Siempre nos hemos preguntado si en realidad es seductora el agua del grifo. Porque cada vez más personas en el mundo tienen acceso a fuentes de agua seguras y confiables. Pero, el hecho de disponer de un grifo en su casa, no significa que confíen en usar del agua que por él fluye para beber y asearse con la máxima confianza y sin tener miedo de contraer una enfermedad por hacerlo.

Y es que beber es el acto de confianza supremo. Por eso, para beber el agua del grifo, debemos estar seducidos por quien nos la suministra. Pero a nosotros, cada vez que hablamos en público sobre la confianza y la seducción en el ámbito del agua, siempre nos preguntan lo mismo. ¿Mineral o del grifo?

Por eso hemos creído oportuno contestar en verso. Con un poema compuesto de dos coplas de pie quebrado. Y en él, respondemos con sinceridad y mucha brevedad.

Lo hacemos sabiendo que 3 de cada 10 personas en el mundo carecen de acceso a agua potable y disponible en el hogar. Estamos hablando de 2.100 millones de seres humanos que ni siquiera pueden decidir si confían en la calidad de su agua del grifo. Porque no tienen ni agua ni grifo.  Y de ellos, 263 millones  están obligados a dedicar más de media hora diaria para ir a buscar agua en fuentes lejanas. Por su parte, 159 millones, los parias, beben agua no tratada directamente de ríos, arroyos o lagos.

A ellos les dedicamos nuestras coplas. Para que pronto puedan preguntarse también cuál agua es mejor para beber.

Lorenzo Correa

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