¿Tienen futuro las aguas grises como recurso hídrico alternativo?


Potenciar el uso de recursos hídricos alternativos, como son las aguas grises, se ha puesto de moda. La pertinaz sequía de los últimos años en la España más seca, está produciendo resultados muy interesantes desde el punto de vista sociológico. Las tesis de lo que se conoce en España como «nueva cultura del agua», se han ido imponiendo desde principios de este siglo. Amparadas por la publicación y transposición de la Directiva Marco del Agua, primero fueron extendiéndose por las universidades. Posteriormente dieron el salto a las administraciones central, autonómica, local, y a la de justicia. Para acabar en las grandes cadenas de comunicación audiovisual, en las escuelas y en nuestras casas.

Simultáneamente, se desencadenó una machacona insistencia mediática en los episodios de sequía e inundaciones que con mayor o menor frecuencia se van presentando. Y ello generó constantes admoniciones sobre la culpabilidad de los seres humanos y su comportamiento en la explosión de la velocidad del cambio climático. Y aquí nos encontramos, en una encrucijada crucial para decidir el camino por el que nos dirigiremos al futuro del agua. Po eso, cada vez es más normal encontrar argumentos como el siguiente, al referirnos a la gestión del agua en tiempos de crisis:

«Ante la crisis climática las administraciones y el conjunto de la sociedad deben dirigir su mirada hacia el ahorro y la eficiencia, el uso de los recursos locales y el cierre del ciclo hídrico».

O más extensos, como esta declaración de principios cercana al dogma:

«El marco jurídico actual en cuanto a la gestión del agua y el cambio climático parece que empieza a tener, de forma progresiva y como punto de partida, la mirada urgente que requiere el escenario actual: la gestión del agua debe venir determinada, necesariamente, por los impactos del cambio climático y sus efectos sobre los ecosistemas hídricos.

El cambio climático y los impactos de la acción antrópica han generado una alteración de la temperatura y de las precipitaciones, y por tanto la modificación del ciclo hidrológico, con un impacto directo en la disponibilidad del agua, tanto en lo que se refiere a la cantidad como en la calidad. Éste es un problema que se ve agravado en los países con clima mediterráneo, con un régimen de lluvias irregular y un riesgo de sequía pluviométrica endémico y recurrente. En ellos se prevé un incremento de las intensas lluvias que, debido al elevado grado de impermeabilización de las grandes y pequeñas ciudades, producirán más desbordamientos y vertidos de agua sin tratar en el mar.«

Por otra parte, el agua ya se considera un agente cultural en las sociedades. Por lo tanto, solo se presentan soluciones que hagan entender la reducción inexorable de la demanda. Se hace a través del conocimiento exhaustivo de los usos y consumos del agua. Y si a alguien se le ocurriera hablar de incrementar la oferta para resolver el problema de la escasez, sería seguramente «lapidado» en la plaza pública virtual.

Por esta razón, no le podemos dar mucha vida a la propuesta de interconexión reversible y mallada de cuencas de la que tanto hemos escrito aquí. No es socialmente aceptable, por políticamente incorrecta. A pesar de sus múltiples virtudes que también aquí hemos resaltado.

Así que vamos a unirnos al desfile de la victoria y escribamos sobre uno de los principales recursos hídricos alternativos para las urbes más o menos densas. Las aguas grises, la regulación de su uso y la factibilidad de implantarlo en edificios de propiedad vertical a través de las comunidades hídricas..

Las aguas grises, son las procedentes de las duchas, bañeras, fregaderos de lavabos y cocinas lavavajillas o lavadoras de un hogar o edificio. Este tipo de aguas pueden llegar a representar, en el caso de grandes ciudades ahorros de hasta la tercera parte de la demanda de agua potable de red tanto en viviendas existentes, como en nuevas edificaciones.

Una de las ciudades que más han avanzado en estos aspectos es la barcelonesa Sant Cugat del Vallés. Se caracteriza por ser una ciudad jardín, con muchas viviendas unifamiliares y adosadas, que cuentan con jardín y piscina. Su ordenanza de aguas grises fue aprobada en 2002 y modificada en 2018. En ella establecen que el ámbito de aplicación para la gestión de este tipo de aguas son los edificios de nueva construcción de 8 o más viviendas, mientras que en una gran ciudad como Barcelona, la ordenanza municipal en fase de aprobación, en función del estudio de valoración del impacto socio económico realizado, fija el límite a partir de 16 viviendas, además de en los polideportivos y los hoteles.

En 2001, el consumo medio de Sant Cugat era de 193 litros por habitante y día, con 56.000 habitantes. Ahora, esta cifra se redujo hasta los 135 l/hab dia con casi 100.000 habitantes. Un 30% menos que hace dos décadas, gracias a que 35.000 personas reutilizan aguas grises.

Por otra parte, en Sant Cugat hay 5.000 piscinas, lo que dispara el consumo de agua. Sin embargo, con la ordenanza, se ha reducido su tamaño. Ella obliga a incorporar a partir de 20 m² de superficie, un depósito de aprovechamiento del agua de contralavado. Así las cosas, las nuevas promociones proyecten piscinas cada vez más pequeñas para ahorrarse el depósito, es decir, agua. Porque el mantenimiento de estas piscinas es equivalente al consumo de agua de todo el municipio durante un mes de invierno.

Aplicado a los hogares normalitos, reutilizar aguas grises supone que las aguas efluentes de las duchas y bañeras se puedan utilizar en la descarga de inodoros. Eso sí, después de un tratamiento que se realice en el mismo edificio. En el caso de la ordenanza que preparar Barcelona, se prevé que, si estas medidas de aprovechamiento de aguas grises se llevan a cabo en los edificios metropolitanos que disponen de aparcamiento, en el horizonte de 2050 se podría llegar a ahorrar 3,8 hm³/año de agua potable.

Y en los hoteles metropolitanos de más de 100 plazas, esto supondría un ahorro de 0,6 hm³/año. Fantástica perspectiva si no fuera porque hay escollos que no será fácil superar. Unos es escoger el sistema de depuración más adecuado y su adecuado mantenimiento, primordiales para obtener la calidad exigida para su reutilización. El procedimiento a seguir es el que establece el RD 1620/2007, de 7 de diciembre, por el que se establece el régimen jurídico de la reutilización de las aguas depuradas (arts 8 y10).

Otro es que los municipios carecen de equipos de inspectores que controlen si el mantenimiento es el adecuado. Además, para que lo sea, se deberá contar con elevado nivel de concienciación ciudadana. Para no tener problema con las Agencias de Salud correspondientes.

Respeto a los criterios de calidad y sanitarios que debe tener el agua gris tratada, atendiendo a los usos para los que se destina este tipo de aguas (descarga de inodoros, limpieza o riego de jardines en el interior de los edificios), algo acaba de cambiar. El RD-Ley 4/2023 no sólo deroga el RD 1620/2007 sino que modifica el artículo 109 del texto refundido de la Ley de Aguas (TRLA), indicando que reglamentariamente se establecerán las condiciones básicas para la reutilización de las aguas y la calidad exigible según los usos autorizados.

Además, añade artículos al TRLA que desarrollan el régimen jurídico del uso de las aguas regeneradas, también aplicable a las aguas grises atendiendo a que se trata de recursos hídricos no convencionales tal y como se indica en el preámbulo del RD-ley 4/2023. De igual modo al régimen de las aguas grises también le sería de aplicación la disposición transitoria única de este RD donde se establece el calendario para la elaboración de planes que fomenten la reutilización de las aguas «asociadas a usos urbanos» «, como serían las aguas grises, en virtud del artículo 109.2 TRLA.

En el ámbito municipal, las grandes ciudades que, como es el caso de Barcelona, aun no tienen normativa aprobada, establecen algunos criterios técnicos para la redacción de guías de instalación de estos sistemas de depuración. En Barcelona, se recomienda que los sistemas de depuración de aguas grises recojan y traten exclusivamente las aguas de duchas y bañeras. Ello significa que se descartan, por un lado, cierto tipo de aguas grises y, por otro lado, la instalación de minidepuradoras en determinados edificios, por las condiciones y características que puedan tener éstas aguas grises.

Aguas grises

En cuanto al tipo de agua, se descarta el agua procedente de lavamanos, cocinas, bidés, lavadoras, lavavajillas o procesos industriales. Y cualquier agua que pueda contener grasas, aceites, detergentes o productos químicos contaminantes, así como un alto número de agentes infecciosos o restos fecales”

Otra norma interesante es la UNE-EN 16941-2 de «Sistemas para la utilización de aguas grises tratadas» (2021). Fue elaborada por la Asociación Española de Normalización (UNE) y supone un nuevo marco técnico de actuación. Pero estos dos documentos son de carácter voluntario. Aunque propongan alternativas técnicas para la reutilización de este tipo de aguas que podrían ser incluidas a través de una ordenanza municipal.

Por lo que respecta a las aguas grises , en tanto que regeneradas,  sus usos se ven limitados no sólo por la correspondencia de los diferentes usos establecidos en la normativa vigente, sino también por los requisitos sanitarios en función de los usos y del contacto directo o indirecto que las personas puedan tener con los distintos tipos de aguas. Al derogarse  el RD 1620/2007 que hasta ahora establecía el régimen jurídico de la reutilización de las aguas depuradas y los criterios de calidad, hoy no existe un reglamento vigente que establezca los criterios básicos de calidad exigible para las aguas regeneradas.

Pero se establecen por ley algunas limitaciones de calidad para las aguas pluviales y grises. Están en el nuevo régimen de reutilización de aguas del TRLA modificado. Que se sometan a un tratamiento que permita adecuar su calidad al uso al que se destine. Y que sean compatibles con la planificación hidrológica, asegurando un alto nivel de protección de la salud humana, la sanidad animal y el medio ambiente.

Para finalizar, otro de los inconvenientes de la implantación de estas técnicas reside en el coste de inversión. Porque puede condicionar mucho la instalación de los sistemas de reutilización. Aunque cierto es que la normativa anima a las administraciones públicas a asumir una parte.

Otra limitación es también el ámbito de aplicación que determinan algunos planes programáticos. El de Barcelona, enfatiza el disponer de una «intervención específica» para el tratamiento del agua gris en aquellos centros que lo requieran. Y se refiere sólo a edificios a partir de 16 viviendas, de nueva construcción. Descarta residencias de ancianos, centros educativos y guarderías.

En cualquier caso, la mayor parte de los barceloneses, que viven en comunidades de edificios de varias plantas con muchos pisos, deberán crear sus propias comunidades hídricas. Porque en los 36 municipios del Área Metropolitana de Barcelona, residen 1,5 millones de abonados. Y el 90% de los 177 hm³/año consumidos de destina a usos domésticos.

Ante todo, las comunidades hídricas deberán disponer de bajantes y bombas para recoger y recircular las aguas grises. También de contadores volumétricos que indiquen cuánta se gasta y en qué. Se persigue que las aguas de todas las duchas se usen en riegos de cubiertas, inodoros y limpieza de todo el edificio. Y cada hogar deberá instalar cisternas de doble descarga, limitadores de caudal a 5l/minuto para lavabos y duchas. Y mezcladores de cocina que limiten el caudal a 6 l/minuto. Por otra parte, la legislación impide que las aguas grises puedan ser usadas en las lavadoras. Y ello supone un hándicap en la amortización de los costes. Porque su uso en ellas supondría un 20% adicional de ahorro.

En cualquier caso, un ahorro del 45% de agua, supondrá solo una reducción en la factura del 33. Porque los costes fijos del recibo son elevados. En fin, que queda mucho camino en cuanto a regulación por recorrer, para que las comunidades hídricas sean factibles. Y puedan, por ejemplo, disponer legalmente de un contador único para todos sus usuarios.

¿Valdrá la pena todo lo que queda por hacer? ¿No sería mejor ampliar la oferta con aguas interconectadas o trasvasadas? Ustedes dirán.

Lorenzo Correa

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