesaria para tratarla, y los proyectos llevados a cabo de General Electric en Chicago y otras ciudades demuestran que la energía eléctrica desperdiciada podría abastecer a todas las plantas de tratamiento juntas. Proyectos de aguas residuales similares en ciudades chinas están mostrando que el lodo se puede convertir en productos tan valiosos como combustible de vehículos y abonos orgánicos.
Involucrar y empoderar la experiencia femenina de la gestión del agua en el tercer mundo será esencial para satisfacer las necesidades de agua y energía de 9 mil millones de personas. En los países en desarrollo, las mujeres dedican el 25% de su tiempo diario a la recogida del agua y 40 horas al mes a procurarse combustible para sus familias. Ellas toman las decisiones sobre agua y energía en los hogares, y sus opiniones deben ser por ello tenidas en cuenta cuando se trate de planificar de los recursos. Compañías como Unilever y Coca-Cola ya participan en las iniciativas de empoderamiento de género que apoyan el desarrollo económico y la administración de los suministros de agua locales. Si se establecen las alianzas adecuadas, estas mujeres obtendrán financiación para crear centros locales de suministro de agua sana e información para que todos los usuarios sepan cuando hay disponibilidad de esa agua sana. Estos pasos son muy importantes de realizar para reconocer el papel que las mujeres pueden desempeñar en la creación, conformación y ampliación del abanico de soluciones a los problemas de agua y energía.
Hay que ponerse ya las pilas para definir la manera más eficiente de valorar al agua y fijar el precio de las emisiones de carbono en todas las inversiones futuras. La gestión de riesgos conjunta de agua y energía será más eficaz si previamente se conocen sus costes, dando más valor al negocio iniciado. El “factoring”, como instrumento de financiación a corto plazo, destinado a todo tipo de empresas, que paralelamente al servicio de carácter financiero desarrolla otros de gestión, administración y garantía frente a la insolvencia de los deudores de los créditos cedidos, puede aplicarse para hacer frente al coste de la emisión de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en las inversiones futuras. Por eso ya es una práctica empresarial cada vez más común. Más de 1.000 empresas ya internalizan el precio de las emisiones de carbono o están planeando hacerlo en los próximos años.
Algunos, incluyendo varias de las principales compañías de petróleo y gas, están estableciendo grupos de trabajo con los gobiernos para la fijación de los precios del carbono. Sin embargo, las compañías de petróleo y gas siguen siendo opacas en cuanto a los riesgos asociados a sus usos del agua, sobre todos los derivados de afecciones ambientales severas en extracciones realizadas en lugares donde se puede alterar el estado ecológico original o la vida de las comunidades indígenas. Tal es el caso que tensiona a Panamá ,entre los partidarios de la generación de energía hidroeléctrica renovable y la etnia afectada que reside en la zona donde se construye la presa cuyo embalse inunda sus tierras y altera profundamente su modus vivendi, muy dependiente de una explotación sosegada y respetuosa de los recursos naturales del entorno. La evaluación de dichos riesgos y su valoración pueden ser muy complejas, pero es tan importante como la previsión de futuros costes de energía y de emisión de carbono. Hay menos experiencia en la práctica hasta la fecha, pero una revisión de 21 estudios de valoración relacionados con el agua demuestran que hay fundadísimas razones para evaluar este coste inherente al agua. Y por ello la gestión del riesgo del uso del agua es un aspecto que el Foro Económico Mundial ahora sitúa en lo más alto de su lista de riesgos globales. Hay escenarios emergentes y grandes oportunidades para las empresas que aportan respuestas a sus clientes que les den a entender el valor del agua: mejoran su reputación y su continuidad operativa.
El agua y la demanda de energía están profundamente ligadas. Los líderes empresariales deben prestar atención a los riesgos y las interdependencias que estos dos retos presentan. Las industrias y todas las partes implicadas tienen un papel importante que desempeñar. Por ello, deben trabajar juntos en la investigación, y en las innovaciones del modelo de negocio que refuerce el nexo agua-energía. Sólo entonces generaremos un futuro del agua más poético en el que la humanidad pueda prosperar.
Lorenzo Correa
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