Dedicamos nuestro espacio para la poesía de este miércoles a un chileno contemporáneo, Miguel Arteche (Nueva Imperial,1926- Santiago de Chile 2012). La figura de Arteche destaca en la generación literaria de 1950 y se consolida hasta recibir en 1996 Premio Nacional de Literatura.
Su poesía dedicada a la lluvia, que proyectamos hoy sobre un crepúsculo lluvioso de la ciudad panameña, colonense y caribeña de Portobelo, nos lleva a descubrir y conocer a fondo su obra poética, que revela una preocupación cósmica por la destrucción del mundo y su única salvación posible a través del agua, tema recurrente en toda su producción.
En el soneto hoy elegido, Arteche hace que la lluvia envuelva al orbe en una noche mística, donde hasta la piedra es agua, para continuar haciendo al narrador protagonista de la situación a través de su cuerpo: en su corazón acoge y embalsa el llanto de la piedra, que le llama a abandonar su sueño; en su boca «bebe toda la lluvia de la noche», con su voz proclama con fuerza la calidad del amor y de la aurora que se avecina. Pero al comienzo del soneto esa voz no es del narrador, sino de nadie.. .y elucida sobre la forma en la que el agua actúa sobre los objetos y explica cómo la reciben: «la montaña bebe». Y cuando el soneto se acaba, en un brillante escorzo, se nos anuncia el renacer del mundo, para recuperar al narrador que se abre a la salvación cuando la piedra entra en su cuerpo, mientas sigue lloviendo… «Llueve. Llueve».
Agua concreta, simbólica, emotiva, íntima. El agua es el poema. Léanlo y ustedes serán el agua
Lorenzo Correa
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No lo conocía. Nunca he escrito un poema sobre el agua o la lluvia. Es muy extraño.