Trasvases, regeneración de aguas residuales tratadas, desalinización, recuperación de acuíferos…el futuro del agua está ligado al consumo energético. Hemos dedicado los últimos artículos a elucidar de dónde puede venir la energía renovable que nos permita liberarnos de los combustibles fósiles. Desde el potencial del hidrógeno verde a la turbinación de agua de mar desalinizada e impulsada a vasos altos, todo es ya posible técnicamente. Hoy trataremos sobre la energía eólica marina «offshore».
Ya escribimos aquí que en la actualidad, es posible generar mucha más energía eólica marina y solar flotante y mareomotriz. Haciéndolo se reducirían emisiones de gases de efecto invernadero en hasta 3,60 gigatoneladas por año en 2050. Esta cifra supera las emisiones totales combinadas de los 27 estados miembros de la UE en 2021.
Además, si se incrementa el uso de estas energías renovables también podremos satisfacer la demanda mundial de energía sin miedo de ir eliminando gradualmente el carbón y otras energías fósiles.
Sabemos que la generación de energía eólica marina se ha duplicado en los últimos cuatro años, esperando alcanzar los 2.000 GW en 2050. Serían suficientes para alimentar 1.500 millones de hogares al año. Hasta ahora, Noruega es la reina de los parques eólicos marinos flotantes del mundo. Y pretenden llegar para 2040 a producir en dos lugares de su plataforma continental hasta 4500 MW.
Pero hoy nos enteramos de que el Reino Unido está en condiciones de arrebatarle esa corona. Ha establecido objetivos nacionales ambiciosos, incluyendo la energía renovable en su mix energético, y cuenta con un marco económico y regulatorio estable para estimular las inversiones en infraestructura de sistemas energéticos oceánicos.
La clave está en que han conseguido, Brexit mediante, flexibilizar las condiciones para ampliar los parques de turbinas eólicas marinas fijas y flotantes. Pero también de poner dinero para desarrollar nuevas fuentes de energía basadas en el potencial de los océanos. No afectarán a los organismos marinos, pero impedirán que el horizonte marino esté limpio de barreras visuales. El precio del progreso.
Así las cosas, el reto británico ha sido encomendado al gigante danés de la electricidad, la empresa pública Orsted, que tiene 12 parques en el Reino Unido Ella es la mayor desarrolladora mundial de proyectos offshore. Su última aportación británica en funcionamiento está a 90 km de la costa de Inglaterra, en el Mar del Norte. Son los dos parques ‘Hornsea’. Lo bueno es que ahora ya tiene adjudicado el tercero, que se convertirá en 2027 en el mayor del mundo. Así se ufanan de proclamar que contribuyen de manera excepcional a los objetivos europeos de emisiones netas cero de carbono.
Hace 3 años se inauguró el primer parque, con una capacidad de generación de 1,4 GW, producidos por 174 aerogeneradores que dan servicio a más de un millón de personas.
Un año después entró en funcionamiento la segunda fase, con 165 aerogeneradores y con 1,32 GW de capacidad. Y las dos siguientes fases que ahora comienzan a construirse a 160 kilómetros de la costa de Yorkshire permitirán aumentar la capacidad generadora hasta 7 GW. Con ellos, se podrá dar energía eléctrica renovable a más de 7 millones de personas.
Como ejemplo de línea de transporte, la fase 2 cuenta con 373 km de cables de matriz a la OSS y RCS, llegando a la red nacional a través de 390 km de cables de exportación en alta mar y 40 km de cables de exportación en tierra hasta llegar a la subestación
El milagro del Reino Unido se ha producido gracias al fuerte apoyo político y a la poco potente presión social. Para conseguir que la energía eólica marina «offshore» sea una opción asumible, además de este apoyo gubernamental, que facilita la obtención de permisos, se necesita disponer de una buena capacidad portuaria, ya que todo se monta en puerto y luego se transporta al lugar de izado mar adentro.
También se necesita una enorme capacidad logística que resuelva los problemas de operación y mantenimiento, cuello de botella del “negocio”. Y sobre todo saber que la máxima eficiencia de la eólica off shore se obtiene instalando las turbinas en aguas profundas superiores a 75 m. Porque es a partir de ahí donde la fuerza del viento es la óptima. Además, una de las ventajas ambientales más importantes de esta disciplina es que cuando es flotante, no hay afección a fondos marinos. El problema es que no hay muchos lugares en el mundo que cumplan todas estas condiciones. Porque la clave del futuro de las renovables está en acercar el lugar de producción al usuario. Y ser capaz de almacenar la energía producida cuando no hay demanda está servida.
Avances importantes se siguen produciendo porque la tecnología no se detiene en su progreso. La clave está en maximizar el potencial de las turbinas eólicas situadas en el mar, que actualmente no son capaces de producir energía en días sin viento o cuando la demanda está cubierta.
Y para resolverlo está el sistema Ocean Battery y ha sido desarrollado por Ocean Grazer. Su objetivo, disponer de capacidad necesaria para aprovechar toda esa energía generada.
Solo hay que construir enterrado bajo el fondo marino un depósito de hormigón capaz para contener hasta 20.000 m3 de agua dulce a baja presión. Instalar un equipo de bombeo y conectarla con una conducción con unas bolsas flexibles ancladas al fondo.
El exceso de electricidad de los molinos sirve para alimentar la bomba y llenar las bolsas flexibles. Cuando se necesita energía, se abre el desagüe de la bolsa y el agua dulce fluye gracias a la presión del agua de mar que la rodea, pasa por las turbinas, generando electricidad que se inyecta en la red antes de llenar de nuevo el depósito de hormigón. La eficiencia del sistema ronda el 70% y funciona durante 20 años. Si se desea aumentar la capacidad, se añaden más depósitos. Cada uno es capaz de generar 10 MWh
Ocean Grazer pretende tener operativo un sistema en alta mar para 2025. También hay otras empresas como Subhydro que han presentado baterías de almacenamiento parecidas. También el MIT lo hace mediante esferas (globos) de hormigón huecas.
Como acabamos de comprobar, en el mar del Norte o en el Báltico, la energía eólica marina «offshore» parece tener un gran futuro. Pero ¿es igual de venturoso en el Mare Nostrum? Hay voces “verdes” que lo niegan. Porque el Mediterráneo tiene una plataforma continental más estrecha y heterogéneas, además de contar con un porcentaje de especies y hábitats amenazados muy superior a los mares norteños.
Por eso el riesgo de su implantación en nuestro mar, tan ecológicamente frágil, diverso y sometido a numerosas presiones humanas es muy elevado. Faltan, de entrada, estudios serios al respecto. Hemos conocido uno en fase de realización. Se le llama BIOPAIS y lo lleva a cabo la Fundación Biodiversidad. Por desgracia para los partidarios de la energía eólica marina «offshore», emite un preocupante aviso sobre el grave impacto que puede suponer sobre la biodiversidad marina, el paisaje, la pesca y el turismo.
Se centra en el estudio de uno de los 6 parques eólicos proyectados en el cabo de Creus y en el golfo de Rosas, zonas con potencial para la energía eólica marina “flotante” ya bendecidas por los gobiernos español y de la Generalidad de Cataluña. Se critica el impacto producido por los anclajes y amarres al fondo marino, con hábitats protegidos por la UE. Imaginen si además enterramos depósitos de hormigón… Además, advierte del riesgo de que los mamíferos marinos puedan chocar contra o enredarse en los cables. E incide en que estas plataformas flotantes tienen un gran poder de atracción para las especies invasoras u oportunistas. Y ello puede alterar el frágil balance local de biodiversidad. Sin olvidar las emisiones electromagnéticas de las líneas eléctricas y las vibraciones, que afectan también a los habitantes del mar y del cielo.
Por otra parte, como indicamos más arriba, los aerogeneradores eficientes llegan a alcanzar los 250 m de altura y por eso pueden modificar la dinámica local de las corrientes atmosféricas y oceánicas. Disminuyendo la disponibilidad de nutrientes del plancton, ya que la disminución del viento que provocan provoca una menor mezcla en la columna de agua. Y el Mediterráneo es un mar pobre también en nutrientes.
No parece bueno el diagnóstico. Desafortunadamente, la zona mejor preparada para alojar parques de energía eólica marina «offshore», la del cabo de Creus y el golfo de Rosas, dispone de una enorme biodiversidad y es por ello muy frágil. Aquí confluyen 8 áreas protegidas, Natura 2000, reconocidas por la Comisión Europea. Y dos vedados de pesca para recuperar bancos pesqueros y sus hábitats, totalmente afectados por los parques.
Si miramos hacia la costa, la transformación viaria y urbanística del territorio cercano a los parques será importante. Nuevas calzadas, subestaciones eléctricas y líneas de transporte, que afectarán a los humedales.
Por todo lo expuesto, parece que social y científicamente, va a ser que no. De nuevo nos encontramos con el “hueso” de que lo técnicamente viable y económicamente factible No es ambiental, social y hasta políticamente aceptable. Una constante en estos convulsos tiempos: La sagrada biodiversidad marina lo es por ser imprescindible para luchar contra el calentamiento global y mitigar sus efectos. Como los hábitats marinos son almacenes importantes de carbono, cuanta más biodiversidad, más resiliencia a las afecciones del cambio climático.
Sin embargo, aún hay más. Los efectos paisajísticos en una zona muy turística, y la industrialización de la costa, inherente a la creación de parques de energía eólica marina «offshore». Ella supone la ampliación de los puertos, que tampoco está bien vista.
Acabamos intuyendo que si queremos ver parques tendremos que viajar al norte de Europa, y a EEUU. O a la India y China, que ya están duplicando su capacidad de generación de energía renovable. No parece que estén bien recibidos en el Mediterráneo. Porque sólo serían aceptables si se instalaran en áreas marinas no protegidas y zonas adyacentes, con infraestructuras portuarias y costeras preparadas.
¿Las habrá?
Lorenzo Correa
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