En verano, en esta cuenca mediterránea,  hace mucho calor. La lluvia se deja ver muy poco y se desencadena la añoranza de la humedad, porque todo está seco y polvoriento.

También el aire y por eso la boca se seca mientras paseamos por lo que fue un río ufano con caudales cantarines y riberas frescas. Esa sequedad nos hace recordar las hojas verdes con gotas de rocío. Y la hierba crecida.

Pero casi nunca es es verano cuando esto sucede. También por eso ahora echamos tanto de menos el tintineo de las esquilas del ganado que pace libre y tranquilo por las riberas.

Hoy es otra cosa, el verano impone su ley. Cauce casi seco, nubes de polvo que tiñen las hojas de un gris pálido y macilento. El azul del cielo sin una sola nube, se interrumpe por la línea quebrada de las divisorias. El sol del verano lo ilumina todo hasta eliminar cualquier vestigio de humedad.

Y allá a lo lejos intuimos que se levanta la humareda del incendio forestal.  El cada vez más frecuente acompañante de los meses de verano. El río no puede ayudar a su extinción. Solo el mar o los embalses colaboran en ella dejando que una parte de sus caudales vuelen hacia el fuego en hidroaviones o helicópteros.

Es la nueva realidad del verano seco que rompe la armonía del fluir de la cuenca. Y para darle la bienvenida, solo se nos ocurre iniciar una plegaria para rogar al agua que vuelva pronto. Que moje y nos moje con profusión. Aunque su llegada signifique el final del verano.Y alguna que otra inundación. Les dejamos la plegaria en forma de poema. Esperemos que sirva de algo para animar al agua a volver con nosotros

 

 

Lorenzo Correa

¡ Síguenos en las redes sociales !

   

¿Te interesa la gestión del agua desde la perspectiva del coaching?

Envía un correo a contacto@futurodelagua.com para más información sobre la participación de Lorenzo Correa en charlas, conferencias, formaciones o debates a nivel internacional.