Pálidas burbujas que navega el mar. Así nos define nuestra poeta de hoy, la peruana Blanca Varela.
Y lo hace desde su poema “El mar pliega las alas al atardecer”. En él cita a las burbujas, esos glóbulos de aire formados en el interior de un líquido, que sale a la superficie. Y en este caso, sale del mar. De ese océano infinito que, al caer el sol, comienza a echar de menos todo lo que de él se ha evaporado durante el día.
Imaginamos a Blanca, oteando el Pacífico desde su Supe natal y contando las pálidas burbujas que navegaban impulsadas por su poético aliento. Hasta que su imaginación dejaba de volar y la noche caía sobre las replegadas alas del mar.
Además de las marinas, dos burbujas, en este caso nada pálidas, señalaron el camino poético en la travesía de Blanca. Fueron Octavio Paz y Paul Celan. Y Varela las siguió, para llegar a los confines del surrealismo, que rebasó pronto. Pero algunas burbujas quedaron en su poesía, llevándola a codearse con eximias poetas de su generación como Alejandra Pizarnik, Olga Orozco y Rosario Castellanos.
Blanca Varela emocionó con sus poemas, que tienen burbujas que vienen de la Ciudad Sagrada de Caral, tan cercana a Supe. Allí, al norte de Lima, están condensados casi 5.000 años de historia. Porque allí nació una civilización contemporánea de las de Mesopotamia, India, Egipto y China. Además, defendida del huaico, y situada en una ubicación privilegiada, fue un ejemplo de civilización sostenible. Esas son las raíces de Blanca Varela. Porque cinco mil años de travesía, dan para recorrer el océano de la poesía, del que Varela extrae las burbujas de sus versos.
Aunque escribió muchos, los del mar, son sublimes. Y por eso, les dejamos con su comienzo, para despedirnos de Blanca como se merece. Con una descripción magistral del abecedario marino y su música sublime. Burbujas marinas de Blanca Varela:
La pura letra del mar
despierta el alma
el cuerpo duerme todavía
único tono
el agua contra el agua
Lorenzo Correa
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