Los ríos urbanos, a veces, adoptan formas que nos hacen reflexionar. Hace poco, en nuestros paseos por las obras hidráulicas en activo, descubrimos un encauzamiento que nos recordó a una calzada romana. En la foto, pueden comprobarlo. Porque se parece mucho a una de ellas.
Una de las sensaciones más apasionantes que nos envuelven cuando avizoramos el futuro del agua es la que provoca la conexión instantánea entre el agua y todo lo que la rodea. En este caso, se produjo entre el río y la calzada romana.
Las reflexiones que se desencadenan al llegar la emoción nos permiten escribir aquí asiduamente. Y nos premian con la alegría de comprobar que se nos lee. Por eso, vamos a transformar mediante el lenguaje nuestra emoción del río que se parece a una calzada romana, en reflexión. Para que llegue a los lectores. Y les genere sus propias emociones.
Vivimos en una época de reivindicación del espacio fluvial “natural”. Eso, ahora, es “cool” y vende muchísimo. Ello es consecuencia natural del acoso y derribo que ha masacrado ese espacio en las últimas décadas. Los encauzamientos fluviales tienen mala prensa. Sin embargo, los ríos siempre han atraído al urbanismo. Por eso, no hay ciudad importante o populosa villa que no disponga de río encauzado a cielo abierto o directamente enterrado en las profundidades de la tierra.
Y es que cuando de proteger vidas y haciendas se trata, no hay más remedio que encauzar. Primum vivere, deinde philosophari. Porque para los pragmáticos, primero hay que ocuparse de lo real y después, ya se pude ir al olimpo a visitar a las musas.
Volvamos al ejemplo de nuestra foto de hoy. Obra hidráulica realizada en en río encauzado a cielo abierto, con taludes y traviesas de hormigón. Como las obras hidráulicas se deterioran, se socavaron los tramos entre traviesas. Y la solución, admírenla, fue construir una «calzada romana».
Volver al pasado remoto. A esas losas (aquí escollera concertada) de las que Procopio el bizantino escribía: “Pese al mucho tiempo que ha transcurrido y a los incontables carruajes que han pasado por ellas día tras día, no se han deteriorado un ápice ni su compostura ni su fino acabado”.
De río encauzado a cielo abierto con traviesas, a calzada romana. Ingeniosa solución. Así vamos hacia el futuro del agua. Curiosidades de los ríos urbanos que mutan en calzada romana.
Otra cosa no se puede hacer. Primum vivere… ¿No es para reflexionar?
Lorenzo Correa
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