Conservación de infraestructuras. Presas, paisaje, seguridad y confianza


 

Para quienes diseñan, proyectan y mantienen grandes y pequeñas infraestructuras, la conservación es algo fundamental. Tanto como para sus usuarios. Los primeros deben dar garantías de seguridad y confianza a los segundos. A un precio justo. De conservación de infraestructuras,  concretamente de presas de embalse , hablaremos hoy.

Los ingenieros lideran equipos multidisciplinares que proyectan y construyen las presas. Y de los que las gestionan, explotan y mantienen. Normalmente se llevan la fama cuando todo sale bien y el descrédito cuando algo o todo va mal.

En España, como en todas partes, ha habido y hay ingenieros civiles que han trascendido su profesión. Han llegado a ser considerados como intelectuales más allá de la ingeniería. Citemos solo a cuatro como ejemplo: Echegaray, Benet, Torán y Fernández Casado. El primero fue premio Nobel de literatura (ex aequo con Frédéric Mistral), en 1904. El segundo y el tercero, escritores y presistas. Y el cuarto, además de pontífice máximo español del siglo XX, se licenció en filosofía, derecho y telecomunicaciones. Ciencias y letras unidas de por vida. Ingenieros humanistas. Aunque a muchos les parezca un oxímoron, porque creen que la ingeniería civil destruye el paisaje.

Por eso, ya hace tiempo que el gremio ingenieril no está teniendo muy buena prensa. Algunos les acusan de no cuidar el medio y hasta de destruirlo.  De poco “humanos”. Otros, cada vez que se hunde un viaducto, de malos profesionales. Nunca es recomendable generalizar, en este caso, tampoco. Y también hay quien les acusa de poco formados en otras disciplinas del saber que no sean las puramente técnicas. Acabamos de ver que no es cierto en más casos de los que a simple vista pudiera parecer. Esto pasa en todas las profesiones. Enfatizamos que en esta, también

La consecuencia es que el usuario de las infraestructuras pierda la confianza en quien las construye, mantiene o proyecta. Y eso es algo letal para una profesión que ocupaba los primeros puestos en el ranking de las mejor consideradas hace solo 50 años y que ahora observa la despoblada y triste imagen de las escuelas donde se imparten sus disciplinas. Y la diáspora de sus profesionales.

Como somos de la profesión, nos preocupa. Porque a nuestra edad, disponemos de perspectiva temporal y podemos comparar el pasado con el presente. Porque lo hemos vivido.

Centrémonos en las presas. Decía don Carlos Fernández Casado que “la obra de ingeniería se proyecta en el paisaje”. Como el paisaje ya es muy mayor, “el ingeniero es el agente geomorfológico por excelencia”. Y la presa es la obra civil más emblemática, porque tiene un poquito de todo.

Estas sabias y seductoras palabras las pronunció en la célebre “Noche de la revista Gallo”, organizada en el Ateneo Granada, año 1928, por Fernando de los Ríos.

Federico García Lorca había fundado la revista Gallo y esa noche se celebró un encuentro sobre el estado de distintas disciplinas artísticas y científicas para hacer público su programa. Participaron Joaquín Amigo, Manuel López Banús, Enrique Gómez Arboleya, Francisco Menoyo y Federico, que leyó su “Sketch de la nueva pintura” acompañándose con la proyección de diapositivas. Y allí, Carlos Fernández Casado leyó su conferencia titulada “Ingeniería, maquinismo y arquitectura”.

De su lectura, podemos deducir que, si el ingeniero es agente geomorfológico, construye paisaje. Por eso Fernández Casado proclamaba que “la obra ingenieril, al incorporarse al paisaje adquiere expresión geográfica permanente”.  Así pues, podríamos concluir que las infraestructuras, acaban siendo paisaje. Las presas, también.

Quince años antes de la “Noche de revista Gallo”, otro ingeniero ilustrado, don Manuel Lorenzo Pardo, precursor de los embalses de la cuenca del Ebro, respondía a una pregunta de un redactor del diario El Cantábrico de Santander. En ella, explicaba “bien” la magna obra entonces solo proyectada del pantano del Ebro. E introducía un argumento similar al anterior, destinado a ampliar el foco de observación de la función de un embalse.

El proyecto consiste en construir un enorme depósito de agua que ocupará el fondo y parte baja de los indicados valles, mediante el cerramiento del cañón o desfiladero que sigue en la confluencia en Las Rozas, teniendo esto el carácter de una restitución geológica, puesto que según todos los indicios, todas esas enormes extensiones constituían en anteriores edades un espléndido lago natural.

Dada la enorme capacidad del embalse, pudiera conseguirse un fin más amplio, cual es el de reservar para los años secos las aguas sobrantes de los años en que sean muy abundantes, con notoria ventaja para el efecto perseguido de regulación del caudal del Ebro y, sobre todo para el país donde la obra se halla emplazada, puesto que muy rara vez se vería vacío el embalse, transformándose en lago lo que de otro modo sería un pantano.

En tal sentido se habría conseguido realizar de un modo absoluto lo que pudiera llamarse y se ha llamado ya antes, restitución geológica”

Se hace paisaje y a también se restituye el paisaje. Pues bien, el paisaje, natural o artificial, también se conserva. Y las infraestructuras deben conservarse por seguridad, por economía y porque son paisaje. ¿Aproxima este argumento algo más al distanciado ecologista del “cuadriculado” ingeniero?  Al menos, que sirva para que la distancia no aumente.

Paisaje en estado prístino son los bosques. Todos los paisajes se deterioran y se destruyen si no se mantienen adecuadamente. Las infraestructuras, como los bosques, también.

Los datos de este verano del hemisferio norte que ya va finalizando son aterradores en cuanto a destrucción de bosques y de infraestructuras

El bosque se incendia, mantenido o no, cuando el clima es extremo: altas temperaturas, por encima de lo normal y ausencia continuada de lluvias en extensas zonas del norte de Europa y de América, este verano han generado enormes incendios forestales. En regiones tan poco comunes a ellos como los páramos de las turberas  de Inglaterra, Grecia, Irlanda,  Suecia , la península escandinava, Estonia, Letonia,  e incluso en norte del  Círculo Polar Ártico, en Europa.

Y en América del Norte, el incendio de Mendocino en California ha sido el mayor jamás registrado en el estado.  Por acción humana (colillas, intencionadamente o barbacoas campestres) o natural (rayos, olas de calor o sequías), el paisaje se destruye por el fuego. En la mayoría de los casos la destrucción alcanza magnitudes de plaga bíblica, sobre todo cuando el mantenimiento no es el adecuado.

Lo mismo sucede con el paisaje que generan las infraestructuras ¿Qué hacemos para conservar el paisaje? Evitar su deterioro, cuidarlo e invertir en actuaciones de restauración y mantenimiento. ¿Qué deberíamos hacer con el paisaje de las infraestructuras? Lo mismo, tratarlas como tratamos al paisaje. Y tratarlas mejor cuantos más años cumplan, que el paisaje también envejece.

Veamos qué hacen en los avanzados Estados Unidos de Norteamérica con el paisaje de sus presas y qué pretenden hacer.

La integración de las presas en el paisaje exige una buena conservación

De las 88.000 presas “en activo”, un 18% de ellas presentan un elevado riesgo potencial de rotura. Y el peligro de muerte para las personas que residen aguas abajo. En el año 2015 se decidió que había que reparar 2.000, con un coste superior a los 20.000 millones dólares. Nótese que al ser las más necesitadas, debería tenerse listo el dinero para la reparación y hacerlo rápido. Si la premisa es difícil siempre de lograr, hacerlo rápido ya es casi imposible.

Los pragmáticos norteamericanos, hacen caso a Niestzche y actúan, porque resolver el problema de las presas más envejecidas que han superado el período de vida útil, es urgente. Además, los científicos avisan que “el cambio climático aumenta las posibilidades de fuertes lluvias e inundaciones” (sic).

Porque además de la deconstrucción o restauración, está el problema del mantenimiento. Tras el desastre de la que fue la presa más alta del país, la californiana presa de Oroville, la sensación de desconfianza es aún mayor.  No en vano hubo que evacuar a  200,000 personas e interrumpir el abastecimiento de agua a todos los que con la del embalse bebían, regaban y fabricaban

La reparación ha costado mil millones de dólares. El mantenimiento adecuado, cuesta muchísimo menos.

Cuando un embalse deja de serlo porque su presa se rompe, el efecto directo en los damnificados es horroroso. Pero el efecto indirecto en la opinión pública, también lo es. Por pérdida de confianza. Mucho más que cuando un incendio forestal, como el de Grecia del pasado mes de julio causa 90 víctimas mortales.

Para confortarnos algo ante esta terrible realidad, tenemos la literatura. José Pla decía que “la ley de la historia es la tendencia del ser humano al olvido. Si esta tendencia a la fatiga de la memoria no fuera tan acusada, sería imposible imaginar la aparición intermitente de personajes históricos” 

Afortunadamente, lo malo tiende a olvidarse. Pero esta medicina no es suficiente. Hay que actuar. Recordemos a Niestzche: El hacer lo es todo, no hay ningún ser detrás del hacer”. Y hay que actuar bien.

Para resolver el problema de tiempo y dinero, el Columbia Water Center de la Universidad de Columbia, pretende dirigir el proceso de reparación o deconstrucción de estas 18.000 presas, mediante un plan concreto.

  • Usan modelos climáticos para resolver las ecuaciones de las leyes y principios de la Física que gobiernan la circulación atmosférica y los patrones de humedad espacio-temporales, así como los intercambios de energía y masa. En una primera fase, examinan los vientos llovedores que soplan por el Pacífico y se dirigen a California. En la segunda fase, se extenderá a toda la Unión
  • Mediante la inteligencia artificial, averiguan si esos patrones de humedad y circulación generarán lluvia. Analizando datos de 1980 a 2017, reconocen qué patrones provocan lluvia en California. Y discriminan el frente que penetra desde el océano, como «lluvia» o «sin lluvia» con un 95% de precisión.
  • Usando datos GIS e inteligencia artificial, predicen la probabilidad de que las lluvias rebasen la capacidad de desagüe de los órganos de alivio de la presa y causen su colapso, con los daños a personas y bienes inherentes aguas abajo
  • Sólo queda predecir si la lluvia puede provocar la rotura de la presa, usando mapas de elevación, datos de altura de coronación, de capacidad de embalse y escorrentía. Combinados con la cuantificación de bienes defendibles y personas afectadas aguas abajo
  • Deciden así el orden de prioridad en la intervención, ya sea de reparación estructural o de mecanismos de cierre y alivio o en lo que se refiere a la gestión adecuada en la planificación de emergencias

Hasta ahora, mediante inteligencia artificial se llega solo a discriminar el clima en seco o lluvioso. Pero se avanza en ampliar el foco y poder hacerlo en breve cuantificando la producción de las borrascas y saber si serán muy intensas y producirán mucha lluvia, o poca. Pretenden integrar en el modelo climático la inteligencia artificial y tenerlo todo listo para finales del año 2019.

Entonces, tendremos un mapa con todas las infraestructuras de transporte, de generación de electricidad, la distribución de la población y las plantas de potabilizadoras y depuradoras susceptibles de ser afectadas por la rotura de una presa. Y podremos simular con métodos de aprendizaje automático la dinámica de rotura de un cierto de número de presas, que servirán para realizar la prognosis de rotura de las 88.000 presas existentes y su repercusión aguas abajo.

Se espera esté listo en dos años. Así se podrán tomar decisiones con mayor probabilidad de acierto y proteger el país, el paisaje y el paisanaje, evitando roturas de presas. Generando confianza.

Recordemos de nuevo, para finalizar, a Fernández Casado: amaba la naturaleza y consideraba que la ingeniería “solo” trataba de salvar las dificultades naturales. Se sumergía en la naturaleza para salir a flote en un paisaje, sintiendo la simbiosis ingeniero-naturaleza. Sintió la llamada del paisaje y se hizo ingeniero para resolver sus retos, aprovechar sus facilidades y disminuir sus dificultades.

Como los de Columbia pero, en este caso, desde su Logroño natal. Infraestructuras, presas, son paisaje. Fernández Casado lo vio primero. Por eso la arquitectura del ingeniero, en su opinión debía ser resultado de una actitud ascética ante la Naturaleza, introduciendo la menor perturbación posible del orden natural. Porque lo útil debe ser compatible con lo bello. Y si se perturba un paisaje, que se introduzca el mínimo de ideas nuevas. Sabias palabras de un ingeniero humanista, español del siglo XX. Solo por ellas, debemos conservar las infraestructuras. Y conservar, así el paisaje con el mínimo gasto de materiales y de energía. Conservando las presas, también conservamos el paisaje. Un motivo más para hacerlo bien. Seduciendo también con lo útil.

Lorenzo Correa

Safe Creative #1608240244452

¡ Síguenos en las redes sociales !

twitterfb

¿Te interesa la gestión del agua desde la perspectiva del coaching?

Ponte en contacto con nosotros para más información sobre la participación de Lorenzo Correa en charlas, conferencias, formaciones o debates a nivel internacional

Recibe un email semanal con nuestras publicaciones

Te das de baja cuando quieras.


Deja un comentario