Cómo el Canal de Panamá luchó contra dos fiebres letales


No hay río más humano que el construido por personas. Y si además es un río esclusado como el Canal de Panamá, miel sobre hojuelas. Veremos hoy cómo esta obra hidráulica marcó un hito en la lucha contra la fiebre amarilla

Una de las funciones más interesantes del río es la de permitir la navegación. Pero hay tantos cauces no navegables…  y los navegables, cuando la sequía aprieta, tampoco se dejan navegar.

Para solucionar el problema, la inteligencia humana se dedico a construir ríos artificiales, o sea, canales.

Disponen de todo lo que un río saludable y ufano tiene: cauce, agua, pendiente y calado. Les falta la ribera, el meandro y mucho de vida interior. Aunque, como son funcionales, se utilizan mucho. Y hasta se hace negocio con ellos

El colmo de un río artificial es la esclusa. Gracias a ella, se pueden superar los accidentes naturales del terreno.

El paradigma de los canales a nivel sería el Canal de Suez. Pero nosotros nos quedamos con otro canal más complicado, porque tiene esclusas. Es, claro, el Canal de Panamá.

Gracias a las esclusas se puede navegar entre dos océanos. Desde hace ya más de un siglo.

Como aquí la naturaleza solo ha puesto el terreno de juego, fascina conocer lo que el ser humano trabajó para conseguir este milagro. Prodigioso, porque facilita la comunicación humana y activa la economía. Y porque pocas coses serían como son si no se hubiera construido.

Cuando miren las fotos que acompañan a esta emocionada reseña, recuerden que para poder verlas el esfuerzo humano tuvo que excavar 177 hm³ de tierras. Y que entre deslizamientos, inundaciones, fiebre amarilla y malaria, hubo que lamentar 20.000 muertes de seres humanos. Sobre su memoria emergió el canal esclusado.

Pero, sobre todo, la principal aportación del canal esclusado al futuro de la humanidad, no tiene nada que ver con la economía, la mejora del transporte o la ingeniería civil.

El canal esclusado provocó un milagro. Gracias al descubrimiento del cubano Dr. Finlay, sus artífices decidieron erradicar las enfermedades letales. Y entendieron que para ello, había que construir una completa red de saneamiento.

Así, sabiendo que un mosquito era el culpable de su propagación, erradicaron la fiebre amarilla en Panamá, creando redes de abastecimiento de agua potable en las ciudades de Panamá y Colón.  Y erradicaron la malaria, deforestando y drenando charcas y zonas húmedas.

Curiosidades de los ríos esclusados. Gracias al canal de Panamá, supimos hace más de 100 años quien era el agente propagador de dos fiebres letales. Y se impulsó el saneamiento para luchar contra ellas. El canal, al fin y al cabo una obra hidráulica , ha salvado muchas vidas.

Canal de Panamá
La esclusa rectifica el cauce definiendo anchura y calado

Lorenzo Correa

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